Afrodita diosa del amor, del deseo y belleza

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La popular diosa del amor, es conocida por varios nombres según el pueblo que la veneró (aunque todavía hay quienes la veneran). Y en vista que sigue cautivando la imaginación de los enamorados, en este post te mostramos todo lo que tienes que saber sobre la hermosa Afrodita, tal como mayoritariamente se le distingue. No te lo pierdas.

Diosa del amor

Orígenes de la leyenda

En la mitología helena Afrodita se distingue como la deidad de la belleza, el erotismo y, más comúnmente para los tiempos actuales, como diosa del amor. Para los romanos su semejante era Venus. Recordemos que los romanos asumieron mucho de la cultura griega, entre lo cual se incluía el culto a varias de sus deidades, aunque con nombres diferentes.

Pero a pesar de que en la cultura reciente, usualmente se le distingue como “la diosa del amor”, es menester destacar que en la antigüedad su culto no se dedicaba al amor en el sentido platónico, sino en lo estrictamente erótico.

A pesar que en la leyenda nos refiere que contrajo matrimonio con Hefesto, sostuvo otros amantes. De ellos el dios Ares fue su preferido.

Pero sus correrías amorosas y escandalosas no le restaron importancia entre los creyentes helenos, y aun la fe romana. Y es que al igual que todos sus hermanos, Afrodita dispone de un lugar de honor en el panteón, exclusivo para los doce dioses del Olimpo.

Varias acepciones derivan de su nombre. Destaca afrodisíaco, mientras que de su versión en romano arcaico, donde se le llamaba Venere, proceden venerar y venérea; como se entiende con claro origen sexual.

Pero además Afrodita cuenta numerosos paralelismos, destacando Inanna, de la alegoría sumeria; Astarté, en la cultura fenicia; Turan de la mitología etrusca; y, como ya hemos dicho, Venus, en la historia popular romana.

Además tiene correspondencia con diosas indoeuropeas de la aurora, entre ellas Ushás o Aurora. No obstante Pausanias estimó que los primeros en establecer su culto fueron los asirios. Luego se sumaron los pafosianos de Chiprem, además de los fenicios que habitaban Ascalón, en Palestina.

Éstos, a su vez, iniciaron en su culto a los moradores de Citera.

Curiosidades de la leyenda

El origen mito de la diosa del amor, está vinculado con la propia etimología del nombre. Y es que vocablo griego “aphrós” se traduce como espuma. Esto ha dado pie para a creencia de que Afrodita nació del mar.

Según la creencia más vetusta que ha pervivido hasta nuestros tiempos, y que fuera extendida por Hesíodo, Cronos después cortar los genitales a su progenitor Urano, los lanzó al mar. Esto habría ocurrido en el litoral de Pafos, específicamente en la isla de Chipre.

Entonces de la mezcolanza del semen y sangre de Urano con la espuma de las aguas del mar, nació la diosa del amor, ya hecha mujer.

Esta versión del mito ha sido la más aceptada, y de tal manera ha servido de inspiración a los artistas de todos los tiempos y civilizaciones. No obstante, hay otras versiones que dan cuenta de un origen distinto para la diosa del amor.

Pero sin lugar a dudas lo más curioso de esta deidad, es que la totalidad de los escritores antiguos, quizás en casi lo único que están de acuerdo, es en que ella no tuvo infancia. Y es que como ya hemos dicho, habría nacido siendo ya adulta, con sus hermosas formas de mujer, lista para ser amada, en medio de la espuma, en una concha como perla; en fin, un verdadero tesoro.

Mira fulminante

La leyenda refiere que Afrodita podía enamorar a cualquier hombre que posase su mirada en los ojos de ella.

Su nombre en griego antiguo se relacionaba “espuma”, por lo que su origen se interpreta como “salida de la espuma”. Además se personificaba en una leyenda etiológica que ya era conocida para el poeta y filósofo griego Hesíodo, que algunos historiadores ubican en el siglo siete antes de Cristo.

Pero su origen también presenta similitudes en tiempos de los mesapios y en la cultura etrusca. De allí proviene el nombre “abril”. Seguramente estos reflejos históricos vinieron de la cultura helena.

A pesar que Heródoto conocía de los orígenes fenicios de esta deidad, las tentativas lingüísticas por derivar la nominación “Afrodita” del nombre de la diosa “Astarta” (consorte de Baal), de raíces semíticas, siguen sin comprobarse.

No obstante, de proceder del semítico una etimología viable sería del barīrĩtu asirio. Ésta es una criatura demoníaca femenina, registrada en textos babilónicos de tiempos medios y tardíos. El nombre se traduce más o menos como “la que llega cuando anochece”.

Se trata de una revelación del planeta Venus, como astro vespertino, una propiedad compartida con la diosa de Mesopotamia Inanna.

Culto a Afrodita

Ahora veremos todo lo relacionado al culto de la diosa del amor.

Y en este sentido podemos decir que el calificativo “Acidalia”, fue esporádicamente agregado al nombre de Afrodita. Esto se debe a la fuente que la deidad utilizaba para bañarse, ubicada en Beocia.

Pero también identificaba como Cipris y Citerea. Estos casos obedecen a los supuestos sitios de su nacimiento, bien en Chipre o en Citera. Sobre lo que hay que destacar que en la isla de Citera, operaba un centro de culto de la diosa del amor de gran importancia para la región.

Además Afrodita se asociaba con Hesperia, siendo regularmente escoltada por las Cárites, también conocidas como las diosas de las festividades.

Pero Afrodita, nuestra diosa del amor, contaba con sus festividades propias. Tales celebraciones eran conocidas como “las afrodisias”. Se llevaban a cabo a lo largo de toda Grecia, aunque especialmente en las ciudades Atenas y Corinto.

En el templo de la diosa del amor, ubicado en la cúspide del monte Acrocorinto, el culto incluía las relaciones sexuales. Para tal fin las sacerdotisas del templo se consideraban como medios para la adoración Afrodita.

Este santuario no fue reconstruido cuando Corinto es refundada con la hegemonía romana en 44 a. C. No obstante se cree que los rituales propios de la fertilidad que allí se practicaban, se mantuvieron vigentes en la nueva ciudad.

Pero la diosa del amor también era relacionada con el mar. Regularmente era (y sigue siendo) simbolizada con él, así como con los delfines. Aunque lo mismo ha ocurrido a lo largo del tiempo con almejas y perlas. Pero también con elementos poco o nada relacionados con el mar, como palomas, cisnes y árboles como granados, manzanos, y hasta con flores como las del mirto y rosas.

Prostitución ritual

Pero hay una característica mundial del culto de esta diosa del amor y sus antecesoras, que muchos expertos en la mitología helénica han obviado. Esa es la utilización de la prostitución ritual en sus templos y santuarios.

Hieródula, ese es el calificativo eufemístico de los griego para las prostitutas. La palabra se traduce como “sierva sagrada”. Esto significó una práctica propia de los rituales consagrados a las predecesoras, en la región del Oriente Medio, de Afrodita.

Entre estas predecesoras destacan las deidades de sumeria, Inanna; y la acadia, Ishtar. En estos casos sus sacerdotisas-meretrices eran las llamadas “mujeres de Ishtar”, que se traduce como ishtarium.

Tales rituales han sido registrados tanto en Babilonia como en Palestina y Siria. Además se observó en localidades fenicias y hasta en Cartago. Mientras que en el caso de la Afrodita griega de Chipre, que funcionó como foco de su culto, las ciudades de Corinto, Sicilia y Citera.

De tal manera que Afrodita, la diosa del amor, era considerada en casi todo el mundo de la época, como la patrona de las heteras y cortesanas. Mientras que en Jonia, ubicada en Asia Menor, las conocidas hieródulas ofrecían sus servicios rituales en el santuario de Artemisa.

Periodo romano tardío

Pero seguimos avanzando en el tiempo para ver el desarrollo del culto de la diosa del amor. De esta manera en el periodo romano, que inicia desde el siglo II d.C., tal culto se propagó por todo Oriente, es decir Egipto y Siria. Y allí aparece como una figura helenizada de las diosas Hathor e Isis.

En este orden de ideas se puede destacar que en las listas que perviven de los acuerdos nupciales oficiales de la época, es decir desde del siglo I, se apuntan estatuillas de bronce, incluso de plata, que no eran incluidas en la dote, por lo que permanecían como propiedad de la dama luego del matrimonio.

En el lararium (altar sagrado) de las antiguas casas romanas, se han hallado imágenes de la diosa del amor siguiendo los patrones helenos. Pero estas imágenes eran elaboradas por talleres locales, verdaderos símbolos del sincretismo de la cultura antigua de Grecia.

Las dos Afroditas

Si tienes dudas sobre el nombre de diosa del amor, ahora mismo quizás te las aclaramos.

Cómo ya has podido ver, muchas civilizaciones se disputaron la paternidad de la diosa del amor. Esto llegó al extremo de conocerse dos advocaciones de la deidad: Afrodita Urania y Afrodita Pandemos.

Veamos las diferencias.

En las postrimerías del siglo V a. C., los filósofos separaron a esta diosa del amor en dos deidades distintas, aunque no diferenciadas en el culto. Estas son Afrodita Urania, quien nació de la espuma del mar, como ya hemos apuntado. Y Afrodita Pandemos, que representa la deidad más extendida y venerada, que se traduce como la “de todo el pueblo”. Esta es hija de Zeus y Dione.

Para los narradores y artistas neoplatónicos, hasta sus posteriores intérpretes cristianos, Afrodita Urania es representada como la Afrodita celestial. En esta versión la deidad encarna el amor del cuerpo y el alma. Mientras que Afrodita Pandemos es relacionada con el amor carnal.

La encarnación de Afrodita Urania, con su pie posado sobre la tortuga, fue aclarada más tarde como un emblema de la moderación del amor matrimonial. La expresión artística es atribuida a Fidias. Se trata de una escultura crisoelefantina elaborada para Elis. Pero de la que lamentablemente únicamente hay un fugaz comentario de Pausanias.

En tal sentido para Platón, Afrodita es a la vez dos diosas: una de mayor edad que la otra. Urania, la más vieja, es la hija de Urano. Mientras que la menor, Pandemos, desciende de Zeus y Dione. Esta última la Afrodita común.

En tanto que el discurso de Pausanias diferencia dos versiones de la diosa del amor, representadas a su vez por dos historias: Afrodita Urania, que sería la representación celestial; y Afrodita Pandemos, la común, de índole sexual o carnal.

Diosa del amor

Vida adulta de la diosa del amor

Como ya sabemos, Afrodita no tuvo infancia. Según todas las imágenes y escritos, la diosa del amor llegó al mundo como mujer, núbil e irresistiblemente apetecible. En diferentes leyendas menores tardías de las que forma parte, se muestra como vanidosa, malhumorada y susceptible.

No obstante casada con Hefesto en el panteón griego, le es infiel a éste. Aunque este es un hecho muy usual en el Olimpo, sobre todo con un rey dios veleidoso lujurioso como Zeus.

En contrapartida, Hefesto es una de los dioses helénicos más centrados y justos. Pero en un pasaje de la Odisea Afrodita, la diosa del amor, prefiere a Ares, nada menos que la voluble deidad de la guerra.

A tal punto que es Ares uno de los escasos héroes que libró un papel importante en la causa que origina la conflagración de troyana. No sólo prometió a Paris a Helena, sino que el secuestro de la hermosa espartana se ejecutó cuando éste, al ver a Helena por vez primera, se sintió impulsado por el intenso afán de poseerla. Un hecho que se relaciona con el influjo de Afrodita.

Las nupcias con Hefesto

A causa de su gran belleza, Zeus sospechaba que Afrodita motivaría la violencia entre los demás dioses. Así que adelantándose a los hechos, la hizo contraer nupcias con el renco, severo y hosco Hefesto, deidad del fuego y la fragua.

No obstante una versión distinta de esta leyenda, refiere que la diosa Hera, madre de Hefesto, lo aventó del Olimpo por estimarlo feo y contrahecho. Pero como hasta los dioses pagan sus cuentas, Hefesto logró vengarse. Esto ocurrió cuando atrapó a su madre en un trono mágico, para luego exigirle a cambio de su libertad a Afrodita como esposa.

Se dice que el dios del fuego y la fragua se sentía exultante, por haberse casado con la diosa del amor y forjó para su amada bella joyería que incluía el cesto, que era un cinturón tan sensual que la convertía aún más irresistible para los ojos de hombres, pero también de otros dioses, que en fin de cuentas era lo peor.

Así que viendo el estado anímico del pobre Hefesto, que no te queden dudas sobre quien es la diosa del amor.

Afrodita y Psique

A pesar de su importancia, a Afrodita podemos conseguirla como un personaje casi que de relleno en el mito de Eros y Psique. Allí se observa al inicio como una inciso narrado en la obra de Lucio Apuleyo, El asno de oro, acabada en el siglo II a. C.

En esta novela la diosa del amor se hallaba celosa de la belleza de una simple mortal conocida con el nombre de Psique. Y tenía motivos, toda vez que sus santuarios comenzaron verse solos, pues la población en general empezó a idolatrar a esta nueva y hermosa dama.

Por tal motivo solicitó a su hijo Eros (Cupido en las leyendas romanas), que emplea sus saetas doradas para hacer que Psique se enamorara del hombre más horrible del planeta. T como buen hijo Eros aceptó, aunque terminó enamorándose él mismo de la mujer, al herirse accidentalmente con una de sus flechas.

Entretanto, los progenitores de Psique ser preocupaban debido a que su hija continuaba sin matrimonio. Así que acudieron a un oráculo. Y él mismo les predijo que su hija no estaba destinada a ningún hombre terrenal, común y corriente, sino a un ser que vivía en la cúspide de una monte. Se trataba de alguien tan severo que hasta los dioses temían.

Era un plan urdido por Eros con complicidad del oráculo. Y el oráculo cumplió. De tal modo que Psique se abandonó a su destino y caminó a la cima de la montaña, solicitandoles a las personas que la seguían que le permitieran enfrentar sola su suerte.

Una vez en el lugar Céfiro, también conocido como Viento del Oeste, la guió flotando mansamente a una caverna. Entonces Psique entró y se sorprendió al encontrarla repleta de tesoros.

Los malditos celos

Y ese se convirtió en su nido de amor. Eros llegaba todas las noches a la caverna, y hacían el amor con gran pasión. Únicamente le había exigido que jamás prendiese luz alguna. Esto era porque Eros no deseaba que su amante se enterara quién era, ya que sus alas lo delatarían inmediatamente.

Pero sus dos hermanas, movidas por los malditos celos la persuadieron de que su amante era un monstruo. Y que además para salvarse estaba obligada darle muerte con un puñal.

Así que en lo que tuvo oportunidad la bella mujer encendió una linterna. Entonces de inmediato supo que se trataba a Eros, dejando dejó caer de sus trémulas manos la filosa daga. En ese momento un poco de aceite caliente fue a dar al hombro del dios, despertándolo. Sorprendo, éste huyó pero no son antes exclamar que el amor no podía existir donde no había confianza.

Psique relató lo acontecido a sus celosas hermanas, quienes se alegraron en secreto. Era tanta su envidia, que cada una de las hermanas acudió en solitaria a la cumbre del monte. Una vez allí hicieron cuanto la bella Psique les había contado para entrar en la gruta. Su oscuro propósito era que Eros las elegiría a ellas en vez de a su inocente hermana.

Pero Eros continuaba con el corazón destrozado y no las recibió. De tal manera que murieron al caer hasta los pues de la alta colina.

Una peligrosa prueba

Arrepentida Psique buscó a su amante alado por toda Grecia, topándose finalmente con un santuario dedicado a Deméter. El piso del templo estaba cubierto por una capa de grano mezclado. Así que la bella mujer comenzó a ordenar todo aquel desastre.

Y una vez hubo culminado, Deméter se dirigió a ella, comunicándole que la mejor manera de hallar a Eros era buscando a su madre, Afrodita, la diosa del amor. Aconsejando ganarse su confianza.

Siguiendo el consejo, Psique halló un templo dedicado a Afrodita, en el que entró. Allí la diosa del amor le fijó una tarea similar a la del santuario de Deméter, no obstante le fijó un término de tiempo imposible de cumplir.

Entonces Eros intervino, ya que todavía la amaba. Así fue que la deidad alada instruyó a las hormigas del lugar para que recogieran por su amada las semillas.

Pero el logro de Psique sólo concitó la furia de la diosa del amor. Entonces le pidió que se dirigiera a un verde prado donde pacía un grupo de doradas ovejas. La tarea signada era que ella debía conseguir y llevarle a la diosa del amor lana de oro.

La bella mujer se dirigió a la pradera donde estaban las ovejas. No obstante cuando ya se hallaba muy cerca del lugar indicado, es detenida por el dios del río que debía vadear para llegar al prado de las ovejas. Entonces esta deidad le contó que las ovejas doradas eran malas y crueles, y que si seguía corría el riesgo que estas la mataran.

La última trampa

Sin embargo le dio una alternativa: si ella esperaba hasta el mediodía, los lanudos animales se dirigieron en busca de la sombra en el otro lado del verde prado, donde se dormirían. Sólo en ese momento ella lograría tomar la lana dorada que quedaba sujeta de las ramas y a la corteza de las plantas.

Y Psique cumplió el consejo al pie de la letra. Pero Afrodita, la diosa del amor, enfureció aún más al saber que la bella mujer había sobrevivido y cumplido la tarea impuesta.

Ya como última carta, Afrodita aseguró que la preocupación de velar por su hijo, quien supuestamente se hallaba deprimido a causa de la desconfianza de Psique, le había hecho perder parte de su belleza.

Ahora la nueva misión sería que la bella mortal acudiera al Hades. Allí debía pediría a la soberana del siniestro reino un poco de su hermosura. Y Psique debía guardar dicha belleza en una cajita negra, que la propia diosa del amor le había entregado.

Siguiendo las instrucciones, Psique se dirigió a una torre, entendiendo que el camino más expedito al inframundo era la muerte. Pero una extraña voz la frenó cuando ya estaba por saltar de la torre. Y esa misma voz le dijo sobre una vía que le permitiría entrar y salir aún con vida del inframundo.

Pero además la misteriosa voz le reveló unos secretos. Con estas revelaciones podría superar los escollos que representaban el feroz can que custodiaba el acceso a aquel mundo, y al mismo operador de la misteriosa barca. Además de otros peligros que acechaban dicho camino.

La perseverancia del amor da sus frutos

Diligente y ceñida a los consejos, Psique sosegó a Cerbero con una torta de cebada. Luego pagó a Caronte con un óbolo para que éste la trasladase al Hades. En la ruta Psique observó manos que emergían del agua. Una voz distinta a la que la había guiado inicialmente la instruyó para que les arrojase una torta de cebada, pero ella se rehusó.

Una vez en el Hades, Perséfone se mostró encantada en poder ayudar a Afrodita y le entregó a la mensajera lo solicitado. Para el regreso, Psique ofreció un nuevo pago a Caronte, al tiempo que le entregaba el pastel restante a feroz Cerbero.

Así Psique dejó atrás el inframundo. Y ya afuera decidió abrir la cajita y agarrar algo de aquella belleza para ella misma. Pensaba que si lo hacía Eros ya tendría motivos para no amarla.

Pero la cajita guardaba algo terrible. Dentro se hallaba el temido “sueño estigio”, que sorprendió a la inocente y bella mortal. Era una trampa para la diosa del amor, que ahora la atrapaba a ella. Lo quizás hoy día se llamaría un efecto colateral.

Entonces la deidad, que ya había olvidado la falta de su amada, voló hasta su cuerpo quitando con sus manos el sueño que cerraban los hermosos ojos. Y éstos abrieron, iluminando la ilusión del dios alado. En ese momento suplicó al gran Zeus y a su madre Afrodita, permiso para contraer nupcias con Psique.

Y ambas deidades accedieron. Luego Zeus hizo inmortal a Psique. Se cuenta que la diosa del amor danzó en la boda de tanta alegría. La hija de la pareja fue llamada Hedoné, que se traduce como “Placer” en griego antiguo. Aunque también es conocida como Voluptas, en la mitología romana.

Diosa del amor

Afrodita y Adonis

Pero las andanzas y conquista de nuestra diosa del amor, son numerosas y memorables. De tal manera que debemos ahora recordar que la diosa del amor también mantuvo un célebre desliz con Adonis. Incluso intervino en forma determinante en su nacimiento.

El monarca de Chipre, llamado Cíniras, tenía una hija realmente hermosa, que tenía por nombre Mirra. Cuando la madre de la chica cometió una delicada falta contra Afrodita. Dicha falta consistió en asegurar que su hija era más hermosa que la diosa del amor.

Por semejante desatino, Mirra fue condenada con una insaciable lujuria hacia su propio progenitor. Cíniras rechazó los avances incestuosos de su hija. Pero como respuesta la chica se disfrazó de prostituta y así durmió subrepticiamente con su padre.

De esa manera Mirra resultó embarazada, pero pronto fue descubierta por el rey. Loco de la ira, Cíniras persiguió a la bella joven con una daga. Pero Mirra logró huir de su padre al suplicar piedad a los dioses. Y es que los dioses escucharon su súplica, por lo cual la transmutan en una planta de mirra. Así fue como la chica evitó que su padre le arrebatara la vida.

Por último el rey se quitó la vida en una tentativa de reparar el honor de familia.

De aquella relación encubierta Mirra tuvo un niño llamado Adonis. Entonces cuando la diosa del amor caminaba cerca de la planta de mirra, avistó al pequeño, pero contrario a lo que podía esperarse Afrodita tuvo compasión de él.

La diosa del amor se enamora

Acto seguido coloca a Adonis en un arca y la lleva al Mundo de los Muertos, para que Perséfone lo cuidase. Allí el chico creció hasta convertirse en un joven extraordinariamente apuesto. Entonces la diosa del amor regresó por él. No obstante, Perséfone deseaba que el hermoso joven se quedara con ella en el inframundo.

Aquello motivó que ambas diosas se liaran en semejante escándalo que Zeus se vio obligado a mediar. El decreto del gran dios fue que Adonis estuviese un tercio del año con la diosa del amor, otro tercio con la reina del Mundo de los Muertos, y el otro con quien él desease. Lo que quizás representa la primera sentencia de custodia compartida de la historia.

Y como deben imaginarse nuestros lectores Adonis, decide pasar el otro tercio del año con Afrodita. Bueno ¿a quién se le puede culpar por querer salir del Mundo de los Muertos?

En ese momento el apuesto Adonis comienza su año en la tierra junto a la diosa del amor. Cuentan las leyendas que una de sus más grandes diversiones era la caza. Y a pesar de no ser Afrodita una cazadora por naturaleza, forma parte de las excursiones de cacería del chico. Claro que lo único que la motivaba  era estar el mayor tiempo posible con el apuesto Adonis.

De esa manera pasaban cada hora de los días juntos. Poco a poco la diosa del amor fue sucumbiendo ante la hermosura del chico. De tal manera que va abandonando sus deberes de cuidadora, de custodia de la integridad del joven.

Este abrupto sentimiento que la consume en silencio, la impulsa a dejarlo por un breve tiempo. Pero antes de alejarse le hace una recomendación: no cazar a una criatura que no demuestre temor.

El consejo olvidado

Adonis acoge la recomendación, aunque calladamente desconfía de las habilidades de diosa del amor en el arte de la cacería. Así pues, pronto olvidó aquella conseja.

Así, poco después de que la diosa del amor se marchase, el apuesto chico se topa con un formidable jabalí. El animal era muy superior en tamaño que cualquier otro que hubiera cazado.

Algunos autores de la antigua cultura helénica, sugieren que el animal era la encarnación de dios Ares, otro de los tantos amantes de la diosa de amor. Éste actuaba movido por los celosos.

Es bien conocido que estos animales son en extremo peligrosos, capaces de lanzarse contra cualquier cazador que se los incita, sin mostrar miedo alguno.

No obstante Adonis hace caso omiso del consejo de la diosa del amor y persigue a la impresionante criatura. Pero casi de inmediato es el cazador el perseguido, al no ser rival digno para el enorme e impetuoso jabalí.

En la embestida el hermoso chico es castrado por los filosos colmillos del jabalí, muriendo poco después por la hemorragia.

Regreso infructuoso

Al enterarse Afrodita regresa velozmente para estar junto al chico, pero no puede llegar a tiempo para salvarle la vida. Únicamente le resta sollozar sobre su cadáver.

Donde de encharca la sangre del chico, Afrodita hace que germinen anémonas como recuerdo. En ese momento se compromete a que todos los años en esa misma fecha, se celebraría unos festejos en honor del chico.

Al perder la vida, el chico regresa al Mundo de los Muertos. Y claro que Perséfone se alegra al verlo. Pero ya por último, la diosa del amor advierte que él está en ese lugar, por lo que acude presurosa recuperarle.

De nueva cuenta Perséfone y la diosa del amor se pelean, al no poder acordarse sobre cuál de las dos debe quedarse con el chico. Por lo que Zeus debe intervenir nuevamente. Aunque esta vez dice que el gran dios sentencia que el apuesto joven debe pasar medio año con cada una de las diosas que se lo disputaban.

El juicio de Paris

Cuenta la historia helénica que Zeus se erigió rey de los dioses después de defenestrar a su progenitor, Crono. Pero éste, a su vez, había hecho lo propio con su padre Urano.

No obstante Zeus ya como rey de los dioses, es testigo de una profecía que aseguraba que él también será derrocado por uno de sus descendientes.

Mientras otra profecía le anuncia que un hijo de la ninfa Tetis, sería más grandioso que su padre. Quizás por esta razón Tetis, siguiendo órdenes de Zeus, contrajo nupcias con un mortal, que era el rey Peleo.

Así pues, Peleo y Tetis engendran un hijo, al que llaman Aquiles. Pero éste, a decir de otra profecía helena, debía morir siendo aún muy joven, en Troya.

Entonces con la intención de protegerlo, y siendo aún un niño, su madre decidió bañarlo en la laguna Estigia. Con ese baño se suponía le haría invulnerable, que nada dañaría su cuerpo, salvo si penetraba por su talón, que por ser por donde lo asió Tetis para introducirlo en el agua, no se humedeció con el agua “milagrosa”.

La manzana de la discordia

Fue una gran celebración. Todos los dioses acudieron a la boda de Peleo y Tetis. O casi todos, porque realmente faltó una deidad: Eris. Aunque esta se apareció de repente en la celebración dejando sobre el mesón una manzana de oro, que contenía la inscripción “kallisti”. Tal inscripción se traduce como “para la más hermosa”.

Y la fruta dorada fue demandada tanto por Hera y Atenea, como por Afrodita, quienes se creían las más hermosas. Esta situación generó un conflicto desagradable. Entonces Zeus se vio obligado a intervenir para resolver el impasse, designando como árbitro a Paris, príncipe de Troya.

Entonces las tres diosas intentaron sobornar a Paris. Por su parte Atenea le ofreció sabiduría, además habilidad para las batallas igualándolo a los grandiosos guerreros del pasado y el presente.

En tanto que Hera le prometió el poder político y el control sobre Asia. Mientras que la deidad del amor se inclinó por ofrecer el afecto ilimitado de la dama más bella del mundo.

Sólo entonces Paris entregó la frita dorada a la diosa del amor, para luego marchar a tierra troyana.

La mono de Afrodita en la Guerra de Troya

Pero las correrías de la diosa del amor también tuvieron mucho que ver con la Guerra de Troya.

Pues siguiendo con la historia anterior, debemos decir que la dama más bella del mundo resultó ser Helena. Hija de Leda, que aunque había casado el rey de Esparta, Tindáreo, se decía que el libidinoso Zeus la había seducida trasmatándose en un hermoso cisne.

Pero tomó en otros tantos casos, aquí los relatos también se contrarían, específicamente en lo referente a los cuatro hijos de Leda. La duda razonable era sobre qué vástagos de ella eran hijos de Zeus y cuáles de Tindáreo. No obstante Homero no dudó en presentar a Helena como hija de Zeus.

La hermosa Helena disponía de numerosos aspirantes a su amor, y Tindáreo, su supuesto padre, estaba poco confiado con la idea a elegir uno de estos pretendientes. Esto se debía al temor que el rey sentía, de que quienes no fueran escogidos decidieran vengarse.

Entonces uno de los pretendientes de la chica, Odiseo, quien era procedía de Ítaca, propuso un acuerdo. De esta forma el astuto Odiseo comprometió a todos los contendientes defender la unión de anhelada mujer con quien ella seleccionara como esposo.

La decisión y el rapto de Helena

Pero ella se decidió finalmente por Menelao. La convenció su humildad al no formalizar la petición de su mano por sí mismo, sino por intermedio de su hermano Agamenón. Es de recordar que ambos hermanos vivían en la corte de Tindáreo, desde la época de su destierro de Micenas, cuando fue asesinado su padre Atreo.

El asalto al trono había ocurrido por mano de su hermano Tiestes y el hijo de éste, Egisto.

No obstante la suerte comenzaba a cambiar y ahora Menelao heredaba el trono de Esparta del supuesto padre de su ahora reina, Helena. Mientras que Agamenón, desposado con la hermana de Helena, Clitemnestra, recuperaba el reino de Micenas.

Sin embargo el destino estaba decidido, como bien lo advirtió la profecía. Y así, enviado a concretar alianzas diplomáticas a Esparta, Paris se enamoró de Helena.

Ahora debemos recordar la promesa de todos los pretendientes de Helena, aquel que invocó el astuto Odiseo. De esta manera todos los reyes y príncipes de Grecia fueron convocados a honrar su palabra y recuperar la mujer para devolverla a su marido. Así tomaba forma la famosa Guerra de Troya.

Afrodita y Pigmalión

Ahora veremos un relato muy bello que relaciona a la diosa del amor. El mismo tiene que ver con Pigmalión, un escultor que no había logrado encontrar una mujer merecedora de su amor.

Ante el sufrimiento del artista, Afrodita se compadeció al extremo de decidir mostrarle la grandeza del amor y sus placeres. De tal forma que en una oportunidad Pigmalión fue inspirado por un sueño de la diosa del amor. El sueño lo estimulaba para elaborar una escultura de marfil semejante a Afrodita. Y así hizo, y la que llamó Galatea.

Pero el resultado del trabajo de sus manos, resultó siendo más que una obra de arte. Así Pigmalión se sintió inmediatamente seducido por la estatua, de una manera tal que asumió que no podía vivir sin su escultura.

Entonces oró con fervor a la diosa del amor, quien puso en marcha la última parte de su treta. Fue así como infundió vida a la maravillosa estatua. Después de lo cual Pigmalión pudo a Galatea de carne y hueso, y rápidamente se casaron.

Pero otra versión de esta bella leyenda nos relata que las mujeres de la ciudad donde vivía Pigmalión, se molestaron porque el artista no se casaba con ninguna de ellas. Por esa razón solicitaron a la diosa del amor que lo conmina a tal efecto.

A lo que Afrodita accedió. Entonces esa misma noche fue a ver a al escultor, exigiéndole que escogiera a una de las damas de la ciudad para ser su esposa. Caso contrario, le advirtió, ella misma tomaría la decisión por él.

Tiempo extra

Empeñado en permanecer soltero, Pigmalión suplicó algo más de plazo con la finalidad de elaborar una estatua de la diosa del amor antes de que tuviera que seleccionar su esposa. Entonces, halagada, ella accedió.

El artista empleó bastante tiempo elaborando pequeñas estatuillas de arcilla de la diosa del amor. Sostenía que requería el tiempo para lograr seleccionar la pose más indicada.

Entonces cuando inició la escultura definitiva, se sorprendió al darse cuenta que no quería terminarla. Y eso sucedía aun sabiendo que debería contraer matrimonio con alguien que escogería Afrodita por él, al no cumplir con su palabra.

Pero la demora obedecía a que el escultor se había enamorado locamente de la escultura. Mientras más la trabajaba, más la modificaba, hasta que dejó de parecerse por completo a Afrodita.

Y en el mismo instante en que Pigmalión se retiró de la estatua al fin culminada, la diosa del amor se presentó y le dijo que escogiera la que sería su esposa. Entonces él se decantó por la estatua, respondiendo la diosa que eso era imposible, conminándole nuevamente a elegir otra.

Pero Pigmalión abrazó su escultura con gran amor, y pidió a la diosa que lo transformase en estatua para poder de esta manera estar junto a ella para siempre.

El acto conmovió a la diosa del amor de manera tal, que en lugar de convertirlo en estatua de marfil, le insufló vida a la estatua. La que ahora de carne y hueso se llamó Galatea. Con quien casó.

El odio de la diosa del amor

No obstante su indiscutible título, la diosa del amor también fue muy conocida (y temida) por sus episodios de ira y sus consiguientes maldiciones.

Nos revelan los escritores antiguos, que cuando la diosa del amor se sentía ofendida por alguna persona, ésta inmediatamente caía en desgracia. La/el infortunada/o era condenada/o a tormentos muy crueles.

Como ejemplo podemos citar el caso la Aurora. A ésta la condenó la diosa del amor a sufrir una pasión incontrolable por Orión, pues había sucumbido a los avances amorosos de Ares. Definitivamente era una diosa muy celosa, y “meterse” con “su” dios de la guerra, era para ella una clara declaración de guerra.

Igualmente se sabe que condenó a todas las mujeres del pueblo de Lemnos, por negarse a honrarla. A estas otras víctimas de su odio, la diosa del amor les infectó con un hedor intolerable. Y por supuesto que esto generó que sus maridos las dejaran.

Mientras que las hijas de Cíniras, no tuvieron mejor suerte. A ellas las obligó a servir de meretrices a todos los visitantes que llegaban a de otras ciudades.

Afrodita se venga de Hipólito

Otro caso que refleja bien la capacidad de odio y venganza que podía albergar nuestra diosa del amor, nos lo presenta la historia de Hipólito. De él se dice que Afrodita fungía como catalizadora de su muerte.

El caso es que Hipólito llegó a desdeñar del culto de la diosa del amor para venerar a Artemisa. El castigo por semejante afrenta fue que Fedra, quien era su madrastra, se enamoró locamente de él, consciente como estaba que Hipólito no la aceptaría.

Relata la versión más conocida de la leyenda, la de Eurípides, que su madrasta trató de vengarse de Hipólito quitándose la vida. Pero además había dejado una carta donde relataba a su marido -progenitor del desafortunado protagonista, en todo caso, de esta venganza de la diosa del amor-, que su hijo la había violado.

Pero como Hipólito había prometido no delatar el amor de Fedra por él, declinó como un caballero defenderse, aun conociendo las consecuencias.

Sin más remedio, Teseo maldijo a su hijo, imprecación que Poseidón debía cumplir obligatoriamente. De tal modo que el desdichado fue embestido sorpresivamente por un toro que surgió del océano. En el lance sus caballos se encabritaban, volcando el carro.

Paradójicamente esta no era la muerte que Afrodita esperaba. Según Eurípides, la diosa del amor deseaba que su condenado sucumbiera a la salacidad de su madrastra, y entonces su padre los sorprendiera en pleno acto sexual. En esas circunstancias debía morir, no de otra forma.

En un acto de nobleza postrera, Hipólito perdona a su progenitor antes de zarpar al Mundo de los Muertos. Luego de esto su madrastra confesó la verdad a Teseo, pero no sin antes en venganza comprometerle a dar muerte a uno de los amantes preferidos de la diosa del amor: Adonis.

La expulsión del dios Momo del Olimpo

Otro episodio que revela el odio que podía llegar a experimentar nuestra reina del amor, tiene que ver con el muy célebre dios (o ex dios) Momo.

Momo es la deidad vinculada a la burla o sarcasmo y la culpa. Era venerado especialmente por los bardos y escritores, aún conociendo su espíritu de acusación perversa y crítica maliciosa.

Relata Hesíodo que Momo descendía de Nix, conocida como la noche. Mientras que Luciano comenta que la deidad de la burla se mofó de la deidad dios del fuego y la forja, al éste crear a seres sin aberturas en sus bustos, mediante los cuales pudiese conocerse si sus emociones eran ciertas.

Pero quizás la gota que rebosó el vaso, fue el haberse mofado de Afrodita. De la diosa del amor pregonó Momo, que era habladora indiscreta y que usaba sandalias que emitían sonidos estridentes. Definitivamente esta “nimiedad” le valió la expulsión del Olimpo.

A Momo solía representarse con un antifaz, a modo de que se le pudiera observar el rostro cuando se lo levantaba. También se le representaba con un monigote, como también un cetro en la mano, coronado con una cabeza bufa. Este simbolizaba la locura.

Calificativos y títulos de Afrodita

Con el paso de los años, nuestra diosa del amor se ha ganado innumerables epítetos y títulos, con los que se le distingue alrededor de todo el mundo. Veamos algunos de ellos.

  • Acidalia, que traduce como “de la fuente Acidalia”.
  • Afrodita en kepois, que quieres decir “de los jardines”.
  • Ambologera, que se entiende como “la que pospone la vejez”.
  • Anadiómena: la “que sale del mar”.
  • Androfono, que se traduce como “poderosa”.
  • Anosia, que se entiende como “profana”.
  • Areia, que la titula como guerrera, por su relación con Ares.
  • Automata, que la muestra como origen del amor sincero.
  • Baiotis, que la describe como “la de orejas pequeñas”, en la zona de Siracusa.
  • Basilis, título de reina.
  • Caliglutos, que traduce la “de los hermosos glúteos”
  • Calipigia: “bella fogosa”.
  • Cipria o Cipris', que le da un origen: “de Chipre”.
  • Citerea, también de origen: “de Citera”.
  • Despoina, que la eleva al título de “la señora”.
  • Enoplios: “armada”.
  • Epitimbidia, que la ubica “sobre las tumbas”.
  • Epitragidia: “detrás del macho cabrío”.
  • Filopannyx, que la titula como la “Amante de la Noche Entera”.
  • Genetilis: “de la maternidad”.
  • Hetera, la dibuja como “la cortesana”.
  • Melaina: la “negra”.
  • Morfo, que denota “forma”, y se puede extender a otros calificativos como “de varias formas”, “de bellas formas” y que viene con el "sueño". Expresiones del culto espartano a la diosa del amor.
  • Pandemos: “común a todos”. De tal forma se le celebraba en las cercanías del ágora de Atenas.
  • Persefesa, que la iguala como “reina del inframundo”, con Perséfone.
  • Porni, que traduce como “la prostituta”. Sí, era la diosa de la lujuria.
  • Praxis, que la define como la “del acto sexual”.
  • Sosandra, que se entiende como la “salvadora de los hombres”.
  • Timboricos, una muy curiosa palabra que la define como “percusionista”.
  • Urania: la “celestial”.

Templos de Afrodita

Ahora veremos algunos de los templos y santuarios dedicados a la veneración de la diosa del amor.

  1. El Templo de Pafos.
  2. Templo de Santorini o Thera.
  3. El Templo de Cnido. Para este centro de adoración, se elaboró la conocida estatua de Cnido de Praxíteles.
  4. Templo de Afrodita o de Venus, ubicado en la Villa Adriana de Tívoli.
  5. El Templo de Amatunte, en Chipre.
  6. Templo de Rodas.
  7. El Templo de Afrodisias.
  8. Templos de Afrodita Pandemos, ubicados tanto en Atenas como en Megalópolis y Tebas.
  9. Templo de Afrodita Urania en Atenas.
  10. El Templo de Afrodita en kipois, o "Afrodita de los jardines", encontrado en la Acrópolis de Atenas.
  11. También destaca el templo de Afrodita Praxis en Megara. Allí la estatua de la diosa del amor fue trabajada en marfil. Se data anterior a los tiempos de Praxíteles. Era acompañaba por dos estatuas: una de Peitho y otra de Paregoros. Al conjunto artístico se le da el nombre de “Éxito en el amor”.

Los templos de Corinto

Pero mención especial merecen los templos de Afrodita en Corinto y por tal motivo hemos preferido separarlos del grupo anterior.

Esta era una metrópoli conocida como la ciudad de la diosa del amor. Allí Afrodita contaba con no menos tres templos. El más relevante en la cumbre del Acrocorinto, del siglo V a. C. Sus dimensiones: 10×16 m.

El otro es el llamado “Templo F”, ubicado en la terraza oeste. Construido en mármol y en estilo característico jónico. Data de mediados del siglo I de nuestra era. Disponía de una estatua de Hermógenes de Citera.

Ya el tercer templo estaba ubicado en el Kraneion, en las cercanías del cementerio y rodeado de un bosque de cipreses. Estaba consagrado a Afrodita Melainis, que quiere decir la "negra".

Ésta era una deidad ctónica relacionada con dicha zona. En la era cristiana fue convertido en basílica.

No obstante otros dos templos de la diosa del amor se erigieron tanto en los puertos como en Lequeo y Céncreas.

Pero además, con su efigie se acuñaron más tipos de monedas que con las de cualquier otra deidad, exceptuando a Poseidón.

Algunas fuentes cristianas refieren, que al arribo de San Pablo existían en Corinto alrededor de un millar de prostitutas sagradas del culto de la diosa del amor.

Apariencia de la diosa del amor

Pero hay una pregunta que todos nos hacemos: ¿cuál ha debido ser la apariencia de la diosa del amor? Y no puede ser de otra manera, pues al tratarse de esta deidad la imaginación siempre vuela.

Por eso veremos a continuación, algunas aproximaciones sobre lo que debió ser su apariencia. Esto según las descripciones que nos dejan los escritores y poetas de aquellos lejanos tiempos.

Primero recordemos que la diosa del amor era conocida por su extraordinaria hermosura. De tal manera que sus representaciones artísticas invariablemente señalan a una mujer joven despampanante.

Regularmente aparece ataviada con vestimenta elegante. Adornada con prendas de oro. De abundante y ondulado cabello, además de su características líneas corporales voluptuosas.

Simbología e iconografía

Son tres los principales símbolos que suelen asociarse con la diosa del amor. En estos se incluyen la faja, la concha y el espejo. Pero hay mucho más que eso.

Entre las representaciones más añejas de Afrodita, destacan las de la cultura micénica. En ellas se muestra con una paloma o acaballada en un toro. Todas se datan en el siglo VIII a. C.

Pero es de destacar que las deidades femeninas en la escultura griega, invariablemente aparecen vestidas en la escultura denominada arcaica. Arreglo que se extiende incluso a la diosa del amor, en el orto de la escultura clásica del siglo V a. C.

Así lo conforman la Afrodita Sosandra de Calamis y el llamado "grupo de Afrodita" del frontón oriental del Partenón, obra atribuida tanto a Fidias como a Alcámenes.

Pero luego de alejarse de aquellos tiempos, la iconografía de diosa del amor se va adaptando a diferentes convenciones. Una es la de la deidad púdica. Ella, aunque desnuda, se intenta cubrir el cuerpo. Tal convencionalismo se adoptó a raíz de la Afrodita de Cnido, datada hacia 360 a. C. Siendo este uno de los modelos más seguidos por un sinnúmero de artistas sobre esta deidad.

El primer desnudo de la diosa del amor

Relata Plinio el Viejo, que Praxíteles esculpió dos estatuas de la diosa del amor: una vestida, que fue acogieron los ciudadanos de Cos. Mientras que la otra era sin nada de ropa, y con esta habrían tenido que quedarse los habitantes de Cnido, pues les correspondía escoger de segundos.

Esta pues, se conoce como la primera representación sin ropa de esta versión de la deidad. Aunque en honor a la verdad, la tradición fenicia de esculturas o pinturas sin ropa jamás se había desaparecido en escenarios narrativos.

Las interpretaciones modernas de ciertas estatuas antiguas, sueles agregarles nuevos elementos. Entre estos elementos destacan el caso de la Venus de Arlés.

Aunque entre las más sorprendentes caracterizaciones antiguas de nuestra diosa del amor, se cuenta el grupo helenístico compuesto por Afrodita, Pan y Eros. En la popular obra las deidades proceden de Delos y en la misma nuestra protagonista amenaza a Pan con una sandalia.

Igualmente es profusa la representación de la diosa Atenea relacionada a otras deidades. Entre estos dioses destaca Hermes. Pero también está la famosa escena del Juicio de Paris, donde no extraña que tanto Atenea como las otras dos diosas aparecen con el cuerpo cubierto.

No obstante desde el Renacimiento, la pintura relacionada con la mitología helénica, tiene en Afrodita/Venus uno de sus más importantes temas. Bien sola o en las más diversas asociaciones. Destacan artistas como Velázquez, Tiziano y Bronzino, entre otros.

Oración a Afrodita/Venus

Y si tu fervor llega a tanto, aquí te dejamos esta oración a la diosa del amor:

«Amada Afrodita/Venus (cualquiera de las dos según tu fe), tú que fuiste deseada por todos los dioses del Olimpo, ayúdame a conseguir que la persona que tanto amo sienta lo mismo por mí.

Acudo a ti para solicitar humildemente, que me otorgues la posibilidad de sentir ese placer por parte de (nombre de la persona que deseas enamorar). Permite que el hermoso espíritu del amor me preste sus rayos para penetrar en su corazón y que mi amor reine.

Afrodita/Venus, a ti que reinas en los caminos del amor y en los intrincados senderos por donde transitan los sentimientos y la pasión, te prometo que el amor entre ambos será duradero.

Tú que eres radiante y bondadosa, dame tus efluvios, tu fuerza y poder para que (nombre de la persona que quieres atraer a tu vida) se enamore perdidamente de mí. Que el espíritu de (nombre de la persona que quieres enamorar) y el mío se junten, se unan en uno solo y se amen.

Tú que eres regente del buen humor y la belleza, dame el carisma y la belleza física que necesito para atraer sus miradas cariñosas. Tú, que todo lo puedes, haz que mis estrategias de seducción sean efectivas.

Afrodita/Venus, diosa del amor, haz que mi amor sea correspondido. Consigue que triunfe y pueda conquistar su amor y que (nombre de la persona que quieres enamorar) incube un sentimiento amoroso profundo hacia mí.»

Consortes/amantes y sus descendientes

Como ya han visto la lista de amantes de Afrodita es larga, así como sus descendientes. Por eso la agregamos para que puedas tener una idea clara de por qué ostenta de manera inobjetable el título de diosa del amor.

Dioses:

Ares. Sus hijos con él: Anteros, Deimos, Eros, Fobos, Harmonía y Hímero.

Dioniso. Sus hijos con él: Himeneo y Príapo.

Hefesto.

Hermes. Sus hijos con él: Hermafrodito, Peiton y Tique.

Poseidon. Su hijo con él: Rodo.

Mortales:

Adonis. Sus hijos con él: Beroe y Golgo.

Anquises. Su hijo con él: Eneas.

Butes. Su hijo con él: Érice.

Faetón. Su hijo con él: Astínoo.

Ya por último, si este artículo te ha gustado te invitamos a leer este otro. Sólo cliquea sobre el título del mismo: Conoce el famoso y condenado Atlas de la mitología griega.

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