Mitos, relatos y leyenda sobre el rey Agamenón

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Agamenón es sin dudas uno de los personajes más relevantes de la historia de la antigua Grecia. El poeta Homero lo ha inmortalizado y en esta ocasión aclararemos algunas de las principales dudas que envuelven a este mítico rey. No te lo pierdas.

Agamenón

¿Quién fue Agamenón?

Sin lugar a dudas Agamenón es uno de los más ilustres héroes de la mitología helena. Sus aventuras las detalla magistralmente Homero en la Ilíada. Era Agamenón hijo del rey de Micenas, Atreo, y de la reina Aérope. Y fue hermano de otra figura célebre de la mitología griega: Menelao.

Tanto en la Ilíada como en muchas otras obras, se asegura que Agamenón es hijo de Atreo, y por consiguiente nieto de Pélope y bisnieto de Tántalo. No obstante otros historiadores lo consideran hijo de Plístenes, lo que lo convertiría en nieto de Atreo.

Y sería en casa de su abuelo Atreo, según esta versión de la historia, donde él y Menelao fueron educados, luego de la muerte de su padre.

En tanto que su madre sería Aérope según la mayoría de las fuentes, aunque otras mencionan a Erífile como la esposa de Plístenes y en consecuencia madre de Agamenón.

Además de Menelao, Agamenón contaba con una hermana. Aunque su nombre varía según la fuente histórica, pudiendo ser Anaxibia, Cindrágora o Astíoque.​

En lo que no hay dudas es que ambos hermanos fueron criados junto a Egisto, vástago de Tiestes, en el palacio del rey Atreo. Pero cuando llegan a la adultez, Atreo encomendó a Agamenón y Menelao la tarea de hallar a Tiestes.

Y lo hicieron, en Delfos. Luego lo trasladaron y presentaron ante Atreo, quien le encerró a una oscura prisión.

Después se instruyó a Egisto para que le diese muerte, pero al reconocer a su padre no pudo concretar tan abominable tarea. Así que decidió matar a Atreo, y una vez hecho esto, aunque no sin antes haber expulsado a Agamenón y Menelao, se apoderó junto a su padre el reino de Micenas.

La llegada de Agamenón a Esparta

Ambos hermanos vagaron de forma errática por un tiempo, hasta que lograron llegaron a Esparta. Allí Agamenón contrajo nupcias con Clitemnestra, hija de Tindáreo. De ese matrimonio nacieron Ifianasa, mejor conocida como Ifigenia, Crisótemis, Laódice o Electra, y Orestes.

Mientras que su hermano Menelao casó con Helena.

Ahora bien, la manera en la que Agamenón regresó a Micenas se contradice según las fuentes que se consulten. Es así como en la historia de Homero se refleja que habría ocurrido al suceder de manera pacífica a Tiestes. No obstante, otros relatos refieren que Agamenón expulsó a este soberano para usurpar su trono.

Lo cierto es que luego de entronizado como rey de Micenas, subyuga al pueblo Sición asumiendo también como su rey, convirtiéndose de esta manera en el más poderoso de los príncipes de Grecia.

En el pasaje de la Ilíada, llamado “Catálogo de las naves”, se dimensionan los dominios del ya muy poderoso soberano.​ De esta manera Homero confiere a Agamenón la autoridad sobre Argos,​ se está refiriendo a la región del Peloponeso. Esto se debe a que la ciudad de Argos era regida por Diomedes.​

Pero Estrabón agrega que el nombre de Argos, era empleado en ocasiones por los bardos trágicos como sinónimo de Micenas.

Agamenon y la guerra de Troya

Pero ahora veamos cómo se relacionan Agamenón y la guerra de Troya.

Nos relata la mitología helena, que este episodio fue una conflagración en la que se pelearon una alianza de ejércitos aqueos contra la muy famosa ciudad Estado de Troya, del Asía Menor (mencionada algunas veces en la historia como Ilión) y sus coaligados.

Se refiere Homero a dicha guerra, como a una expedición de castigo encabezada por los aqueos. Mientras que su origen (casus belli) habría sido la fuga de la bella Helena de Esparta con Paris, príncipe de Troya.

Esta conflagración representa uno de los fundamentos centrales de la narrativa greco-latina. Misma que fuera inmortalizada en un conjunto de poemas de índole épicos. No obstante de ellos únicamente dos se han conservado intactos hasta nuestros tiempos: la Ilíada y la Odisea, siendo las dos creaciones de Homero.

Por su parte, La Ilíada ofrece un episodio de esta conflagración, mientras que La Odisea describe las incidencias del viaje de regreso a casa de Odiseo, uno de los más conspicuos guerreros griegos. Además hay que destacar que otras partes de dicha historia, así como diferentes adaptaciones de la misma, son producto del cálamo de juglares nacidos en las Grecia y Roma de las siguientes generaciones.

Agamenón

¿Mito o realidad?

También es necesario recalcar, que los griegos de la antigüedad estiman que los episodios narrados por Homero, eran verdaderos. De tal modo que pensaban la guerra de marras se había llevado a cabo en el siglo XIII a. C., o bien en el siglo XII a. C.

Igualmente creían firmemente que Troya estaba ubicada en las cercanías de un estrecho canal que une los mares Egeo y Mármara, al noroeste de la antigua Anatolia (hoy Turquía). Un ejemplo de ello no lo da el historiador Heródoto, quien no sólo pensaba que la guerra había sido real, sino que habría sido el origen de las enemistades posteriores entre los imperios persa y griego.

No obstante en tiempos modernos, tanto la guerra como la ciudad de Troya ya eran catalogadas como legendarias.

Pero ¡Oh sorpresa! En el año 1870 un arqueólogo alemán, Heinrich Schliemann, descubrió en una excavación en la colina de Hisarlik -donde suponía había estado la ciudad-Estado de Troya-, los vestigios de la antigua metrópoli de Nueva Ilión.

¿Hubo más de una Troya?

La maravillosa sorpresa fue surgiendo en capas, pues debajo de las ruinas halló otras, y más abajo de estas aun había otras. Cada capa de estas reliquias representaba los restos de diferentes ciudades y civilizaciones, que daban muestras de haber sido ocupadas en épocas también diferentes.

Schliemann aspiraba encontrar la Troya descrita por Homero, no obstante con el paso de los años, logró exponer hasta 7 asentamientos que yacían enterrados en aquel lugar, y más tarde otros tres para redondear en 10 la asombrosa cifra.

Ahora resta determinar cuál de las diez ruinas pertenece a la Troya homérica. Aunque se da por un hecho que las reliquias más profundas pertenecen a la llamada Troya I. Esta era una ciudad prehistórica, tan antigua que sus pobladores no conocieron el empleo del metal.

Para esos días del descubrimiento, se definió que la capa más superficial pertenecía a Troya IX, la más reciente. No obstante, otros historiadores piensan que los vestigios pertenecientes a las Troyas VI y VII, son las que deben ser relacionadas con la ciudad inmortalizada por el poeta griego. Esto debido a que las anteriores serían muy pequeñas, mientras que las posteriores serían ciudades griegas y romanas.

Pero las opiniones varían aún más. Y es que no pocos estudiosos de la historia consideran que los relatos homéricos representan una mezcla de historias de diferentes asedios y excursiones de los helenos de la Edad del Bronce o del periodo micénico.

Aunque también enfatizan que estas historias no describirían hechos reales. No obstante, quienes si creen que la epopeya de Troya deviene de una guerra real, la datan entre el siglo 1300 a. C. y el 1100 a. C.

Agamenón

Antecedentes de la guerra de Troya

Pero para entender un poco más las acciones que caracterizan a Agamenón y que lo han perseguido por los siglos a través de la historia, debemos conocer un poco más sobre la Guerra de Troya. Veamos entonces dos de sus principales antecedentes.

El juicio de Paris

Cuenta la leyenda que Zeus se erige rey de los dioses, luego defenestrar a su padre Crono. Pero a su vez, Crono había hecho lo propio con su progenitor, Urano.

Pero Zeus ya rey de los dioses, es testigo de una profecía que asegura que él igualmente será defenestrado por uno de sus descendientes.

Aunque otra profecía le advierte que un hijo de la ninfa Tetis, sería más grandioso que su padre. Quizás por esta razón Tetis, siguiendo órdenes de Zeus, contrajo nupcias con un mortal, que era el rey Peleo. Así pues, Peleo y Tetis engendraron un hijo al que llamaron Aquiles. Pero éste, a decir de otra profecía griega, moriría siendo aún muy joven en Troya.

De tal manera y con la intención de protegerla, siendo todavía un niño, su madre lo bañó en la mítica laguna Estigia. Con ese baño se suponía le haría invulnerable, que nada dañaría su cuerpo, salvo si penetraba por su talón, que por ser por donde lo asió Tetis para introducirlo en el agua, no se humedeció con el agua “milagrosa”.

La manzana de la discordia

Fue una gran fiesta. Todos los dioses asistentes a la boda de Peleo y Tetis, exceptuando a Eris. Esta última se apareció de repente en la celebración dejando sobre el mesón una manzana de oro con la inscripción “kallisti”. Tal inscripción se traduce como “para la más hermosa”.

Entonces la fruta dorada fue exigida tanto por Hera y Atenea, como por Afrodita, quienes se creían las más hermosas, generando así un conflicto desagradable. Por lo que Zeus resolvió el impasse designando como árbitro a Paris, príncipe de Troya. Ya en este punto debemos precisar, que el apuesto chico había crecido como modesto cuidador de rebaños. Así lo refiere una profecía que advertía que él sería el responsable de la tragedia de Troya.

Entonces las tres diosas intentaron sobornar a Paris. Por su parte Atenea le ofreció sabiduría, además habilidad para las batallas igualandolo a los grandiosos guerreros del pasado y el presente. En tanto que Hera le prometió el poder político y el control sobre Asia. Mientras que la diosa del amor se decantó por ofrecer el afecto incondicional de la dama más hermosa del mundo.

Sólo entonces París entregó la manzana a Afrodita, para luego regresar a Troya.

El rapto de Helena

Pues la dama más bella del mundo resultó ser Helena. Hija de Leda, que aunque había casado el rey de Esparta, Tindáreo, se decía que el libidinoso Zeus la había seducida trasmatándose en un hermoso cisne.

Como en otros casos, aquí los relatos también se contradicen, especialmente en lo concerniente a los cuatro hijos de Leda. La duda razonable era sobre qué vástagos de ella eran hijos de Zeus y cuáles de Tindáreo. Aunque Homero no dudaba en presentar a Helena como hija de Zeus.

La hermosa Helena contaba con numerosos pretendientes, y Tindáreo su presunto padre estaba poco ganado a la idea a elegir uno de estos pretendientes. Esto obedecía al temor que el rey sentía, a que los que no fueran escogidos decidieron vengarse.

Pero uno de los aspirantes al amor de la chica, llamado Odiseo, quien era originario de Ítaca, planteó un plan. De esta manera el astuto Odiseo comprometió a todos sus rivales defender la unión de Helena con quien ella escogiese como marido.

La decisión

Y ella se decidió finalmente por Menelao, quien humildemente no formalizó la petición por sí mismo, sino por intermedio de su hermano Agamenón. Recordemos que ambos hermanos vivían en la corte de Tindáreo, desde la época de su destierro de Micenas, cuando fuese asesinado su padre Atreo.

La defenestración había ocurrido por mano de su hermano Tiestes y el hijo de éste, Egisto.

Pero la suerte cambiaba y ahora Menelao heredaba el trono de Esparta del supuesto padre de su ahora reina, Helena. Mientras que Agamenón, desposado con la hermana de Helena, Clitemnestra, recuperaba el reino de Micenas.

No obstante el destino estaba trazado, como bien lo advertía la profecía. Y así, enviado a concretar alianzas diplomáticas a Esparta, Paris se enamoró de Helena.

Entonces con la complicidad de Afrodita, quien debía saldar su vieja deuda, la raptó al tiempo que la seducía. Para luego llevarla como esposa a Troya.

Pero ahora debemos recordar el juramento de todos los pretendientes de Helena, aquel que invocó el astuto Odiseo. De esta manera todos los reyes y príncipes de Grecia fueron convocados honrar su palabra y recuperar la mujer para devolverla a su marido.

La jefatura de las tropas

Por su parte el astuto Odiseo estaba casado con Penélope, con quien había engendrado un hijo llamado Telémaco. Pero aun cuando era el promotor del juramento, Odiseo no quería ir a la guerra. Así que fingió locura, sembrando sus campos de sal. No obstante Palamedes fue más astuto que él, colocando a su pequeño hijo Telémaco delante del arado.

A Odiseo no le quedó más remedio que incorporarse, ya que de lo contrario asesinaría a su propio hijo. De esta manera revelaba Odiseo su cordura y se veía forzado a marchar a la guerra.

A todas estas, el augur Calcas había presagiado que la ciudad de Troya jamás sería conquistada, mientras Aquiles no participará en la lucha. Y Tetis, conocedora de que su hijo Aquiles perecería si peleaba en Troya, disfrazó al guerrero de cortesana del rey Licomedes.

Se cuenta en las leyendas que allí tuvo Aquiles amoríos con la hija del monarca, llamada Deidamía. De esa relación habría nacido un hijo, Neoptólemo.

Pero cuando todo marchaba tan bien, el astuto Odiseo sorprendió a Aquiles entre las damas de la corte. Al descubrirlo logró que, como él, también se embarca en la expedición que se dirigiría a Troya.

Sin embargo otro oráculo había profetizado que se requeriría la osamenta de Pélope, progenitor de Atreo Y, el abuelo de Agamenón y Menelao, para alcanzar el triunfo en la anunciada guerra. Así que los griegos llevaron los huesos para que les ayudarán a vencer en la guerra.

Ya por último, se conformó una flota que superaba los mil barcos, comandada por Agamenón.

El viaje a Troya

Pero las cosas comenzaron mal. Y es que cuando los helenos zarparon a la conflagración de Troya, equivocaron el rumbo y fueron a dar a Misia, una región gobernada por Télefo.

En una de las batallas, Aquiles hirió a Télefo. Y debido a que su herida no cicatrizaba, el rey de Misia consultó al oráculo, a lo que éste profetizó que el propio Aquiles le curaría la herida, y que sólo así sanaría.

Entonces Télefo se disfrazó de mendigo y solicitó a Aquiles que le ayudase a cicatrizar su herida. Pero Aquiles declinó esgrimiendo que no disponía de conocimientos médicos.

Ante aquella respuesta, el astuto Odiseo dijo a Télefo que si la lanza había ocasionado la herida, entonces la lanza también podría cicatrizarla. Así que se pusieron pequeños trozos de la lanza sobre la herida, con lo que ésta cicatrizó.

Como agradecimiento, Télefo les indicó el camino a Troya.

Pero la suerte no había mejorado del todo. Así que cuando la expedición se disponía a zarpar nuevamente, esta vez desde Áulide, los vientos se detuvieron.

Por lo que el adivino Calcas estimó que la diosa Artemisa estaba reprendiendo a Agamenon, por haber matado un ciervo sagrado y jactarse de ser el mejor de los cazadores.

El sacrificio de Ifigenia

Al parecer, la única manera de calmar la ira de Artemisa era sacrificando a la hija de Agamenón, Ifigenia.

Así que llevaron a la bella joven desde el reino de Micenas hasta Áulide. Para lo cual la habían engañado haciéndole creer se casaría con Aquiles. Cuando arribó Ifigenia y Agamenón se preparó para el sacrificio, casi que en el último instante, Artemisa cambió a la joven por un ciervo.

Luego ocultó a la bella chica en Táurica, donde ésta fue sacerdotisa de su culto. En ese lugar se encargó de sacrificar a cualquier extranjero que llegara, para honra a Artemisa.

El poeta y filósofo Hesíodo, cuenta Ifigenia se convirtió en la diosa Hécate. Mientras que en las tragedias de Eurípides y Sófocles, el sacrificio de Ifigenia se refleja como el principal motivo de Clitemnestra para dar muerte a su esposo, a su vuelta de Troya.

La venganza

Crimen que posteriormente es vengado por Orestes, hijo de Agamenón.

Otro personaje de importancia en esta leyenda, es Filoctetes. Era un amigo de Heracles, o Hércules como se le nombra en la mitología romana. Y por haber prendido fuego a la pira funeraria de éste, cuando más nadie ni siquiera intentó hacerlo, fue obsequiado con su arco y flechas.

Con sus regalos, Filoctetes comandó siete barcos colmados de soldados hasta Troya, donde pensaba pelear en el bando de los griegos. Pero antes tuvieron que detenerse en una isla para reponer suministros. Entonces en ese lugar Filoctetes fue mordido por una venenosa culebra.

Relata la leyenda que la herida se infectó, por lo que comenzó a despedir un feo hedor. Esto motivó a los Atridas, por consejo de Odiseo, a ordenar a Filoctetes quedarse en Lemnos

Entonces Medonte, hijo de Oileo, asumió la jefatura de los soldados de Filoctetes, quien se vio obligado a permanecer solo en Lemnos por diez largos años.

Y llegó la guerra

Y por fin, luego del accidentado viaje comandado por Agamenón, los barcos aqueos arribaron a las costas de Troya. Allí los esperaba el poderoso un ejército troyano, compuesto en su mayoría por certeros arqueros y fueros guerreros.

Consultado el oráculo, como era costumbre éste vaticinó que el primero de los griegos en pisar suelo troyano, también sería el primero en morir. Y fue Protesilao, capitán de los soldados filaceos, quien lamentablemente hizo cierta tal profecía.

El príncipe Héctor mató al soldado filaceo. Luego Laodamía, esposa de Protesilao, se quitó la vida al no poder soportar el dolor. Pero de inmediato Protesilao, fue sustituido en la refriega por su hermano Podarces.

Luego de una batalla campal en la costa, los aqueos pudieron ganar. Entre muchos otros, el fiero Aquiles dio muerte a uno de los hijos de Poseidón, llamado Cicno. Éste peleaba en las líneas de Ilión. Cicno se suponía invulnerable a todo tipo de armas, y por eso Aquiles lo estranguló.

Entonces los griegos rodearon Troya, sitiándola por un lapso de 10 años. En ese tiempo el ejército heleno saqueó numerosas ciudades adyacentes.

Además, en la distribución del botín de guerra, Agamenón hizo su esclava a Criseida, hija de un sacerdote de Apolo llamado Crises. Y cuando éste intentó pagar por el rescate de su hija, fue vejado. Así que ante tal afrenta, pidió a su dios que castigara a los griegos. Escuchado por Apolo, el ejército heleno fue diezmado por una plaga.

Hechos que inspiran la Ilíada

Una vez más el oráculo se manifestó a través de Calcas, y predijo que la plaga sólo se detendría si Agamenón regresaba a Criseida a su padre. Enfurecido por la sentencia, además por el hecho de que Aquiles hubiera garantizado su acatamiento, Agamenón convino regresar a la chica, pero por venganza tomó entonces a la amante de Aquiles, Briseida.

Por tal razón Aquiles y Agamenón se enemistaron, a tal punto que el primero se negó a seguir peleando contra el ejército de Troya.

Pero el orgullo de Aquiles iría más allá. Así que, aun claro en que los griegos estaban predestinados a vencer en aquella guerra, exigió algo a su madre. Ella, Tetis, debía interceder ante el gran Zeus para que a los helenos las cosas les salieran muy mal, hasta que Agamenón le pidiera perdón.

En consecuencia, durante los días sucesivos los griegos fueron severamente golpeados en el campo de batalla. De tal modo que los principales soldados, excepto Áyax, fueron abatidos o heridos de gravedad. Mientras los troyanos, dirigidos por el valiente príncipe Héctor, rompían las posiciones helenas hasta llegar incluso a sus barcos.

La valentía de Áyax y la muerte de Patroclo

Afortunadamente para los dirigidos por Agamenón, las tropas troyanas no lograron incendiar los barcos, gracias a la aguerrida resistencia opuesta por Áyax y a la oportuna llegada de Patroclo.

Advirtiendo el inminente peligro, Aquiles había permitido que su amigo Patroclo portara su armadura personal. Y que además dirigiera sus soldados en la refriega.

Así, la llegada salvadora de Patroclo insufló ánimos a los griegos, quienes al verlo con la armadura de Aquiles lo confundieron con éste. De tal manera que pronto lograron repeler a los agresores y salvar los barcos. No obstante, con ayuda de Apolo el príncipe Héctor abatió en batalla a Patroclo, quedándose con la armadura de Aquiles.

Presa de un dolor gigantesco, Aquiles prometió venganza. Así que entró nuevamente en batalla y enfrentó a Héctor, a quien mató. Luego arrastró sus restos mortales sujetos a su carro, rodeando las murallas de Troya por 3 ocasiones.

Aquiles, cegado por el odio, se negó a regresar el cuerpo del príncipe Héctor a su pueblo para los tradicionales ritos funerarios. Hasta que el propio rey Príamo, en compañía de Hermes, una noche se presentó en persona y suplicó al guerrero que le entregase a su hijo.

Con el conmovedor acto, Aquiles convino una tregua de doce días, en los que debían realizarse los funerales del príncipe.

Muerte de Aquiles

Luego de matar a Héctor, el guerrero heleno dominó a Memnón de Etiopía, e hizo lo propio con la amazona Pentesilea. No obstante el destino de Aquiles estaba echado. Así que después de estos eventos Aquiles muere.

Sobre su deceso hay algunas contradicciones. Un versión señala que su muerte fue a causa de una flecha disparada por Paris y que se clavara en su talón, pero guiada por Apolo. Mientras que otra afirma que la flecha habría sido disparada directamente por el dios.

La osamenta de Aquiles fue mezclada con la de Patroclo, y se prendió la pira funeraria, como era costumbre. En las historias de la antigua Grecia, luego de su muerte usualmente es representado morando, tal como Áyax, en Leuce, una isla ubicada en la desembocadura del Danubio.

Pero aún hay otra historia que contradice a las anteriores. Ésta asegura que Aquiles se había comprometido con el rey Príamo, a que si consentía su boda con su hija Políxena, abandonaría el ejército griego para luchar a lado de Troya.

Pero después de acordar una cita en el templo de Apolo, Paris dio muerte a Aquiles asestando una flecha en su talón, o bien con una daga clavada por la espalda.

La armadura de Aquiles

Pero muerto Aquiles, ahora su armadura se convirtió motivo de pelea entre Odiseo y Áyax. Así que compitieron por la misma, ganado el duelo el siempre astuto Odiseo.

Entonces Áyax, enfurecido, prometió matar a sus compañeros. Y en un arrebato de locura, empezó a matar ganado, creyendo que eran los soldados helenos. Terminada su carnicería, se quitó la vida.

Pero aún la guerra de Troya no había terminado. Así que los griegos capturaron a Héleno, un mago hijo del rey Príamo. Éste adivino fue torturado hasta que soltó el secreto para conquistar Troya.

Héleno aseguró que los griegos sólo se impondrían si rescataban las flechas de Heracles que, como se recordará, estaban en manos de Filoctetes.

Acto seguido robaron la estatua de Palas Atenea y convencieron a Neoptólemo, hijo de Aquiles, para que se uniera a la guerra. Éste estaba oculto en Esciro para evadir la guerra, sin embargo los helenos le hallaron.

De esta manera Odiseo y Neoptólemo fueron por Filoctetes. Se dice que su lesión fue curada bien por Macaón o bien Asclepio. Lo cierto es que luego Filoctetes dio muerte a Paris, con sus saetas llameantes.

El caballo de Troya

El sitio de Troya se extendió por diez años. Entonces los griegos pensaron en una nueva artimaña. Se trataba de un enorme caballo de madera, pero un caballo hueco.

Y el noble animal fue elaborado por Epeo, para luego ser ocupado su interior por soldados helenos, dirigidos por el astuto Odiseo. Mientras tanto la armada griega restante fingía zarpar. Para concretar la trampa, un espía griego llamado Sinón, se encargó de convencer a los troyanos de que el animal de madera era una ofrenda a la diosa Atenea.

No obstante las advertencias tanto de Laocoonte como de Casandra, los habitantes de Troya llevaron dentro de las murallas de su ciudad, al enorme caballo. Una vez allí celebraron una gran fiesta, y cuando los helenos emergieron del animal de madera, toda la ciudad yacía por los efectos de la bebida.

Entonces, sin ninguna oposición, los soldados griegos abrieron las pesadas puertas de la ciudad amurallada. Así entró al resto del ejército y saquearon sin ninguna compasión la gran ciudad.

El saqueo de Troya

Una noche el espectro de Aquiles se apareció frente a los supervivientes de la guerra. El fantasma exigió que Políxena, princesa de Troya, fuese sacrificada antes de que los soldados vencedores regresaran a sus hogares. Y fue Neoptólemo el encargado del sacrificio.

Relata la Odisea, que la flota de Menelao, hermano de Agamenón, fue desviada por varias tormentas hacia Creta y Egipto. Una vez allí se les imposibilitó reanudar la navegación por falta de vientos. De tal manera que Menelao se vio en la obligación de atrapar a Proteo, conocida deidad de los mares, para que le dijera cuáles sacrificios debían hacer a los dioses, a objeto de lograr un regreso seguro.

Y eso hizo Proteo, aunque también dijo algo más a Menelao. Le contó que su sino era el Elíseo después su muerte. Entonces Menelao zarpó a Esparta con Helena.

La partida de las tropas

Por su parte, Odiseo, luego de 10 años de viaje, llegará a Ítaca. En total serían veinte largos años de ausencia: los diez de la guerra y los diez del viaje de regreso.

Su larga y accidentada travesía de regreso, es ampliamente descrita por Homero en la Odisea. Visitó la tierra de los cicones, y luego de saquear una de sus villas, es expulsado con brutal furia, al extremo que tan sólo uno sus barcos sobrevivió.

También se mencionan sus correrías por los predios de los lotófagos y por la ínsula de los cíclopes, donde murieron a cuatro de sus soldados. También es ubicado en la historia en la isla de Eolo, donde recibió la bolsa de los vientos. Así como por el país de los lestrigones, donde son devorados dos de sus guerreros.

Mientras que en la isla de Circe se detuvo por un año y concibió un hijo. En Cimmeria fue al infierno, donde entabló conversación con sus antiguos camaradas y con su madre. La famosa obra también lo ubica  en la isla de Calipso, donde se quedó varios muchos años. Siendo su último reino visitado el de los feacios.

Cuando por fin arribó a su tierra, numerosos aspirantes al trono que le suponían muerto, le dieron batalla. Pero fueron Telémaco, Eumeo y Filiato los que abatieron a los rivales. Así este héroe recuperó su trono.

Sacrificios y reinos en el exilio

Finalizada la conflagración, la nave de Idomeneo es azotada por una fuerte tormenta. Para salvarse, Idomeneo juró a Poseidón  sacrificar el primer ser viviente que viese de regreso a hogar, siempre que éste salvara la nave y a la tripulación.

Con la mala suerte que el primer ser viviente que se cruzó en su camino fue su propio hijo. Y como las promesas son para cumplirlas, no le quedó más remedio que sacrificar al chico.

Pero los dioses se enfadaron por el asesinato y le condenaron al exilio, en la región de Calabria.

Aunque otra versión asegura que fueron sus propios súbditos quienes lo expulsaron, culpándolo de llevar consigo una peste desde Troya. En este caso habría huido a Calabria, pasando después a Colofón, en Asia Menor, lugar donde finalmente moriría.

Mientras que en otra historia, la peste golpea Creta como castigo por el sacrificio del hijo de Idomeneo.

En el caso de Astianacte, hijo de Héctor, una versión narra que murió a manos de Neoptólemo, o quizás de Odiseo, tras ser aventado de lo alto de una torre. En tanto que otra historia asegura que integró el grupo de troyanos que logró huir con Eneas.

Sobre Neoptólemo, se dice que esclavizó a Andrómaca y Héleno, casándose con la primera. Además se habría enemistado con Orestes, debido a que el hermano de Agamenón, Menelao, le había ofrecido en matrimonio a una de sus hijas a él, pero luego quiso entregársela en nupcias Neoptólemo.

En consecuencia lucharon, resultando la muerte de Neoptólemo. Así que Héleno casó con Andrómaca, reinando sobre un grupo de troyanos exiliados en lo que en algún momento fueron predios de Aquiles. Y allí lo ubicó Eneas en su periplo a Italia.

Una nueva Troya

De a reina Hécuba de Troya, se sabe que fue esclavizada por los aqueos. Había sido parte del botín de guerra correspondiente a Odiseo.

Al desembarcar los griegos en Tracia, se le informa a Hécuba de que el rey Polimnestor había matado a su hijo Polidoro. Entonces en venganza asesinó al rey.

Una versión de la historia señala que su muerte como un suicidio por desesperación. Mientras que otra versión da cuenta de que serían los griegos quienes la mataron. Pero como con las cosas de los griegos antiguos, aún hay otra historia. Ésta asegura que los dioses la convirtieron en una perra, al oír su penoso lamento por el deceso de sus hijos.

De Licaón fue sometido por Aquiles y vendido como esclavo en Lemnos. No obstante habría logrado retornar a Troya, donde pereció en batalla; y como era de esperarse, a manos de Aquiles.

Debido a que Antenor, cuñado de Príamo, contribuyó a regresar a Helena a los helenos, se le perdonó la vida. Después éste encabezó un grupo de troyanos que echaron raíces en las costas del mar Adriático. Allí fundaron una nueva Troya.

También se le adjudican a Antenor las fundaciones de las míticas Venecia y Padua.

Los troyanos y el nacimiento de Roma

En cuanto a la surte de Eneas, nos dice la historia que encabezó otro grupo de sobrevivientes de la devastación de Troya, que decidió asentarse lejos de sus ruinas. El grupo incluía a su hijo Ascanio y progenitor Anquises, así como su trompeta Miseno y el galeno Yápige.

Creúsa, su esposa, desapareció en medio del saqueo de Troya. Lograron escapar de ciudad en llamas a bordo de varias naves. La idea era desde un principio asentarse en un nuevo hogar. En su empeño llegaron a diferentes reinos cercanos, pero éstos no ofrecieron ninguna hospitalidad. Hasta que finalmente se les profetizó que debían regresar al pueblo de sus ancestros.

Al principio pretendieron hacerlo por Creta. No obstante se asombraron al notar que estaba devastada por la misma plaga que ocasionó la expulsión de Idomeneo. Entonces en su camino hallaron la colonia regida por Heleno y Andrómaca, pero algo que no sabemos los desmotivó a asentarse allí.

Y siguieron su trajinar. Así, después de 7 años arribaron a Cartago. En esta ciudad Eneas sostuvo un amorío con Dido. Pero luego de ese tiempo, los dioses les conminaron a seguir el largo viaje, lo que provocó el suicidio de la bella Dido se suicidó. Hasta que finalmente pisaron tierra italiana.

Una revelación del inframundo

En este punto de la historia, una sibila llevó a Eneas al inframundo, donde vaticinó la gloria y esplendor de Roma. Así pues, Roma se fundó por este grupo de troyanos que huían de la desgracia de su propio pueblo.

Para concretar su propósito, Eneas trazó una localidad con el regente de aquellas vastedades, llamado Latino. Luego de lo cual contrajo nupcias con su hija, la princesa Lavinia.

No obstante, estos acuerdos motivaron una lucha con algunas de tribus de la región, aunque finalmente la nueva ciudad se fundó, con el nombre de Lavinio. Luego su vástago Ascanio sentó las bases de Alba Longa. Y ya tres siglos más tarde, sus sucesores Rómulo y Remo dieron vida a Roma.

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La muerte de Agamenón

Y ya casi para finalizar, veremos cómo murió agamenón. El título de este aparte: “La muerte de Agamenón”, ha servido para nombrar también una famosa ópera. Pero ahora nos ocupa la historia escrita y no la música, así que adentrémonos por esta vía de las letras.

Nuestra base son los poemas de Homero y las historia de Esquilo. En ellas no sólo se habla de las glorias de este gran héroe, sino también de sus drásticas decisiones. Recordemos primero que en su accidentado viaje a Troya, Agamenón había ordenado el sacrificio de su hija Ifigenia.

Después hay que recordar lo referente a Casandra, suceso que habría sido la gota que derramó el vaso.

Agamenón luego de tomar a esta princesa como premio de guerra, regresa a su reino Micenas. Pero allí lo esperaba una dolorida reina, Clitemnestra. Ella, sedienta de venganza, por la suerte de su hija y por la infidelidad de su marido, se había coludido con Egisto.

Así, en la celebración de bienvenida, los dos dieron muerte a Agamenon y a Casandra.

Comenta Esquilo que Clitemnestra lanzó una red sobre su marido, cuando éste se bañaba un baño. Luego lo asesinaron a golpes.

Las hijas de Agamenón

Tres fueron las hijas de Agamenón con Clitemnestra (además del varón Orestes): Ifigenia, Crisótemis y Electra. Aunque dos son las más conocidas. De estas ya hemos visto la historia de Ifigenia, pero ahora debemos conocer la interesante historia de Electra. Historia que tiene mucho que ver con la muerte de su amado padre.

La leyenda se desarrolla en torno a la conspiración elaborada con su hermano Orestes. La misma tenía por objeto castigar el crimen de su padre asesinando a los responsables del mismo. Y estos eran nada menos que su madre Clitemnestra y Egisto, el amante de ésta.

De tal manera que este personaje reviste significativa relevancia en la literatura y el teatro del viejo continente. Su nombre distingue obras de Eurípides y Sófocles. Igualmente interviene en las de Esquilo. Aunque será desde el renacimiento, cuando asume carácter protagónico en las tras principales de varias novelas, tragedias y óperas.

No obstante, su fama mundial e imperecedera le viene por su conflicto con su madre. De allí surge el término “complejo de Electra”. Esta es una definición sicológica planteada primeramente Carl Gustav Jung.

El asesinato de Clitemnestra

Relata el drama de Esquilo, que Orestes se encontró con su hermana Electra frente la tumba de Agamenón. Allí habían acudido para honrar póstumamente  a su progenitor. Entonces acordaron que Orestes vengaría la muerte de Agamenón.​

Así, y con la colaboración del hijo del rey Estrofio, Pílades, el príncipe da muerte a su propia madre y su amante. Sobre el tema, ciertas historias aseguran que el doble asesinato también contó con la colaboración activa de Electra.

Pero el hecho sangriento enloqueció a Orestes, viéndose acosado por las Erinias. Criaturas que tienen por objeto penalizar las violaciones a los lazos familiares. No obstante no persiguen a Electra.

Acosado para que se quitara la vida, recibe la ayuda de Atenea, quien lo absuelve de toda culpa.

Entonces Orestes llega a Tauros guiado por las Erinias, población del Mar Negro, donde su hermana Ifigenia se escondía. Ifigenia y Orestes huyeron juntos y las Erinias cesaron su persecución luego de la reunión de la familia.

En esta historia, Electra contrae nupcias con Pílades.

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