Historias, leyendas y mitos japoneses más importantes

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Los mitos japoneses destacan en la cultura mundial por su profusión y magia. Su mezcla de componentes religiosos y sociales, y la indudable influencia china, le dan un toque especial que valoran los amantes de la mitología. En las líneas siguientes conocerás un poco más sobre esta milenaria expresión cultural, de una de las civilizaciones más cautivantes.

Mitos japoneses

Orígenes y principales referentes

Lo primero que hay que destacar sobre los maravillosos mitos japoneses, es que se basa en un vasto y enrevesado universo de creencias. Sólo para tener una idea, el lugar que su mitología describe para las deidades, llamado el Panteón Shinto, reúne a más de 8 millones de estas míticas criaturas, entre las que también se cuentan los espíritus, mejor conocidos como “Kami".

De igual forma es menester señalar, que aun habiendo sido influenciadas por la cultura china de la antigüedad, buena parte tanto de su religión como mitología son únicas. No obstante lo que más resulta maravilloso, es la bien lograda simbiosis entre las tradiciones religiosas del shintoismo y budismo, con la fe popular de los sectores agrícolas.

Su principal diferencia con las muy conocidas mitologías griega, nórdica y egipcia, radica en que es algo difícil discernir cuál historia es realmente un “mito” para los nipones. Pero sobre las fuentes de referencia de los mitos japoneses tradicionales, se puede decir que estas son principalmente el Kojiki, el Nihonshoki y alguna literatura complementaria.

El Kojiki, que se traduce como “registro de cosas antiguas”, se trata del libro más antiguo que reúne mitos, leyendas historias del pueblo nipón. Mientras que el Nihonshoki lo sigue en antigüedad. Por su parte el Shintoshu explica orígenes de diferentes dioses japoneses, contadas desde su óptica budista, mientras que el libro titulado “Hotsuma Tsutaeregistra”, muestra un lado algo distinto de la mitología de este gigante asiático.

No obstante uno de los grandes valores de los mitos japoneses, radica en que tratan sobre el origen de la dinastía imperial, al tiempo que le confieren un origen divino. La palabra que distingue “Emperador” en japonés, es “tennō”, pero que se puede traducir como "Soberano celestial".

Ahora veremos el origen de algunos mitos japoneses.

Mitos japoneses

Hachiman en la mitología japonesa

Hachiman se considera la deidad de los samuráis. También lo es de los arqueros de los nipones antiguos. No obstante paradójicamente el nacimiento de la leyenda no se refleja en la literatura clásica japonesa. Esto se debe a que el mito apareció sólo después de la muerte del primer Ojín erigido emperador. Con el tiempo éste habría alcanzado la categoría de deidad, siendo rebautizado.

Aunque su última versión viene del sincretismo de dos culturas. Así se nos ofrece como la unión de la deidad sintoísta que representa la guerra, con las tradiciones budistas originarias de China. Siendo conocido en este último país, como Gran bodhisattva Hachiman, el defensor de los fieles del Sutra del Loto.

Pero adicionalmente las tendencias sintoístas niponas, la ven como la deidad de la agricultura y guardián del Japón. Es el dios que vela por la paz, el bienestar y la dicha de su pueblo. Generalmente este dios es representado con una paloma, por lo que también se le confiere la función de mensajero.

El sonido de las espadas

Es de destacar que en las batallas, eran tocados los tradicionales tambores japoneses Odaiko. Se pensaba que la energía de Hachiman moraba en el sonido que energía de los instrumentos de percusión, así como en el golpe entre espadas en el campo de lucha.

Hachimán igualmente es celebrado como defensor de las vidas de los hombres. Mientras que en ciertas regiones del Japón se tiene por protector de los marineros y pescadores. Éstos fieles lee adoran como su patrón. Le rezan en procura de abundante pesca.

Pero aún hay otro grupo que venera a esta deidad. Se trata de los agricultores y campesinos, quienes oran por su protección y guía. Su ascendencia en el pueblo nipón se nota en sus cerca de 25 mil templos, diseminados por todo el Japón. Además numerosas ciudades, pueblos y villas llevan su nombre.

Mitos japoneses

Los Yokai

Ahora veremos el segundo de los mitos japoneses en nuestra lista.

Pero recordemos que dentro de la mitología nipona nos topamos con una lista larga de criaturas disímiles, llamadas Yokai. Las expresión puede traducirse como criaturas monstruosas o “apariciones”. Lo más distintivo de tan sorprendentes criaturas, es la amplia diferencia entre ellos. Es que mientras algunos con inofensivos y hasta enternecedores, otros son peligrosos y espeluznantes.

Además se pueden jactar de su inmunidad a cualquier ataque de los seres normales. Quizás por ello tienen inclinación a la arrogancia frente a los humanos. De tal modo, y debido a su forma distinta de observar el mundo, lo seguro es que nos darán problemas de no evitarlos. Según la tradición de este otro de los mitos japoneses que estudiamos, si deseamos librarnos de un Yokai, se hace preciso apelar a un monje experto. El mismo debe contar con la bendición de Buda.

Afortunadamente la mayoría de estas criaturas moran en regiones remotas, evitando cualquier contacto con los seres humanos. No obstante algunos logran convivir entre humanos, aunque de manera mucho más pacífica. Mientras que otros se las arreglan para engendrar criaturas semi-humanas, es decir: Mitad mitad Yokai. Pero por lo general las relaciones que dan pie a tales criaturas, terminan en tragedia.

Los Yokai por lo general dan origen a mitos japoneses cortos. Provienen de diferentes regiones de la tierra nipona y, a pesar de su brevedad, se remontan muy lejos en el tiempo. Así han logrado sobrevivir transmitiéndose de generación en generación.

Betobeto-san

Quizás el mejor ejemplo de Yokais inofensivos, es Betobeto-san. Una criatura que procede de Nara, pero que puede llegar a ser muy molesto.

Se trata de una intrigante criatura que no puede ser vista por el ojo humano. Un espectro que suele caminar detrás de nosotros, invisible, pero que nos deja oír sus pidas en medio del silencio de la de la noche solitaria.

La única salida para escaparnos de este espectro, es dejar de caminar y decirle con educación: «Betobet-san, pase usted primero». Luego de la cual la educada entidad nos adelantará, dejándonos tranquilos Ten en cuenta que si no hacemos lo que hemos dicho, la entidad nos perseguirá hasta que le provoque.

Pero ahora veremos la parte más aterradora de uno de los mitos japoneses más populares. Y es que el otro rostro de los Yokai lo podemos observar en Futa-kuchi-onna. Esta criatura es también conocida como la mujer de las dos bocas.

Su nombre se debe a que una de las bocas la tiene ubicada en la nuca, cubierta por su largo cabello. Se trata de una dama condenada por no haber alimentado adecuadamente a su vástago, el que muerto de inanición.

El fatal desenlace explica que la segunda boca pida alimento de forma constante, al tiempo que emite horrísonos gritos al no ver saciada su hambre incontrolable. Su larga y lacia cabellera funciona como tentáculos, atrayendo con ellos el alimento a esa boca de su nuca, explica la leyenda, que tal maldición se basa en que el alma del hijo muerto posee el cuerpo de su progenitora, transformándola en Yokai.

El origen mitológico de los tsunamis

Y continuamos avanzando con los mitos japoneses más populares, y de esta manera nos topamos con el origen de los tsunamis nipones.

Relata la mitología que no hay más responsable de los tsunamis que han azotado tierras niponas desde tiempos inmemoriales, que el Amemasu.

Esta criatura era un Yokai, pero uno con forma de gran cetáceo, de dimensiones colosales. Vivía la mítica ballena en un lago de esos tiempos llamado Mashu. Y se decía que obstruía con su propio cuerpo el ingreso del agua del Océano Pacífico.

Pero un día un hermoso ciervo abrevaba en las mansas y frescas aguas de aquel lago llamado Mashu. Entonces sorpresivamente el Yokai Amemasu emergió de las aguas con las fuertes mandíbulas abiertas, engullendo al bello ciervo. Era tanta su ansiedad por comerse al animal, que olvidó masticarlo, por lo que el antílope pasó a su estómago con vida.

Al parecer el animal derramó dentro de la gran ballena lágrimas tan sinceras, que acabaron con las entrañas del Yokai. Sus lacerantes lágrimas hollaron el estómago de la ballena matándola y permitiéndole al bello ciervo escapar del improvisado cautiverio.

Entonces un pájaro que sobrevolaba el lugar, vio con asombro el dramático desenlace de Amemasu. Y velozmente se dirigió a las villas adyacentes para informar a sus moradores lo sucedido. Con lo que los enteraba igualmente de que con seguridad las aguas inundarían sus casas, una vez muerta la ballena que fingía de dique.

Y una gran ola lavó el pecado

No obstante de las villas alertadas, únicamente acudieron a refugiarse en los altos montes los Ainu. Y lamentablemente la curiosidad se impuso al resto de las personas, quienes optaron por ir a ver los restos del Yokai muerto.

Una vez en el sitio, los curiosos resolvieron comerse al animal muerto, lo que representó un irrespeto a Amemasu. De allí que cuando terminaron su festín, las aguas del océano entraron como una gigantesca ola, dando muerte a todos que se negaron a protegerse en las montañas.

Desde entonces el pueblo Ainu piensa, que cada vez que ocurre un tsunami en la gran isla nipona, se debe a la venganza de Amemasu. Es su forma de castigar los crímenes que los japoneses perpetran contra las criaturas marítimas, sacudiendo enérgicamente el océano para lanzar colosales olas tierra adentro.

Yamamba: el demonio de la montaña

Y siguiendo con nuestro paseo por los más populares mitos japoneses, nos encontramos con el de la Yamamba.

El mito nipón de Yamamba se trata de una de las leyendas que se mantienen vivas en la cultura del gigante asiático. Nos refiere la historia una criatura espantosa, capaz de tragar de un solo mordisco a los viandantes extraviados en senderos y montañas.

Se dice que esta extraña criatura es un espíritu atormentado, como consecuencia del abandono de viejecitos que se presentó en la nación nipona en los tiempos de la hambruna. No obstante otras versiones señalan que se trata de un antiguo demonio de la mitología nipona, que mora en las entrañas de las montañas.

Esta criatura es capaz de transformar su apariencia según las exigencias del momento. Algo que representa un arma que le otorga gran sobre sus víctimas, al momento de atraerlas.

Se cuenta que su rostro verdadero es asqueroso y pestilente, el de una mujer espantosa y de largos cabellos. Pero que en oportunidades se muestra con una gigantesca boca que le abarca la totalidad del rostro. Mientras que en otras ocasiones muestra una boca en la parte trasera del cráneo, con la que suele devorar a sus víctimas en un santiamén.

La bruja y la moda

De tal manera que puede atraer a sus víctimas con un aspecto llamativo. Pudiendo inclusive transmutarse en la persona amada; aunque también puede aparecer de repentinamente para sorprender a las personas que transitan por cerca de sus dominios, alimentándose de las mismas.

El mito igualmente refiere que se trata de una especialista en la confección de pócimas y venenos. Sí, una bruja en toda línea, que también es capaz de pactar con las personas en momentos de apremio. En ese punto convendrá dejarles vivir, o tal vez prefiera preparar una pócima mágica para ellos, si son capaces capaces de atraer una o más víctimas que les sustituyan a ellos mismos.

Pero se trata de un negocio que no está del todo garantizado. Que se cumpla al pie de la letra va a depender del estado anímico de Yamamba en ese instante. Y existen quienes piensan que es precisamente su estado de ánimo voluble, el que algunas veces impele a este ser realizar episodios bondadosos, en vez de matar a los viandantes.

El influjo de esta leyenda en el pueblo nipón es tal, que en la década de los 90 del pasado siglo se usó el nombre “Yamamba”, para distinguir a una moda naciente entre los jóvenes del país.

Así las “yamambas” pasaron a ser jóvenes que emplean extravagante maquillaje. Son chicas de bronceado extremo, que pintan de blanco el área que rodea sus ojos y bocas, a modo de máscara. Pero además se decoloran la cabellera hasta lograr un rubio platino.

Como haz podido ver, este se trata de uno de mitos japoneses de terror más conocidos y actuales.

El bosque de los suicidios

La espesura del bosque de Aokigahara es tan tupida, que apenas deja pasar algún sonido. Apenas muy pocos rayos de luz solar pueden vencer el espeso follaje para colarse hasta la hojarasca que cubre el suelo.

Nos trae este otro de los más conocidos mitos japoneses, que en dicho paraje, alejado de los ruidos terrenales, al morir el día y reinar las sombras sólo puede oírse los sollozos de los millares de espíritus de las personas que decidieron quitarse la vida en aquel lúgubre monte.

De tal manera que a su fama de cobijar demonios, se le suma a este lugar la “condición” de ser «el bosque de los suicidios». Tal título le viene por estar considerado como centro de peregrinación para aquellos que desean suicidarse. Al extremo que en la actualidad es cosa común observar a la policía llegar al bosque para recoger un nievo cadáver.

Desde hace bastante tiempo, el bosque de Aokigahara ha sido escenario de escalofriantes sucesos. Hay registros que dan cuenta que en el siglo XIX, en medio de las epidemias y la hambruna que azotaban la región, las familias más pobres abandonaban en dicho paraje a los miembros de su familia más vulnerables, por no poderlos mantener.

Tales hechos dieron origen al mito de que el paraje reunía una gran cantidad de almas errantes. Y eran almas que aparecían sorpresiva y aterradoramente de entre las sombras de la fronda. Entonces la creencia de que bosque era un sitio para los suicidios, se fue extendiendo como pólvora desde el año 195. Una fama se ha mantenido hasta la actualidad.

Cifras tenebrosas

Es tanta la confluencia de suicidas, que las autoridades han declinado publicar registros sobre la cantidad de suicidas. Claro que la decisión busca no dar mayor popularidad al problema, esperando que de esta manera se vaya difuminando tal fama con el tiempo.

No obstante la estrategia pareciera no funcionar. Y es que según las estadísticas, cada año se quitan la vida en este paraje boscoso y tenebroso entre 50 y 100 personas.

Se comenta que es cosa regular observar anuncios diseminados por la zona, que expresan mensajes como este: «Tu vida es valiosa y te ha sido otorgada por tus padres. Por favor, piensa en ellos, en tus hermanos e hijos».

Termina el exhorto haciendo un llamado a las personas que tienen en mente el suicidio, que busquen ayuda y que no transiten el bosque solos. También es usual toparse con veredas cerradas con bandas de seguridad, en lugares que se estiman peligrosos.

Pero en un esfuerzo por controlar los suicidios, se conforman patrullas de voluntarios todos los años, encargadas de revisar el bosque buscando los cuerpos de los nuevos suicidas. Resultan turbadoras las escenas de los carros que quedan botados en el lúgubre paraje. Lo peor es que en ciertos casos con pertenencias adentro, ya que quienes los conducían no regresarán jamás.

Y ya para finalizar este otro de los mitos japoneses, te decimos la ubicación del misterioso paraje, por si te animas a ir. Este misterioso y aterrador bosque se ubica justo a los pies del monte Fuji, en la provincia de Yamanashi, a 100 kilómetros aproximadamente de Tokio.

Pero recuerda nunca ir solo.

El origen de la muerte

La mitología nipona refiere que las primeras deidades resolvieron crear dos seres celestiales. Una de esas deidades lleva por nombre Izanagi, mientras la otra es una diosa: Izanami. Tales divinidades tuvieron a su cargo la creación de numerosas islas, así como a otras deidades, con las que con el tiempo llegarían a dar forma a la tierra en la que vivimos en la actualidad.

Y como era de esperarse en quienes deben poblar un nuevo mundo, Izanagi e Izanami tuvieron abundante familia. No obstante cuando la diosa madre alumbró a Kagutsuchi, conocido como la deidad del fuego, ella murió.

Izanagi quedó totalmente abatido por el dolor de la pérdida. Amaba sinceramente a diosa-consorte y no toleraba pensar que pararía lo que le restaba de vida sin su amada mujer. De tal forma que esta circunstancia lo impulsó a emprender un largo viaje hacia la tierra de los muertos, el Yomi.

Al llegar a donde esperaba encontrarse con su amada, notó que a ese sitio sólo lo diferenciaba del mundo de donde él venía, una total y perenne falta de luz. Sí, en el Yomi reinaba la oscuridad. No obstante la paridad con el mundo de los vivos, Izanagi empezó a cambiar de ánimo. Extrañaba la luminosidad y los placeres mundanos. Y entendió que aquel reino sombrío no era para él.

El anhelado y decepcionante reencuentro

Entonces se apresuró a hallar a su amada. Y al hacerlo le rogó a la diosa que regresara con él al mundo de los vivos. Pero la respuesta de Izanami fue escupir a su esposo. Con esto se entendía que ya era demasiado tarde. La diosa no pretendía dejar el Yomi, pues se sentía a gusto, habiéndose acostumbrado ya a la noche eterna.

Pero Izanagi no aceptaría una negativa de Izanami, por lo que prosiguió con un tenaz empeño para persuadir a su mujer. Y su tenacidad dio frutos, cuando la diosa aceptó regresar con él, aunque antes rogó a su marido que le dejara dormir un momento sin entrar en su habitación.

Presa de los nervios y la impaciencia, la deidad no pudo esperar más tiempo en la oscuridad. Le urgía ver a su mujer, quería sentirla y acariciarla. De tal modo que entró mientras ella dormía y prendió un peine a modo de antorcha.

Entonces la visión que lo sorprendió le dejó absolutamente espantado. Su mujer se hallaba completamente desfigurada: su cuerpo estaba descompuesto y lleno de gusanos. No cabía duda de que la visión había asqueado a la deidad, la que salió velozmente de aquel aterrador mundo de los muertos.

Izanami despertó de su sueño, pero al notar el rechazo en rostro de su esposo, se encoleriza violentamente. Y comenzó a perseguirlo por todo el mundo de los muertos, con el propósito de quitarle la vida. A la cacería se unieron las Shikomes (mujeres asquerosas) salvajes. Como acto desesperado Izanami aventó su gorro, el que se convirtió en uvas negras que frenaron un poco el avance de sus perseguidoras. Sin embargo las furiosas mujeres continuaron su avance.

La Muerte toca a la puerta

Viendo el poco resultado de su ataque, Izanami optó por aventarles su peine. Dicho peine se transmutó en brotes de bambú, con lo que al parecer pudo frenar a las rabiosas Shikomes. Pero ellas no estaban solas, así que no entonces comenzaron a perseguirlo más espantosos seres de Yomi.

Apelando a otra medida desesperada, la deidad orinó debajo de un árbol, formando un gigantesco y caudaloso río. Pero al igual que las otras dos acciones, el resultado de esta estrategia defensiva también fue un fracasa. Acto seguido lanzó melocotones, con los mismos resultados. Aunque pudo llegar algo más lejos.

De esta manera al fin Izanagi pudo llegar, aunque exhausto, al portal que separaba el Yomi del plano terrenal. Entonces franqueó el umbral y cerró con la enorme roca que hacía de puerta. En ese momento su mujer chilló dolorosamente detrás de aquel impedimento. Luego maldijo a su esposo, al tiempo que le advertía que si no la dejaba pasar mataría diariamente a mil personas hombres.

Enfurecido Izanagi le respondió que por cada mil personas que ella matara, él daría vida a mil quinientas.

Así fue como comenzó a propagarse la muerte por el mundo de los vivos.

Y este es el extraño desenlace de uno de los mitos japoneses de amor más extendidos.

Namazu: dios de los terremotos

Este otro de los mitos japoneses, nos revela quién es el dios de los terremotos.

Según el mito el responsable de que la tierra se sacuda, con los consecuentes tsunamis, es el dios Namazu.

Esta deidad es representada como un colosal siluro que mora bajo la tierra. Este dios integra la lista de los Yokai que ya hemos descrito. Pero además se le relaciona con casi todos las catástrofes naturales.

Según el mito, antes de que Namazu se transformara en un aterrador y colosal pez, era conocido como el Sakana mono-iu. En esos tiempos sus dimensiones corporales eran normales, pero además disponía de la capacidad de comunicarse con las personas. Hasta podía transmutarse en un humano.

En ese estado reinaba en las aguas y se comentaba que quien se atreviera a atraparlo, sería castigado con las más terribles desgracias. Pero volviendo al Namazu dios de los terremotos, podemos decirte que esta deidad posee una descomunal fuerza. Tanto así que únicamente el dios Kashima puede superarlo en fuerza. Algo que caracteriza a esta deidad, es su preferencia por ocasionar estragos con los golpeteos de su musculosa cola.

Pero hay una forma de aplacar la ira de Namazu.

La deidad y la piedra

Se dice que la deidad Kashima, que ampara a los nipones tanto de los terremotos como de las demás amenazas del enorme pez, suele mantenerlo a raya. Esto lo logra con sus poderes mágicos, con los cuales sostiene una enorme roca sobre Namazu. Así lo aquieta, especialmente a su cola.

Pero no es cualquier piedra. Se trata de una roca sagrada, llamada Kaname ishi. A ésta la mitología nipona la considera el punto defensivo del plano espiritual. Su inmenso poder radicaría en que mantendría a las fuerzas negativas de la naturaleza domeñadas, especialmente a los terremotos.

No obstante Kashima no siempre logra impedir los enérgicos coletazos del monstruoso pez. En ocasiones se distrae, quizás por cansancio, o tal vez para hacer sus deberes con las otras deidades. Es en ese momento cuando Namazu aprovechaba para dar sus terribles coletazos, generando así los sismos y causando el pavor entre los humanos.

Pero rápidamente Kashima reacciona, volviendo a practicar presión con la gran roca sobre el fuerte cuerpo del pez subterráneo. Se sabe que todos los años durante el mes de octubre, Kashima debe ir al templo de Izumo. Allí efectúa importantes reuniones con otros dioses. Debido a lo cual recurre a Ebisu, una deidad en extremo apacible. Esta diosa es conocida por ser una de las deidades de la buena suerte.

Pero es obvio que con un temperamento como el suyo, no es el más adecuado para quietar a un gigante como Namazu. De tal modo que hace todo lo que puede sin mayor éxito, hasta que por fin regresa Kashima. Esto explicaría tantos los terremotos violentos como sus réplicas, además de la desaparición de las sacudidas y sus efectos. Aunque también fija un tiempo específico del año para los terremotos.

Los enloquecedores Tengu

Siguiendo los pasos de mitos japoneses más temidos, nos topamos con los tengu. Estas extrañas y aterradoras criaturas son duendes que habitan los montes nipones.

La apariencia de estas espantosas criaturas ha evolucionado con los siglos. Al comienzo del mito se les representaba como aves de índole sobrenatural, casi siempre parecidos a los plumíferos más rapaces. Pero ya en el siglo VIII se les caracterizaba con un aspecto híbrido, mezcla de pájaro y ser humano.

No obstante mucho más adelante en el tiempo, adquieren ante los ojos de la creencia popular nipona, aspecto totalmente humano. En esta nueva faceta sólo pervive de su pasado aviar las alas. Además de una nariz corva de desproporcionadas dimensiones.

Aunque se debe aclarar que en todas estas figuras descritas, siguen apareciendo en los relatos populares.

Lo otro que debes tener presente, es que los tengu con criaturas de cuidado. Esto se debe a que disponen de algunos poderes mágicos, especialmente el que tiene que ver con despertar en las personas tan elaboradas ilusiones que llegan a parecer reales.

Estos duendes suelen hacerse pasar por seres humanos, siendo el disfraz de monje su preferido.

El don de la espada

Aunque lo que más despierta curiosidad de estas criaturas de las montañas niponas, son sus extraordinarias cualidades para el manejo de espada. Se sabe que en oportunidades han sido ellos los que han iniciado en tal arte a algunos protagonistas de los mitos nipones. También se habla de que han hecho lo mismo con el jiujitsu, disciplina marcial que sería de su creación.

Otra característica que distingue a estos duendes, es su carácter. Se le muestra como seres huraños y pendencieros. No obstante hacen gala de un singular sentido del humor, pudiendo hacer bromas pesadas a sus víctimas, en ocasiones tan crueles llegan a afectar la cordura de los seres humanos que caen en sus manos.

De tal manera que es usual ver como sus raptados, cuando logran volver con sus familias, lo hacen totalmente locos.

Se dice que un samurai de nombre Kiuchi Heizayemon, se cruzó una noche en el camino con uno de estos duendes. Éste, después de desarmarlo hábilmente con su espada, lo hizo a subir en lo que parecía ser una bandeja de metal. Luego el extraño implementó alzó vuelo, para llevarlo en un paseo fantástico que la víctima estimó duró 10 días.

En tal viaje la persona voló sobre diferentes naciones, cuando realmente el viaje únicamente había demorado unos pocos segundos, más específicamente el tiempo que demoró la extraña bandeja voladora en posarlo en el techo más elevado de un templo próximo. De aquel tejado la víctima fue rescatada por unos amigos, quienes lo encontraron presa del pánico. Y tan sólo tocar suelo, el desdichado se desvaneció, para no volver en sí hasta luego de tres largos días.

Capacidad de agradecimiento

No obstante estas crueldades relatadas, los tengu pueden llegar mostrarse agradecidos. Según el escritor y traductor de obras orientales, el británico Lafcadio Hearn, en la montaña Hiyei-Zan que se ubica en las cercanías de Kyoto, uno de estos duendes premió al monje que le salvó la vida.

El relato del reconocido orientalista, refiere que el tengu embrujó al monje para que tuviera la visión de Buda orando en la cima del sagrado monte Gridhrakuta. Y es que ese había sido único deseo que el monje logró hallar en su corazón.

No obstante tal visión le valió al duende perder su poder de volar como las aves. Esto debido a que el monje desobedeció la advertencia de no hablar mientras experimentara aquella visión. De tal modo que Gohotendo, quien funge como el Guardián de la Doctrina, avisado por el habla de la visión de orden sacrílego que estaba presentándose en el lugar, bajó del cielo y quebró una de las alas del duende, a modo de ejemplarizante castigo.

La venganza del héroe

Pero también es conocido el mito de Yoshitsune, héroe nipón. Se cuenta que a su progenitor le dio muerte el jefe del clan Taira, llamado Kiyomori. Entonces su madre se vio en la obligación a contraer nupcias con el asesino de su marido, siendo ésta la única forma de salvar la vida de Yoshitsune y sus hermanos.

Estremecido por la tragedia del joven, el poderoso rey de los tengu, llamado Soyobo, decidió instruirle en todo lo que se puede saber del arte de la lucha con la espada. Así fue que Yoshitsune utilizó todos aquellos secretos aprendidos para llevar a cabo su venganza contra infame y cruel clan Taira. Es de destacar ya para ir culminando con otro de los mitos japoneses -y uno de los más bellos-, que la aceptación de estas criaturas como reales, se extendió hasta fechas más recientes.

Es así como en el año 1860, el señor de Dewa hizo público un decreto donde pedía a los tengu de la localidad desplazarse a otras regiones. Tal decreto tendría validez mientras durara la anunciada visita del shogún al templo de Nikko. Al parecer, a la autoridad de Dewa le inquietaba que los temperamentales tengu pudieran centrar sus sátiras en el gran señor, el shogún.

Kitsune: el místico zorro japonés

En la lengua nipona “kitsune” quiere decir zorro. Pero esa simple palabra  también sirve para distinguir a un espíritu que habita los bosques, que presenta la apariencia de un zorro. Se le tiene por el encargado de velar por los bosques y las villas que estos rodean.

Su origen es fijado en los lejanos tiempos del Antiguo Japón. Eran épocas en las que estas criaturas solían vivir en armonía con las personas, resultando de esta simbiosis un sinnúmero de leyendas. Es menester destacar que el Kitsune tiene gran importancia en la mitología nipona, toda vez que se tiene al zorro por un ser inteligente. Pero además el mismo tendría poderes mágicos, lo que van aumentando conforme avanza la edad del animal, al igual que aumenta su sabiduría.

Uno de esos poderes le da a kitsune la posibilidad de metamorfosearse. Siendo sus formas preferidas la de una hermosa joven y el de un venerable viejecito. Pero puede llegar a adoptar la forma y apariencia exacta de una persona en particular. De esta manera la criatura mítica llega a hacerles pesadas bromas a las personas. No obstante en su representación de zorro su papel es de guardián.

Un rabo delator

Pero a pesar de su habilidad para transformarse, puede ser fácilmente descubierto, si se abren bien los ojos. Resulta que a estas criaturas se les hace difícil ocultar sus colas una vez transmutados en seres humanos. Además sus sombras se mantienen con la figura del zorro, delatándose así su identidad real.

La superstición nipona relaciona al kitsune con el dios Shinto Inari, deidad de la fertilidad, los agricultores y, por su puesto, de los zorros. Funge como el mensajero de Shinto Inari, con lo que fortalece sus poderes especiales. Poderes que son retribuidos por los seres humanos con ofrendas, tal como si se tratara de una auténtica deidad.

Pero existen otras versiones de kitsune. Una de ellas es el ninco. Se trata del espíritu de un zorro invisible para las personas, quienes únicamente logran detectarlo cuando son poseídos por el espíritu. Mientras que otra de las tantas tradiciones catalogan a los kitsune dependiendo de sus poderes. De tal manera que darse trece clasificaciones distintas.

Entre tanta variedad destaca uno, que tiene semejanzas con los vampiros, pues se nutren de las almas de sus víctimas.

Sobre la prosperidad y la eternidad

Por último te traemos uno de los mitos japoneses cortos, que aún se mantiene firme en la milenaria cultura nipona. Se trata del Ninigi, quien es nieto de Amaterasu. Se dice que conoció a la Princesa Konohana-sakuya, la hija del Amo de las montañas, llamado Yamatumi.

Resulta que ambos jóvenes se enamoraron locamente, por lo que Ninigi pidió al Amo de las montañas la mano de su amada. Y Yamatumi estuvo tan contento que además de la mano de Sakuya, también le brindó la de su otra hija, Iwanaga. No obstante Ninigi se casó solo con Sakuya, rehusando a su hermana.

En respuesta el padre exclamó que Iwanaga estaba bendecida con la eternidad, mientras que Sakuya lo estaba de la prosperidad. Y le advirtió al joven enamorado que al haber rehusado a su otra hija, su vida sería fugaz en lo venidero.

Por aquella decisión Ninigi y su descendencia se convirtieron mortales.

Y si este artículo sobre mitos japoneses fue de tu agrado, no dejes de leer este otro: Entérate sobre las leyendas peruanas más aterradoras.

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