Conoce las leyendas de Puerto Rico más terroríficas
Puerto Rico se caracteriza por tener diversos mitos y leyendas; las mismas se encuentran inmersas entre lo fantástico y surreal. Con historias que relatan sobre apariciones de fantasmas, monstruos, espíritus y cosas sobrenaturales. En este articulo ampliaremos información sobre las leyendas de Puerto Rico más famosas que persisten de generación en generación.
Leyendas de Puerto Rico
Las leyendas que se mencionan en Puerto Rico, se producen de los antepasados que se divulgan de generación en generación, son sucesos de un acontecer diario y de experiencias vividas, muchas se tratan de anómalos sobrenaturales, de espíritus y apariciones de fantasmas. Debido a que son historias antiguas; y ya no vive la persona que lo haya vivido; por ello, es posible que se le agregue u omita algunos aspectos siempre que se cuenta la historia. Aunque; la finalidad de contar estas leyendas es que la gente que las escucha conozca los mitos, culturas e historias de este país.
En este apartado, explicaremos y ampliaremos la información sobre las leyendas más resaltantes que forman parte de los mitos que tiene este país.
Leyenda del Perro de Piedra
En Puerto Rico; existe un lugar que está alejado de la ciudad, se reconoce como el Castillo de San Jerónimo; en ella hay una estructura realizada de coral, la cual es un sitio turístico del país; y también se presta para contar historias relacionadas con esta nación. Esta edificación, es muy popular y se le conoce como el perro de piedra, según el mito el castillo era manejado por soldados españoles como fuerte para protegerse de los ataques de los piratas.
En el castillo; siempre se encontraban soldados protegiendo el lugar de los piratas, porque en cualquier momento podían atacar. En la guardia había un muchacho, llamado Enrique; a el que los demás le tenían un aprecio y respeto especial. Porque era el más joven de todos los demás, y tenía una preparación diferente.
La mayoría de los soldados, antes de empezar en el ejército, se habían formado en escuelas donde los preparaban para guerras o le brindaban algunas estrategias de ataques o defensas. A comparación de Enrique, era un joven proveniente del campo, acostumbrado a sembrar y trabajar en la tierra; pero las circunstancias lo llevaran a irse al ejército. Este muchacho Enrique; acostumbraba a pasársela solo, y se brindaba a cuidar el castillo; aunque no perdía las esperanzas de conseguir un amigo con quien compartir sus aventuras.
Una tarde; el joven Enrique se dispuso a pasear por el pueblo de San Juan de Puerto Rico; cuando estaba en una calle muy angosta. Escucho unos ladridos muy fuertes que llamaron su atención. Fue buscando de donde se originan los ladridos, y empezó a revisar en una calle oscura. Cuando más se acerca mas fuerte eran los chillidos; hasta que logro ver un pequeño cachorro, que estaba lesionado de una de sus patas; Enrique se acercó y le dijo:
- - No temas amigo; iras conmigo para poder curar tu pata y puedas estar bien.
Así que; llevó al perrito hasta el castillo, y lo curó tal como se lo había prometido. Entonces el cachorro poco a poco se fue recuperando, y se volvió fiel a Enrique, lo acompañaba a todos lados y siempre estaba junto a él. Sus compañeros de ejército, se burlaban por eso, e incluso hasta el general que estaba a cargo de la brigada; el mismo un día le llamó la atención.
- - ¿Cómo se llama tu perrito Enrique?
- - Mi general, su nombre es “amigo”
Al poco tiempo; el capitán recibió una carta firmada por el Rey de España; donde le daba instrucciones de enviar a sus mejores hombres a Cuba; porque los necesitaban. En uno de los soldados que se irían de misión, está Enrique. Cuando le dieron la noticia, se despidió de su fiel amigo; con mucha tristeza y hasta lágrimas en sus ojos, le dijo:
- - No te sientas mal ni te intranquilices, me iré por pocos meses, retornaré muy pronto, no te preocupes, que mis compañeros cuidaran de ti.
Entonces la embarcación donde iba Enrique; partió y se alejaba en el mar; cuando “amigo” se dio cuando, se lanzó al agua y se dispuso a nadar; hasta que llegó al arrecife de coral; y se quedó allí hasta que ya pudo ver el barco. Por cuestiones; el barco donde se embarcó Enrique; fue atacado mar adentro por unos brutales asesinos, y acabaron con toda la flota, donde no hubo sobrevivientes. En el castillo de San Jerónimo y el pueblo, no había otro tema de conversación mas que ese. Donde los sorprendieron con tan mala noticia.
El perro antes de escuchar la noticia; ya presentía que su fiel amigo Enrique; no regresaría más nunca, y que no lo volvería a ver. Sin embargo; el cachorro volvió a sufragar al agua y nado nuevamente hasta el arrecife de coral, allí permanecía en vigilia y esperando algún día volver a ver a su a su amor, pero falleció en ese mismo lugar.
Se dice que el agua junto con el salitre y el coral; cubrieron el cuerpo frágil y débil del perrito, con el pasar de los años, quedó envuelto entre los elementos de la naturaleza, donde quedo su silueta exacta la cual permanece allí a pesar de tantos años transcurridos.
Leyenda del Coquí
Hay muchas leyendas de Puerto Rico, que hablan sobre el coquí. Una de ellas, cuenta que un día, durante la instauración del universo, Dios se hallaba cansado y, antes de terminar su trabajo, descansó en medio del Mar Caribe, creando así a Puerto Rico como su almohada. Allí se quedó dormido por un buen rato; cuando de repente un sonido hermoso, le despertó para que continuara su obra y pudiese finalizar su tarea; era el coquí, un anfibio nativo de esas tierras, una especie de rana muy pequeña. Según la historia, Dios el creador en agradecimiento con esa criatura, le permitió vivir y reproducirse en esas costas para siempre.
De igual manera, existe otra versión que habla sobre el origen del coquí. Se dice, que un día, mientras Dios creaba el mundo, se encontraba en la realización de una isla pequeña, a la que le agrego muchos árboles altos, para que le dieran sombra y se protegieran del sol. Al anochecer, esta isla se sintió muy sola y vacía, entre tantos árboles y el mar tan inmenso. Por lo que le pidió al Dios Padre que le diera a alguien para que le brindara su compañía por las noches.
Entonces fue cuando el creador, asintió que realmente necesitaba compañía, y tenía que ser algo pequeño y encantador como esa isla. Fue en ese momentos, cuando Dios hizo una mezcla de algunos elementos especiales como el polen que tenían las estrellas y el sonido que hace la lluvia, y se lo instaló en la garganta a una pequeña rana y le dio por nombre Coquí, y le indico que sería la compañera fiel de aquella pequeña y encantadora isla, y que por las noches alumbrara la soledad con su hermoso canto.
El animal brincó de sus manos y desde entonces, según la costumbre, el coquí entona a la isla noche tras noche para que logre dormir.
Por otro lado; una tercera versión de la originalidad del coquí; dice que en un principio de todo el mundo; la tierra era un solo espacio, donde la tierra y el agua no estaban separadas. Un día el Dios supremo, que era conocido como “el Yocahú”, decidió separarlos entonces formo partes de tierra que separarían el agua.
Por esta razón, algunos de los animales que ya existían permanecían en la parte superficial, mientras que muchos se fueron a las profundidades del mar. Entonces Yukiyu, quien era el Dios del bien, creó una pequeña isla muy parecida al Edén; ya que quería formar el paraíso. Fue así como nació la “Isla del encanto”; a donde trajo animales de varias especies y razas para que fundaran y vivieran en esa delicada isla. Sin embargo; le preocupaba que no tenía un animal que fue el guardián o custodiara el lugar. Incluso estuvo a punto de desistir y renunciar a la idea de formar esa isla.
Pero llegó un momento, cuando todo estaba en silencio y escucho un canto que le pareció ideal y encantador. Era el coquí, un pequeño anfibio que se escondía entre las matas de plátanos para que no lo devoraran. Le pareció tan hermosa aquella pequeña rana de ojos negros, que le dijo:
– Ven pequeña, no tengas temor. Esta isla ahora es tuya, así que protégela y cuídala y nunca dejes de cantar.
Leyendas de Puerto Rico pozo de Jacinto
Esta leyenda habla sobre un señor llamado Jacinto; el cual era un hombre muy luchador y cuidaba mucho su trabajo. Por tener tan buena fama de buen trabajador, uno de los dueños de una hacienda muy grande y famosa de Isabela, lo contrató para que resguardará su hacienda y el ganado. El aceptó el trabajo, y lo hacía lo mejor que podía. Este no era para nada difícil ni tedioso; al contrario era bastante llevadero; y el ganado era disciplinado y se podía manejar tranquilamente. No obstante; una de las vacas de la hacienda era bastante intranquila y se alejaba del rebaño muchas veces.
Por ese motivo Jacinto, se molestaba, ya que debido a la búsqueda de la vaca, debía regresar muy tarde a su casa, y siempre llegaba de noche, porque el animal se alejaba mucho o se iba a otras haciendas cercanas.
Un dia normal en la hacienda, mientras Jacinto hacia su trabajo. El cielo se oscureció de repente, y el pastor decidió, proteger los animales de la hacienda. Como el ya conocía lo tremenda e inquieta que era la vaca, tomó la decisión de atarla con una soga bastante fuerte, y la llevaba arriada para así evitar que huyera.
De repente, el cielo se volvió aclarar, pero se escuchó un ruido muy fuerte como un trueno que estremeció el lugar. Por eso la vaca se asustó y corrió sin control, llevándose a rastras al pastor por toda hacienda.
La vaca estaba muy nerviosa y por más que Jacinto le gritaba para que se detuviera, no paraba de correr. Hasta que llegó al borde de un acantilado, donde la tierra está húmeda por la lluvia y el terreno era bastante frágil. Como iba tan rápido el animal, se resbaló y cayeron los dos al fondo de la quebrada, donde murieron instantáneamente por el golpe.
El dueño de la hacienda y de la vaca, se dio cuenta que no estaba ninguno de los dos, por lo que comenzó a gritar muy fuerte:
- ¡Jacinto!, ¿a dónde estás? Tráeme mi vaca, eres un ladrón.
De tanto caminar y gritar y el hombre no conseguía ninguna respuesta, llegó al borde del acantilado, donde escuchó los quejidos de un hombre y aullidos de una vaca.
En ese momento se dirigió a mirar al fondo del acantilado y vio los restos del animal y del pastor Jacinto, que se encontraban dentro de un pozo de piedra. Pero el malvado, no les presto atención ni a los quejidos ni a los cuerpos, y decidió regresar a su casa como si nada. Mientras iba de regreso solo hablaba mal del campesino, diciéndoles palabras malintencionadas, y molesto por haberle perdido uno de sus animales.
Por esa razón, se dice que alguna persona que esté cerca del pozo y grite por tres veces: ¡Jacinto, quiero mi vaca!, ocasiona que el mar se enoje y el espíritu del pueblerino comience a atacar.
Leyendas de Puerto Rico de Terror
Existen diversas leyendas de Puerto Rico, en varias gamas, como las que hemos visto de fábulas, que tratan de animales. Sin embargo; hay muchas otras que son bastante terroríficas. Como las que contaremos a continuación:
Leyenda de la garita del Diablo
Hay una historia, que relata, que hace muchos años atrás. Los ciudadanos de la ciudad de San Juan en Puerto Rico. Eran constantemente arremetidos por flotas llenas de piratas, que les hacían bastante maldad a los habitantes de este pueblo. De allí surge la leyenda de la garita del Diablo.
Debido a esas agresiones, las autoridades encargadas de el pueblo, crearon unas torres que estaban dedicadas a vigilar y así proteger a sus vecinos. Estas torres eran muy parecidas a las que se encontraban en la muralla para defender la ciudad. Le llamaban garitas, y los militares hacían guardias por horas, para que no se cansaran tanto; y estos tenían el trabajo de custodiar las mismas. Cada vez que pasaba una hora, algún soldado gritaba:
- ¿¡soldado estás alerta?!
Por lo que el que se encontraba más cerca, contestaba de inmediato:
- ¡estoy alerta!
Había una de las torres, que era la que estaba más lejos de la muralla, esta era la garita más sola, y por ello era resguardada por un soldado, que era considerado el más valiente. Este se apellida “Sánchez”, sin embargo; sus compañeros le decían “flor de azahar”. Ese apodo se lo asignaron sus compañeros, por su piel blanca y pálida, que se parecía a los pétalos de la flor, que son blancos.
Una noche, mientras que uno de los soldados estaba esperando a Sánchez para saludarlo. Pero no llegaba y lo único que se escuchaba en la torre era el sonido del fuerte viento. Al día siguiente, cuando el sol se asomó, una escuadrilla de soldados se dirigió a la garita militar, a buscar a Sánchez, cuando llegaron y para sorpresa de todos, la torre se encontraba despegada y no había nadie, ni siquiera el soldado que la cuidaba.
Sin embargo, en la torre estaba el fusil, su uniforme y su cinturón, pero no había rastros de violencia, no estaba rota, ni con rasguños. A lo que los ciudadanos del pueblo decían: que el diablo se lo había llevado en compañía para el infierno.
Aunque, muchos dicen que no existió ninguna intervención del diablo, y que Sánchez se retiró de allí por decisión propia, ya que estaba enamorado de una muchacha llamada Diana y quería casarse, pero en el ejército no se lo permitían. Por lo que decidieron huir juntos, y formar un hogar a lo lejos de la isla, para que nadie supiera de ellos. El hecho es que Sánchez nunca más apareció. Pero se dice que por las noches se escuchan risas y el sonido de una guitarra, por lo que creen es el Flor de Azahar y Diana riéndose de todos.
Leyenda de la llorona del puente Las Calabazas
Es un mito, que forma parte de la naturaleza y leyendas de Puerto Rico desde hace mucho tiempo. Narran los habitantes de la localidad de Coamo, que deben tener especial cuidado cuando llegan al puente Las Calabazas, debido a que en este lugar les sale una mujer bien estilizada, alta, vestida de blanco, y aunque no se le distinguen sus rastros faciales con claridad de dice que es muy bonita; y además no se le ven los pies; y les aparece a quienes transportan en los vehículos.
Al parecer, la figura, no escoge a quien se le aparece, si son taxistas de vehículos públicos, privados, personas que van marchando por las calles, sin importarle, el espíritu se coloca en el centro de la calle y les pide que la llevan a un destino. En el caso, que el automovilista, no acepte, quizás a cortos kilómetros se les dañe una llanta. Pero, si es el caso que la sube al auto, al instante la seductora mujer se transfigura en fantasma espantoso que empieza a llorar angustiosamente.
El quejido y los gritos de la criatura son tan aterradores, que les produce a los choferes que pierdan la concentración y se estrellan una vez que cruzan el puente de Las Calabazas, algunas personas mantienen que se refiere a la Llorona, una mujer que anda en investigación de su hijo extraviado.
La Leyenda del Jacho Centeno
Esta es una de las leyendas de Puerto Rico más contadas por los abuelos, y es proveniente de sus ancestros, se trata del “jacho” de Centeno. Este era un campesino, que vivía cerca de las adyacencias de Orocovis; al inicio del siglo XX.
Por las tardes el Sr. Centeno, salía a pescar, y con lo que rescataba en la pesca, llevaba el alimento a su hogar para su familia, la cual estaba constituida por su esposa y varios hijos. Una noche, cuando se disponía a regresar a su casa; el campesino encendió una antorcha, para que le diera luz en el camino por donde iba. Esta antorcha que encendió; estaba hecha de nudos de paja, se conoce en Puerto Rico como "jacho", sin embargo; la luz no le alcanzo hasta que llegara a su casa, y se le apagó antes, por lo que se quedó a oscuras en medio del camino.
Entre las cosas que llevaba consigo, tenía una cruz de madera, a la que le tenía mucha fe y consideraba su amuleto sagrado. Pero como no tenía nada luz, y atemorizado por la oscuridad, encendió el último fósforo que tenía y prendió la cruz, y así pudo llegar a su casa.
Lamentablemente, días después el Sr. Centeno, enfermo muy grave y falleció. Por lo que la gente dice que su espíritu y alma fueron castigados; y que Dios lo envió a regresar a la Tierra y recoger las cenizas de aquella cruz. Y que solo podrá descansar cuando se unan todos los restos del sagrado amuleto. Desde entonces, se ve la luz del jacho en los caminos oscuros de ese pueblo. Indicando al campesino donde están las cenizas.
Leyendas de milagros en Puerto Rico
Las siguientes historias, hablan sobre los milagros que han ocurrido en este país, gracias a la oraciones y las súplicas que se realizan con fe para que se
Las once mil vírgenes
Esta no es una historia de terror, pero es una de las leyendas de Puerto Rico, que habla sobre lo importante de tener fe. Según la historia, habla de un general proveniente de Inglaterra llamado Abercromby, el cual llegó a la isla de Trinidad, con un gran ejército a su cargo, el mismo contaba con setenta barcos, y querían llegar a Puerto Rico con su fuerte guardia en la playa el Cangrejo, con la idea de conquistar el lugar.
Para esa época el gobernador del país, era el General Don Ramón. Quien le dio de inmediato la alerta a su pueblo para que estuvieran en defensa. Y distribuyeron soldados para que hicieran guardias en el puente de San Antonio, organizaron naves flotantes alrededor del pueblo para así cubrirse y resguardarse del ejército enemigo.
Les pidieron a las personas mayores, mujeres y niños, que se resguardaran en otra ciudad, y que solo se quedaron los hombres fuertes que pudieran usar armas y defenderse. Sin embargo; no les dio tiempo de prepararse bien, por lo que los enemigos desembarcaron y atacaron toda la población de la playa con armas sin piedad.
El general inglés, encontró el cuartel en la Casa del Obispo, que se encontraba cerca de la iglesia de San Mateo; se dispuso acercarse, pero cuando llegaron al puente San Antonio, les comenzaron a atacar los habitantes del pueblo; entonces decidió retroceder y construir unas murallas en Miramar y en Condado.
El obispo encargado de dirigir la diócesis del pueblo, les ayudo con todos los puestos de guardia, y desde la iglesia tenían mayor visión, sin embargo estaban perdiendo la batalla. Por lo que se dirigió al Provisor y le manifestó:
Señor obispo, ¿Por qué no hacemos una súplica al cielo, pidiendo auxilio?
El asintió y le dio que suplicaran a Santa Catalina y a Santa Úrsula; quienes son patrona del día y del primer castillo, y a las Once mil vírgenes, ya que eran muy devotos y le rendían bastante tributo.
Pidió que preparara una procesión, donde todos tuvieran vela de cera o de cebo, y quienes no tuvieran que llevaran antorchas de tabonuco. Y que el Obispo dirigiría la misma hacia el Cabildo. Llegarían a la Catedral, recorriendo todas las calles de la capital, y al caer la noche, irían todos a la iglesia para una misa con cantos.
Tal como lo había dicho, ocurrió todo, la súplica fue grandiosa, y las campanas de la iglesia sonaban más duro de lo normal y su sonido retumbaba. A las nueve de la noche, todo a oscuras, los soldados enemigos se percataron del hecho y le informaron a su general, que había mucha gente en la calle y luces que de dirigían al oeste.
Este pensó que estaba entrando refuerzo de otras ciudades, y reforzó sus fragatas en la entrada del puerto, y les indico que atacaran con fuego, más intenso y potente contra toda la ciudad. Sobre todo las trincheras del Rodeo y el Condado, y si veían lanchas cañoneras también las matarían.
Pero a las doce de la noche, cuando ya estaban preparados para atacar, se dieron cuenta que las luces se hacían más y más fuertes y que ahora se disponían hacia el este de la ciudad. Entonces el general Abercromby, decidió reunir su ejército y les dijo:
-Tenemos un mes en este lugar, y no hemos acostumbrado nada, solo adquirimos lo que hicimos el primer día. La ciudad está bien resguardada, la falta de buena comida le ha dado infección a nuestro hombre lo que los ha debilitado; el agua está en un estado intomable. Sospecho que los ciudadanos y ejército del pueblo nos quieren atacar por la noche, estoy pensando en que es hora de regresar y olvidar esta misión.
Todos sus oficiales estuvieron de acuerdo; y pensaron que era la mejor solución, o morirían todos en ese lugar. Por lo que dieron la orden de volver a sus embarcaciones y retornar. Al día siguiente la mañana de un 1 de mayo, el lugar estaba vacío y a salvo. Celebraron con una misa con mucho canto en la Catedral, entonando el Tedéum Laudamus para luego dar lectura a la palabra.
Según los habitantes esto se dio a cabo, gracias a la fe con la que hicieron la súplica a Santa Úrsula y las once mil vírgenes, las cuales intercedieron para que la ciudad fuera salvada de la agresión de tropas enemigas. Lo significativo, es tener y pedir con fe.
Leyenda Taina de Guanina y Sotomayor
Una de las leyendas de Puerto Rico habla sobre la historia de Taina de Guanina, la cual era una india taina, hermana de Agüeybaná acreditado como el Bravo, es decir el superior jefe de la tribu, y de un grupo de ariscos guerreros, el cacique jefe de toda la isla de Puerto Rico. La expresión Guanina, en el lenguaje taíno, significa: Resplandeciente como el oro.
En los antepasados, los conquistadores españoles se habían adueñado de la isla de Borinquen, nombre que le daba para ese lapso a Puerto Rico. Vivía un indio de nombre Guarionex, quien continuaba enamorado de Guanina.
El indio Guarionex, cuando veía a Guanina, sentía que el corazón le latía tan fuerte que creía que se le brotaba del pecho, y en todo momento le declaraba su amor. Pero, ella no le pertenecía, ella estaba enamorada de un colonialista español a quien llamaba Don Cristóbal de Sotomayor, quien era el alcalde mayor y fundador del poblado. Por ello Guarionex, lo odiaba y le gritaba:
Don Cristóbal, uno de nosotros tiene que caer, tú no mereces vivir, por robarme el corazón de Guanina, y yo no quiero vivir sin su amor.
Los indios no soportaban el trato que le daban los españoles; ya que estos los explotaban en las minas de oro y los tenían como sus servidores. Por lo que un día se reunieron los indios para recordar su costumbre de guerra. Donde acordaron que mientras los españoles estuvieran allí serían sus dueños; y que alguna de las dos poblaciones se debía ir o morir.
Por lo que un día atacaron a Don Cristóbal Sotomayor, pero este ya estaba alertado del ataque porque su enamorado Guanina le había dicho. Por más que este trato de mediar con los indios no pudo; y decidió huir con Guanina.
Al darse cuenta los indio se fueron tras de ellos y comenzaron a pelear, Sotomayor se defendía fuerte con su espada pero los indios le producían dolor y heridas con sus fuertes armas. En uno de los ataques hacia Sotomayor, Guanina se interpuso en el medio, recibiendo ella una herida mortal. Y Agüeybaná traspaso con una espada a Sotomayor, y este se cayó justo en los brazos de su amada.
Entonces los sepultaron juntos, pero al español Sotomayor, le dejaron los pies fuera de la sepultura, según con la idea de que no encontrara el camino al mundo de los muertos. Días más tardes encontraron los cuerpos y los enterraron completos juntos bajo un árbol de ceiba. Pero se dice que cuando hay brisa en el lugar, y se mueve las ramas del árbol, se oye un susurro que según son los espíritus de los dos enamorados, flotando y disfrutando su amor.
Leyenda de la Capilla del Cristo
Cuentan los habitantes, sobre la leyenda de la Capilla del Cristo, que surge para realzar un milagro ocurrido. Era los años 1750, y se ejecutaba una carrera de caballos por toda la calle Del Cristo.
Entretanto, uno de los contribuyentes no pudo soportar su caballo y se derrumbó por un barranco. Para ese entonces, el secretario de gobierno era Don Tomas Mateo Prats, quien suplicó al Santo Cristo de la Salud, para que despertara el muchacho. Asombrosamente el joven que se había caído se recuperó y quedó salvo de aquella caída.
En agradecimiento el secretario de gobierno Don Tomas Mateo Prats; ordenó que se hiciera una capilla en honradez al Santo Cristo de la Salud.
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