Conoce el Baphomet: ¡Símbolo del bien o del mal!

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¿Quién o qué es Baphomet? En este post nos llenamos de valor para indagar sobre uno de los símbolos más reconocidos y representativos tanto del ocultismo como del propio satanismo en todo el mundo. No te lo pierdas.

Baphomet

Orígenes del Baphomet

Lo llaman de varias formas: Baphomet, Bafometo, Bafomet o Baphometo. Pero en cualquiera de estos nombres se concibe como una deidad. Una deidad personificada por una imagen de apariencia humana, que reúne en sí mismo elementos cismáticos del Cristianismo del Medioevo. No obstante hay que reconocer que la palabra «Baphomet» no es muy conocida, y lo poco que se ha extendido quizás se deba a una palabra similar ("Baphometo"), que se abrió paso desde las sombras en plena Edad Media.

Es entonces cuando el término se convierte en protagonista, en la causa que juzgó a la «Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomónmejor conocida como los «Caballeros Templarios». Se trataba de una muy poderosa agrupación clerical, que el Papa Clemente V suspende en el año 1314. Y en el proceso jugó papel preponderante el "Naphometo", al extremo de motivar a los inquisidores del Rey de Francia Felipe, el Hermoso, para culpar de herejía, entre otros cargos injustificados, al Gran Maestre de la Orden, Jacques de Molay, y a sus compañeros Templarios.

Es de recordar que entre aquellos cargos inventados destacaban el blasfemar de Jesús, ofender el símbolo de la religión y, nada menos, que la práctica de relaciones carnales con criaturas de diferentes especies, entre otras del mismo orden sexual. La verdad fue que el Rey sólo buscaba apropiarse de las riquezas que acumulaba la poderosa Orden, ya que atravesaba serios problemas económicos.

El pecado de los Templarios

Pero continuemos tras la pista de Baphomet.

Y es que la historiografía ha personificado que esta supuesta deidad con una cabeza barbuda y cornamenta. Una figura claramente diabólica. Con lo que se justificaría la acusación de herejía a los templarios. Sobre los que pesaban ya las dudas, por haber estado en Tierra Santa cerca de los moros y sus ritos.

Quizás por ello se ha especulado que el nombre pudiera ser una deformación o adaptación local del nombre Muhammad. Sobre lo cual hay que recordar que los presuntos sacrílegos estaban basados en una zona del país galo con idioma propio para la época. De tal manera que en los idiomas vecinos se adoptó el término Mahomet, del francés más específicamente. La teoría estriba en que en el acta elaborada contra los acusados, no se ofrecen muchas explicaciones, dando por sentado que se trataba de un término de uso corriente.

No obstante, otras fuentes más osadas aseguran que el “criminalizado” o satanizado rostro barbado, correspondería nada menos que al propio Jesucristo. Tesis ésta reñida con el dogma de la Resurrección. Mientras que otras llegan al extremo de sostener que tal testa no era otra que la de Juan el Bautista. Pero claro que no como simbolismo, sino una testa real de persona, aunque disecada.

Fusión de términos y la contraposición al cristianismo

Pero también es usual relacionar a Baphomet con la conjunción de dos términos griegos, de donde deriva una expresión aproximada a “bautismo de sabiduría”. Por otro lado se conocía a Baphomet como el regente del purgatorio y de los siete infiernos, pero además de encargado de los diferentes demonios de los siete pecados capitales. Y por lo tanto el más poderoso de ellos. Es decir, el guardián de un mundo opuesto al mostrado por la fe Cristiana.

En el año 1589 el obispo y teólogo alemán Peter Binsfeld, relacionó cada uno de los pecados capitales con un demonio en particular. Su idea era que cada uno de estos seres del averno se encargaba de tentar a las personas empleando medios pecaminosos.

Esta era la su clasificación demoníaca:

  • Lujuria: Asmodeo
  • Gula: Belcebú
  • Avaricia: Mammon
  • Pereza: Belfegor
  • Ira: Satán
  • Envidia: Leviatán
  • Orgullo: Lucifer

Antecedentes

Si ya se te ha despertado la duda sobre la extraña criatura Baphomet, entonces es preciso que indaguemos un poco sobre sus antecedentes. Y el punto de partida obligatorio es el ídolo conocido como “bafomet”, que aunque solo se le refiere como ‘un ídolo’, se incluye desde un principio en los folios de cargos que los abogados del Rey Felipe IV y de los inquisidores franceses esgrimieron para aprehender, atormentar y condenar a los Templarios.

https://www.youtube.com/watch?v=yZ2vkvfvF4A

De tal manera que la bibliografía relaciona a este “bafomet” (al que ahora se identifica como Baphomet), con la extinción de la poderosa Orden. Pero hay que saber que de los estudios sobre los trabajos de la Inquisición, se desprende la teoría de que se trató de una acusación que seguía un esquema determinado, una suerte de modelo de acusación empleado para atacar a quienes eran contrarios al soberano de Francia.

Según el historiador Peter Partner, por aquellos días va a presentarse una perspectiva muy gris para quienes están cercanos a la práctica religiosa, y que por sus deberes públicos son blancos de la mirada mira tanto de aristócratas como de la propia Casa Real, pasando por políticos y cortesanos. Si, realmente representaba un verdadero peligro.

Y es que el miedo no era infundado, pues derivaba de dos posibles imputaciones para las que había poca o ninguna salvación. Se trataba de las acusaciones sobre herejía y la de practicar de sodomía. Casi nadie se salvaba de ellas, o mejor dicho, de las condenas con las que casi invariablemente eran castigadas.

Un enemigo llamado herejía

Ahora sabremos por qué se relaciona a Baphomet con herejía.

Sucede que para la jerarquía católica ambas eran igual de peligrosas. No obstante perseguida la herejía con un rigor rayano en lo desalmado y la crueldad. Esto porque la Iglesia la creía un ataque contra todo el pueblo cristiano. En tanto que las prácticas satánicas las estimaban personales y de un alcance menor dentro de la logia.

Tales doctrinas o conceptos habían motivado con anterioridad al caso de los Templarios, que el Papa Gregorio IX instituyera la Santa Inquisición o el Santo Oficio, como se le conocía popularmente a su sección española, instituida a su vez por los Reyes Católicos. Esta instancia tendría las funciones de un tribunal, pero se dedicaría exclusivamente a “proteger” a la Iglesia y a sus fieles de cualquier ataque u organización herética.

Y como era de esperarse, se trataba de un tribunal dependiente de la Santa Sede, que mantenía informado al Papa de sus procedimientos. Así fue, con estas características, que comenzó su actividad en el año 1232, con el objetivo primordial castigar las herejías, poniendo especial atención en el nacimiento de cualquier modalidad de amenaza contra los dogmas de la Iglesia Católica.

En tal cuadro de peligro exaltado por el miedo, quienes eran amigos de los jefes religiosos que conforman la temible comisión, disponían de un importante aliado para desaparecer a sus rivales. Pero eran unas ayudas que estos sacerdotes no dejarían de cobrar. Así fue como los ‘piadosos’ que dirigían la inflexible comisión, es decir los dominicos, de inmediato se ubicaron en distinguidos puestos de la clase gala.

Entonces comenzaron a actuar de forma autónoma, al extremo de que el responsable del Santo Tribunal en Francia, ya en el tiempo en que fueron juzgados los Templarios, era el propio confesor personal de Felipe IV y actuó cumpliendo sus órdenes.

Un grueso expediente

También recoge la literatura un vasto archivo de información, donde destacan acusaciones de prácticas heréticas y satánicas. Las mismas se cebaban en mercaderes, la cual era una labor considerada por la clase católica como ruin. Y esto a pesar de los claros progresos observados a comienzos del siglo XIII.

Pero igualmente ponía bajo la lupa cargos políticos próximos a los poderosos, integrantes de la Iglesia y los cortesanos. En suma, nadie se escapaba de esta amenaza. Al extremo de que el mismísimo Papa Bonifacio VIII, fue involucrado en este entramado conspirativo por decisión del rey de francés y de su mano derecha, Guillermo de Nogaret.

De tal modo que el Santo Padre se vio enfrentado a la realeza por diferentes acusaciones. No obstante motivaba todas estas acusaciones, los conflictos de interés del poder religioso sobre el civil. Así que el propio representante de Dios en la Tierra, el sucesor de San Pedro, fue acusado por Felipe IV de  los siguientes cargos: hechicería, herejía, sodomía y deshonra.

El temible y temerario tribunal aseguró que al Papa se le había hallado en algunas oportunidades hablando con un fetiche en forma de pequeña estatua, que representaba nada menos que al mismísimo Diablo. El sustituto de San Pedro mantendría oculta dicha imagen en su alcoba personal, a la que acudía para pedir consejo siempre que requería tomar una decisión importante.

Por supuesto que la saña que manifestó Felipe IV hacia Bonifacio, causó mucho revuelo. Desde entonces se ha especulado si fue una decisión propia o inducida por su principal consejero Guillermo de Nogaret. Pero aun así no cesaron en su empeño, incluso desestimando los numerosos acuerdos que propuso Clemente V.

Baphomet

Juicios amañados

De tal modo que la causa continuó, siendo concluido el expediente en 1307. En el mismo se observa que las acusaciones contra el Papa y los Templarios son muy similares. Aunque tales acusaciones no tendrían mayor fundamento, considerando que las manos del Rey de Francia y su principal consejero estaban detrás de ambos juicios.

También se conoce la historia del obispo de Troyes, Guichard. La misma refiere este importante clérigo, además confesor personal y principal consejero de Blanca de Navarra, fue enjuiciado en 1308 (tan solo un años después del juicio al Papa), de practicar la hechicería. Pero se le agregó el cargo de instigación al asesinato (con veneno), de Juana I de Navarra, consorte de Felipe IV.

Alegaban como presunta prueba, que el cortesano caído en desgracia había encomendado la elaboración de una figura de la reina en cera. Figura que él bautizó, para luego clavar en ella afiladas agujas con el propósito de convocar sobre la esposa del monarca galo tanto problemas de salud como la ruina y la muerte.

El expediente fue instruido con el acusado en la cárcel, ¡quizás para evitar una fuga como por arte de magia! Y en el mismo Nogaret agrega las no menos infames acusaciones de sodomía y escupir la Santísima Cruz, entre muchas otras de la misma laya. Pero como era de esperarse concluye dicho expediente tan sombríamente como el del Papa. Sin embargo el caso se desintegró casi al inicio del Concilio de Vienne. Esto por la incomparecencia (habían desaparecido) de ciertos testigos de interés, lo que motivó el sobreseimiento de la causa.

Sin más remedio, el obispo e importante cortesano es dejado en libertad, aunque nunca más alcanzó a dirigir una diócesis más, para pocos meses después.

El rito del beso

Otro ejemplo que refleja la realidad del momento y que nos ayuda a ubicar el origen del mito o culto a Baphomet, se data en el año 1233. Para ese entonces el Papa Gregorio IX envió epístolas a los nobles de Renania para que reaccionaran contra una manifestación herética que a su juicio comenzaba a extenderse por la zona.

Se refería el Papa a una suerte de rito de recepción, donde se besaban en la boca y las ancas a batracios, entiéndase ranas y sapos. Pero una vez culminada la bienvenida eran besados los cuartos traseros de un negro y gran gato. Para lo cual el felino era puesto al revés, luego de lo cual se procedía a salmodiar extrañas oraciones, para finalmente aparecer un extraño ser de apariencia humana y resplandeciente. A esta aparición eran encomendados los novicios y sus bienes.

El experto en la historia de los Caballeros Templarios, Malcolm Barber, refiere otros ejemplos de presuntas sectas y herejías, donde se hacía igualmente la adoración de un fetiche, o incluso de un gato vivo. Hechos que conforman una cadena de antecedentes, que se inicia en el siglo XI extendiéndose al XIV.

Quedan plasmados para la posteridad estos hechos, en una obra de autor desconocido, titulada Les Grandes Chroniques de France, que guarda la abadía de Saint-Denis. Pero parecidas acusaciones refiere Peter Partner en sus obras. Se cree que incluso el propio Nogaret habría elaborado algunas de tales acusaciones.

Es de destacar que en todas las acusaciones mencionadas donde actúa Nogaret, catalogadas por Peter Partner como «ataques mágicos», coinciden como algo común el escupir a la Santísima Cruz, la sodomía y el hecho de haber apostatado de su fe.

Modificando a capricho la historia

A dichos antecedentes se puede agregar la condición de desidia o incluso connivencia, que supuestamente mostraba la Orden del Temple a sus encarnizados enemigos, los moros o musulmanes. Es importante recordar que los trovadores anteriores a los tiempos del proceso, es decir cerca del año 1265 o incluso algo después, narraban el desplome del dominio cristiano en Tierra Santa.

De tal manera que solían culpar de aquello a la pasividad o desidia ante la inminencia del inevitable desenlace. Aunque también condenaban la presunta “familiaridad”, sino amistad, que mostraban los integrantes de la orden en desgracia con los sarracenos. Menos lejanas son los comentarios de Rostand Berenguier de Marsella, fechados algo después del año 1291, donde aborda la caída de Acre. Allí culpa de la caída de la ciudad de Israel a «los templarios gandules, orgullosos y cobardes».

Por supuesto que son estas obras de muy poca repercusión. Sin embargo tenían una tarea o propósito bien definido: crear cierto estado de ánimo. Y es que de esta manera las personas que podían tener acceso a las mismas, bien leyendo o escuchando sus leyendas en los salones de los castillos, principalmente los jóvenes que no habían vivido en tiempos de las batallas y hechos gloriosos de los Caballeros Templarios, cultivarían algún resentimiento hacia la Orden defenestrada.

La verdad tras el juicio del Papa Bonifacio VIII

Pero para entender aún más el origen de Baphomet, conviene ver cómo se trama toda una gran mentira para condenar nada menos que al mismísimo Papa Bonifacio VIII. Y todo por poder y dinero. La terrible pelea entre ambos jerarcas comenzó cuando el Felipe el Hermoso pretendió cobrar impuestos al clero galo. Esta tentativa originó desavenencias entre los señores del clero y los oficiales de la corona, por la aplicación de cualquier tipo de tasas sobre personas y tierras.

Pero tales diferencias se resolvieron en favor de los intereses del monarca, a pesar de las protestas de los obispos, e incluso del propio Papa. Así el Sumo Pontífice se vio obligado a hace valer su «plenitudo potestatis». De tal manera que su respuesta fue emitir el 25 de febrero de 1296, la bula «Clericis Laicos». En este decreto se prohibía el cobro de impuestos al clero, sin antes contar con la anuencia del Papa, so pena de excomunión.

Claro está que la bula fue desacatada flagrantemente por el monarca francés, quien respondió promulgando una variedad de edictos con los que se prohibía, tanto a laicos como a clérigos, la exportación de bienes a Roma. El espinoso asunto se tradujo en duras negociaciones. En uno de ellos el Papa Bonifacio suscribió un acuerdo donde reconocía al soberano de Francia el poder de establecer impuestos al clero, aunque en casos de urgente necesidad y sin contar con la previa aprobación del Papa.

Además, como garantía de su buena voluntad, el Sumo Pontífice canonizó abuelo de Felipe El Hermoso, Luis IX.

Dos poderes en conflicto

Pero el entendimiento entre ambos monarcas fue fugaz, pues duró únicamente cuatro años. De tal forma que en 1301 se dio un nuevo enfrentamiento, cuando el monarca francés decidió el arresto del obispo de Pamiers, Bernard Saisset, a quien le acusaban de traición.

Tal detención era una evidente violación a los privilegios clericales, pues solo el Sumo Pontífice estaba autorizado para juzgar a un obispo. El objeto de la detención fue obligar a una solución del conflicto en la jurisdicción de Pamiers, la cual ponía frente a frente al Conde de Foix, quien gozaba del apoyo del rey, y a la jerarquía católica, apoyada por el Papa, quien había puesto dicha diócesis bajo su directa protección.

No obstante el fin último del proceso era mucho más oscuro. Era que el monarca francés pretendía recibir del Papa el reconocimiento de la jurisdicción suprema de su poder sobre todos sus súbditos. Y esto incluía a los integrantes de la alta jerarquía clerical. En suma, aceptación de la superioridad total del rey sobre el Sumo Pontífice dentro de los límites de su reino.

En tal sentido el 24 de octubre de 1301, en Senlis y ante el Rey Felipe, fueron presentados los cargos contra el obispo de marras. Y es que la gravedad de la acusación, según el propio monarca, justificaba su intervención. Pero ¿cuál era esa acusación?. Pues se decía que Bernard Saisset, Obispo de Pamiers, había intentado convencer al conde de Foix para completarse en función de un levantamiento del Languedoc contra el monarca francés.

La ligereza de una profecía

No obstante lo más grave sería que había divulgado una profecía falsa sobre San Luis, rey de Francia. Tal profecía aseguraba que la dinastía de los Capetos perdería sería defenestrada bajo el reinado de su nieto. Pero a pesar de ello, el expediente del proceso no ofreció la menor prueba sobre tales acusaciones.

Pocos días después, el consejero real, el funesto Guillermo de Nogaret, envió una misiva al Papa, con la que justificaba la actuación del monarca francés. Pero además extendía en la carta la imputación de traidor a la de herejía, toda vez que se le culpaba de afirmar que la fornicación no era un pecado, al tiempo que consideraba inútil el sacramento de la penitencia.

De esta manera el caso del rebelde contra el monarca, escalaba al del rebelde contra el mismísimo Dios.

‘Escucha, hijo’

Aprovechando su ventaja, el monarca francés quiso obtener el desafuero del juicio por parte del Sumo Pontífice. Sin embargo Bonifacio divulga una bula el 5 de diciembre de 1301, titulada Ausculta fili, que se traduce como “Escucha, hijo”. En la misma reconviene al monarca por no haber obedecido la anterior bula sobre los impuestos a los representantes eclesiásticos. Además de condenarlo por desobedecer al obispo de Roma.

Como reacción la bula fue quemada en territorio francés. Y en vez de la "Ausculta Fili", la que corrió velozmente fue una falsificación de ésta atribuida de Pierre de Flote, llamada Deum time (Tiempo de Dios). La misma era con la idea de difundir una frase cuidadosamente pensada: «...Scire te volumnus quod in spiritualibus et temporalibus nobis subes», algo así como «queremos que sepas que tú eres nuestro súbdito tanto en los asuntos espirituales como en los temporales».

Pero como si aquello no fuera suficiente, se agregaba que quien no lo aceptara incurriría en el pecado, y delito, de herejía. El reproche del Sumo Pontífice contra la falsificación fue inútil. Aunque días luego intentó explicar que ser siervo como al que se refiere la Bula, era solamente «ratione peccati» o pecado, dado que la honradez de cada acto del monarca, fuera privado o de índole público, se fijaba dentro de la prerrogativa del Vaticano.

Entonces esto contrariamente motivó la reacción de apoyo al monarca de Francia, concitando a la vez el rechazo al heredero de San Pedro, quien ahora  era visto como si intentara doblegar al monarca en asuntos temporales.

Baphomet

Un Papa terco

Pero el Obispo de Roma no se daría por vencido. Entonces llamó a al Rey Felipe y al obispado galo a un sínodo a celebrarse en la ciudad de las Siete Colinas. Y en efecto eso ocurrió el 1 de noviembre de 1302. La importante cita tenía por objeto precisar de una manera concluyente la los límites entre la Iglesia y el poder temporal o terrenal. Aunque igualmente sirvió para juzgar al rebelde y “endiosado” monarca como responsable de abusos insólitos y hasta extravagantes contra la fe de Cristo.

La respuesta del rey fue inmediata. Culpó de hereje nada menos que al mismísimo heredero de San Pedro y Obispo de Roma. Esto lo hizo frente a los representantes de la clerecía y los nobles. Pero esta forma pública de acusación tendría aún un ribete mucho más novedoso, y es que se realizó abierta al público o pueblo de París, lo que vendría a significar el advenimiento de los Estados Generales de Francia.

Además Felipe El Hermoso citó un cónclave para juzgarlo, pero paralelamente vedó la asistencia a la asamblea convocada por el Papa. Entonces el monarca, a decir de Nogaret, se había transformado en el «ángel de Dios», que había sido instruido y ungido para actuar por Él en la Tierra.

La Unam Sanctam

Sin embargo a la asamblea citada por el Papa acudieron cerca cuarenta prelados más seis superiores de igual número de conventos. Pero mayoritariamente éstos venían de regiones que no estaban bajo la autoridad del monarca galo. Entre estas autoridades religiosas destacaba el obispo de Burdeos y futuro Clemente V, Bertrand de Got.

El controversial sínodo fue usado para excomulgar a todo el que prohibiera, a cualquier persona, acudir o recurrir a la Santa Sede. El acto era tan general que no se requerían nombres. Como conclusión del sínodo se promulga el 18 de noviembre de 1302, la bula Unam sanctam, que mantenía con firmeza la línea de pensamiento y acción del actual Obispo de Roma. Y ese un método que defendía un sistema de obediencia hacia la autoridad de la Iglesia, algo similar a la corriente que derivaba de dos Papas anteriores.

En la Unam sanctam se concluye principalmente lo siguiente:

Hay dos tipos gobiernos: Uno espiritual y otro de índole temporal. Pero destaca que los dos conciernen a la Iglesia. El primero está bajo el poder del Sumo Pontífice, mientras que el segundo en la mano de los monarcas.

Aunque se deja claro que tales monarcas no deben hacer uso de aquel gobierno, sino por intermedio de la Iglesia, acatando las órdenes y el consentimiento del Papa.

En líneas generales establecía un modelo superioridad de la Iglesia sobre las monarquías, al precisar que de desviarse el espíritu del referido “poder temporal”, debía éste ser corregido por el “poder espiritual”. Y por si quedaba alguna duda, la bula dejaba muy en claro que era requisito indispensable para la salvación del alma, que todas las personas se sometieran al poder del Papa.

El Poder Temporal

De esta forma el Papa reconocía la autonomía de la clase política, una autonomía expresada en un “poder temporal”. Aunque se trataba de un privilegio con una estricta limitación. Esta era que debido a que la persona política era igualmente cristiana, dicha persona estaba bajo arbitrio del poder espiritual del Obispo de Roma.

Pero eran los tiempos del orto de los Estados nacionales. Eran instancias de poder que habían dejado de basarse en un las antiguas relaciones de índole feudal, sino en las de corte mercantilistas y burgueses. Y fue de esta manera que la referida bula se calificó como una velada artimaña feudalista del Papa. Como respuesta, el monarca galo convocó para el 12 de marzo de 1303, una asamblea en la fortaleza de Louvre de la capital francesa. Felipe El Hermoso no aceptaba ser despojado del estamento religioso y pasado a manos del Papa.

A dicha asamblea acudieron obispos y representantes de la nobleza gala, destacando la familia Colonna que se asilaba en dicha ciudad. Y los asistentes acusaron al Papa de hereje, además de negociar los asuntos espirituales. Aunque la acusación también incluía, como ya se ha dicho anteriormente, blasfemia y brujería, pero especialmente del asesinato del pontífice Celestino V.

En el acto se solicitó además convocar para un concilio ecuménico, donde se llevaría a cabo procesamiento del acusado y la evacuación de las presuntas pruebas deposición. Mientras que se le encomendó al alto consejero Nogaret la detención y el traslado del Papa a la capital gala.

Una nueva bula

Pero al enterarse el Sumo Pontífice las pretensiones del monarca, en consistorio refutó las imputaciones bajo juramento. Después elaboró una nueva bula, aunque esta para excomulgar a su rival, llamada Supra Petri solio. No obstante dicho documento no se llegó a promulgar, toda vez que el 7 de septiembre de 1303 se produjo un suceso que cambió bruscamente el curso de los acontecimientos.

Tal incidente es conocido como «atentado» o ultraje de Anagni.

Como puedes ver, en ese légamo de ambición y maldad, se va abriendo el camino para la aparición de Baphomet, quien como ya hemos apuntado antes, será relacionado con el propio Obispo de Roma y los Caballeros Templarios. Así servirá de instrumento para una de las más elaboradas farsas de la historia, sacando del camino de un rey ambicioso, todo obstáculo presumible.

El atentado de Anagni

De acuerdo al poder universal del Obispo de Roma, el monarca galo tenía que ser excomulgado en la ciudad de Anagni, cercana a Roma, el día 8 de septiembre de 1303, fecha en que se celebra el nacimiento de la Virgen María. También debía declararse a sus súbditos exentos del juramento de fidelidad. Sin embargo el día anterior arribó a Anagni un grupo de mercenarios galos, para inmediatamente sumársele cientos de soldados del patio. Luego el pequeño ejército recién formado aprehendió al mismísimo Papa, lo que motivó la enérgica reacción del pueblo de Anagni.

Pero sería imperdonable dejar de contar que Guillermo de Nogaret, que se había trasladado a Italia con la orden de detener al heredero de San Pedro, estaba acompañado por Sciarra Colonna, enemigo acérrimo del Papa. Este Colonna se había encargado de conseguir el respaldo para la descabellada empresa, tanto de la burguesía de la ciudad como de algunos miembros del Colegio cardenalicio, y entre todos embistieron contra el edificio apostólico de Anagni, donde se hallaba el Papa.

Bonifacio VIII aguardó sentado en su trono, con la majestad de su investidura, a los asaltantes. Se dice que lucía todas las vestimentas de su jerarquía y los símbolos de su poder. Entonces, en aquel escenario, Colonna habría abofeteado al Sumo Pontífice, no sin antes amenazarlo de muerte. El secuestro se extendió por tres días. Fue en ese momento cuando los ciudadanos de Anagni se sublevaron en defensa del Papa, forzando a sus raptores a dejarlo en libertad, con lo que escapar de la ciudad. Es escoltado a Roma por una pequeña guardia prestada por la familia Orsini, para al llegar refugiarse en el Vaticano.

La muerte después de la vergüenza

El Papa Bonifacio VIII murió un mes más tarde, sin haberse vengado por semejante vejamen.

A este Papa se le reconoce como el último gran referente de la autoridad pontificia medieval. Pero su fracaso en el enfrentamiento con Felipe IV fue más que una derrota personal. Y es que se entiende como la derrota de la tesis de la autoridad universal pontificia.

Es así como el llamado «atentado» de Anagni, inicia el siglo XIV para la Iglesia, tiempo en el que su jerarquía y destino quedó en manos de los monarcas franceses, pata culminar con el traslado del papado a Aviñón.

La mano oculta de Baphomet en el juicio contra los Templarios

Pero sigamos viendo cómo es utilizada la oscura figura de Baphomet, aunque como un simple “ídolo” y con el nombre de “Bafomet”, en el juicio y condena de los templarios. En este sentido el monarca galo libró órdenes lacradas con la precisa orden de que fueran abiertas el viernes 13 de octubre de 1307. Todos los senescales o funcionarios de Palacio, así como los nobles y la soldadesca en general acataran sus indicaciones.

Y estas órdenes incluían la detención de todos los templarios de sus regiones, sin distinción de rango. Además se instruía que pasaran a manos de los delegados del rey todas las propiedades y riquezas de la referida Orden. Tales órdenes se acompañaban de un comunicado en el que el monarca galo expresaba su tristeza, al tiempo que daba a conocer las motivaciones de su actuación.

Allí esgrimía los delitos de los que eran acusados los miembros de dicha orden: «Como bestias de carga privadas de razón, superando de hecho la irracionalidad de las bestias en su bestialidad, han abandonado a Dios su creador y ofrecido sacrificios a los demonios y no a Dios... gente loca entregada a la adoración de ídolos».

Sí, ya comenzaba a desarrollarse su malévolo plan, un plan que incluía la oscura ayuda del “falso ídolo” “Bafomet”, primera manifestación de Baphomet para la historia.

Menudo reglamento

Referente al modo de actuar contra los templarios, el monarca galo ordenó aplicar el siguiente procedimiento:

Primero se debía arrestar a los templarios, aunque ocultándoles la razón de su arresto. Luego se procedería a la incautación de los bienes, para después ser entregados los detenidos al comisario de la Inquisición. Acto seguido procedía el interrogatorio con las temibles torturas, de no obtenerse resultados que ellos perseguían, que no era otra cosa que una falsa confesión o reconocimiento de los cargos infundados.

Instruía igualmente el monarca, que sólo se notificaría a los procesados de que la información de la que disponían tanto el Sumo Pontífice como el rey galo, provenía de la misma Orden del Temple, fidedigna. Había que hacer hincapié en que el Papa estaba al tanto de todo, pero que les perdonaría si confesaban; entonces serían reintegrados al cuerpo de la Iglesia. Pocos años antes la Iglesia había publicado una bula, donde se indicaba que en casos de necesidad extrema podían practicarse torturas para hallar la “verdad” y “defender” a su feligresía.

Cabe resaltar que en juicios personales, la única acción de defensa de la disponía a un individuo, era redactar un alegato manifestándose inocente, aunque debía apuntar en una lista los nombres de sus enemigos. De tal manera que si el Tribunal, o bien la comisión de la Inquisición comprobaba que el soplón integraba dicha lista, el acusado quedaría en libertad.

Pero en la causa de los templarios se produjo un hecho especialmente perjudicial para ellos. Resulta que se les apresó para luego ser interrogados y torturados de manera individual, acusados de herejes y de idolatrar falsos ídolos, presumiendo que tales delitos fueron cometidos por la Orden en pleno.

Culpables ‘en redondo’

Esto significaba que se les culpaba de modo personal, aunque por crímenes colectivos. O mejor dicho, cuando el cabeza de cualquier encomienda del interior del país era sometido al infeliz interrogatorio y, claro está, torturado en París, o bien otra gran ciudad, ¿qué supuestos enemigos podía delatar en su defensa, máxime si su encomienda estaba perdida en la falda de algún distante monte?

La mayoría de los historiadores, ante la manifiesta similitud en las descripciones del rito de iniciación y de algunas de las herejías señaladas, insinúan la implementación de un cuestionario en las indagaciones y sus torturas. Una teoría para nada infundada, toda vez que a la orden de aprensión se le anexaban las acusaciones en que se sustentaban. Y fueron precisamente estas acusaciones sobre las que se interrogaron los templarios procesados.

No obstante la notificación de procedimiento emitida por la casa real gala lleva también adjuntada un cuadro con acusaciones básicas. Entre estas destacaba la apostasía por veneración de un ídolo (que resultaría siendo Baphomet. Eran unas denuncias muy delicadas que debían confirmarse. No importaba si el método usado era la tortura.

Pero lo único que diferenciaba, era la descripción que se hacía del tan mencionado ídolo por parte de los presos procesados. Aunque  esto jamás despertó la más mínima sorpresa en los inquisidores. Por qué, cabría preguntarse.

Conjuntamente respecto a las declaraciones logradas, fue común que dentro de las fronteras francesas –aunque mayormente fuera de ellas- donde no se implementaron las temibles torturas a los integrantes de la Orden, algunos de los templarios se atrevieron a renegar del símbolo de la Iglesia y del propio Jesucristo, pero ninguno llegó a mencionar al célebre fetiche.

El amaño evidente

En este sentido Michelet, un estudioso del tema, sostiene que si bien las variantes en estos casos podían interpretarse como prueba de culpabilidad, no se alcanza a examinar las uniformidades ni mucho menos a demostrar la existencia de esas variantes. Sobre todo, explica el historiador, cuando algunos de los detenidos habían sido iniciados en ciertos ritos de ingreso bajo los mismos jerarcas de la Orden, pero con herejías e ídolos absolutamente distintos.

En esta larga y sui generis lista de cargos confeccionada contra los miembros de la Orden, que proporcionaba la comisión inquisitorial -presumiblemente a instancias del propio monarca galo, para una entrevista en la ciudad de Poitiers con el Papa-, se apuntan más de cien acusaciones.

Entre estas las que se referían a la idolatría son:

  • La adoración de un gato que se les presentaría de la nada en las reuniones.
  • En cada región habría ídolos, como cabezas que incluso tendrían hasta tres caras, aunque otras con una sola.
  • Algunas veces simplemente idolatraban un esqueleto humano.
  • Veneraban a dichos ídolos, o a solo uno si era el caso, pero especialmente durante sus asambleas. Pero además que los veneraban como a Dios.
  • Se aseguraba que dicho fetiche gozaba la facultad de salvarlos, pero que además podía ofrecerles riqueza.
  • También de que la cabeza en cuestión les había otorgado la riqueza de la Orden.
  • Que esa testa hizo que florecieran los árboles, al extremo de hacer que la tierra germinase.
  • Igualmente les recriminaban que rodeaban cada cabeza de sus fetiches con pequeñas cintas, para después ceñirlas entorno de sus cuerpos, siempre cerca de su blusa o de la propia carne, lo que era la evidente adoración de un ídolo.
  • Mientras que en las regiones donde no interrogaba mediante torturas, se les acusaba de renegar de Cristo.

Una visión distinta fuera de Francia

No obstante cuando se celebraron las asambleas en las provincias de otros países, el resultado fue abiertamente favorable a la Orden enjuiciada. Y es que pudieron ser relacionados con ninguna participación en hechos heréticos, menos aún en la práctica de hechicería o actos demoníacos.

Para tener una idea basta saber que en un interrogatorio efectuado por el Arzobispo de Tarragona a treinta y dos templarios, en la sede de los dominicos de la ciudad de Lérida, ninguno aceptó las acusaciones. Mientras que los procesados en la ciudad de Nápoles, bajo el dominio de Carlos II de Nápoles y Sicilia, familiar del monarca galo, reconocieron haber escuchado hablar de un gato negro o gris.

Pero yendo más allá hay que señalar, que en los Estados Pontificios no se logró ninguna declaración. No obstante cuando se procedió ante la presencia del Papa y mediante la aplicación de torturas, dieron con confesiones relativas a la cruz, besos libidinosos y la veneración de cierto ídolo. En las regiones de la Toscana y Lombardía también se usó la tortura, ordenada por el Sumo Pontífice. Pero aunque no fueron incluidas en las actas del proceso en esa vasta zona, se lograron más negaciones a dichas acusaciones que confesiones de culpabilidad.

En Alemania los 37 miembros de la orden se declararon inocentes y se les permitió pasar la temible «prueba de fuego» para confirmarlo. Lo mismo ocurrió con un número significativo de testigos ajenos a la Orden del Temple. Mientras que en un lugar más remoto, donde incluso imperaba alguna animadversión hacia los templarios, debido a largos años de política muy desafortunada, tal es el caso de Chipre, las pruebas tanto internas como externas de la Orden, eran totalmente exculpatorias.

Contradicciones también en Francia

Para cerrar esta detallada recopilación de declaraciones de inocencia que la Orden presentó por intermedio de sus integrantes interrogados en varios países, resta asentar la inocencia que quedó evidenciada por los defensores de la Orden durante su juicio en la propia Francia.

El Papa designó comisión para estudiar los cargos e interrogar a los templarios. No importaba si estaban presos o libres. Y Ante dicha comisión se conformó con el tiempo un grupo superior a 600 integrantes de la Orden que querían asumir su propia defensa. No obstante algunos ya haber sido interrogados y sometidos a tortura. Así pretendían refutar sus propias confesiones, con lo que incurrían en el riesgo de relapsos (era penado), que era anular su confesión previa de culpabilidad.

Pero la tentativa de defensa fue abortada. Esto fue cuando el arzobispo de Sens (París) estimó culpables de herejía y relapsos a más de cincuenta integrantes de la Orden. En tal caso actuó como cabeza de su propia comisión provincial papal inquisitoria. Estas personas fueron quemadas vivas en una pira. Lo sorprendente es que ninguno de los ejecutados tan desalmadamente, aceptó las acusaciones de su participación en actividades cismáticas en sus ritos de ingreso, ni, menos aún, confesaron haber adorado a un ídolo.

Una cabeza desata revuelo

Pero no podemos concluir esta parte sin antes destacar la voluntad de la Corona gala, a través de sus agentes y nobles armados, de hallar el famoso ídolo templario, es decir, la presunta semilla de Baphomet. Así que por orden del monarca se registraron todas las casas, iglesias y encomiendas de la Orden, a fin de trasladar a París cualquier imagen, aunque ligeramente alejada de la ortodoxia católica, que pudiera entenderse como el célebre ídolo.

Pero no se halló más que una imagen en la sede de la Orden en París. Esta era una cabeza femenina que podía ser un dije. Pero veamos una conclusión de las indagaciones apuntadas en las actas de los juicios contra los integrantes de la orden. Y es que la aparición de un ídolo identificado como «Baphomet», corresponde a la influencia de la Corte gala.

Mientras que en regiones más apartadas no se hallaron testimonios, pruebas o indicios de la existencia del siempre más famoso «Baphomet».

Baphomet: significado y derivaciones del nombre

El nombre ‘baphomet’ procede de una única mención, que aunque no exacta similar, presente en un alegato, el del sargento de Montpezat, Gaucerand. Este personaje fue examinado por sus inquisidores. Entonces contestó que ciertamente se adora en la Orden un ídolo con la figura de un “bafomet”. Al mismo lo describía con barba y de un color dorado.

En aquellos tiempos se usaban los términos “bafomets” o “bafomético”, para referirse a ídolos o a la idolatría, respectivamente. De allí que valga decir que tal testimonio únicamente señala que se trataba de una efigie reñida con la ortodoxia católica del momento. Mientras que otros estudiosos esgrimen que el nombre bafomético, es una suerte de intención de describir algo proveniente o derivado de Mahoma, en lengua de Oc, que era considerado de un orden demoníaco.

Pero la verdad es que no se cuenta, en ninguna de las declaraciones registradas, mediante martirios o sin él, con un nombre específico que pueda referirse al fetiche usado en los ritos de ingreso, lo cual resulta muy significativo. Sobre todo cuando se pretende convertir esta imputación en un motivo para eliminar una orden como la del Temple.

Etimología del término

La única palabra de que se dispone es 'baffometi'. Mientras que sobre una posible etimología del término ‘baphomet’, aquí ofrecemos este resumen:

  1. Baphé-méteous: Composición helena que podría traducirse como «el bautismo de la sabiduría».
  2. Bois-phos-métis: Igualmente del griego, y significa «vida, luz y sabiduría».
  3. Bfmaat: En enochiano se traduce como «el Abridor de la Puerta», término planteado por la ocultista Madeline Montalban, creadora de la Orden de la Estrella de la Mañana.
  4. Bapho o Bafo: Nombre de un puerto de Chipre, donde en tiempos antiguos se adoraba a la diosa Astarté, mediante la realización de sacrificios de bebés.
  5. Ptah-Sekjmet: Contracción que emplea el nombre de dos deidades de la antigua Menfis. Es una solución planteada por Jean-Louis Bernard.
  6. Abufihamat: Deformación de la palabra árabe que alude al «padre de la comprensión», planteamiento original recogido por René Lachaud.
  7. Mahomet: Una especie de mención al musulmán o al propio Mahoma, tal vez derivación del grito con que los habitantes de Castilla se referían a Mahoma: Mafómat, según nos muestra El Poema de Mío Cid.
  8. Bapheus: Etimología planteada por Fulcanelli, vinculad a la alquimia, traduciéndose como «tintorero», en el entendido de cosechar el licor del fuego espiritual.
  9. Baphens-mété: que se traduce como «tintorero de la luna», una solución alquímica presentada por Gerard de Séde, ya que el pintor de la luna es el que tiñe la plata. En otras palabras, el que la transmuta en oro.
  10. TEMpli Omnium Hominum Pacis ABbas: leído al revés, es decir al estilo cabalístico. Fue planteado por Argentier. Se traduce como Padre del santuario de la paz del mundo a las personas, entre otras traducciones también válidas.
  11. TEM-OPH-AB: Igualmente leído de derecha a izquierda, vendría a significar «parte de la serpiente de los orígenes».

Seguimos con las deformaciones en el nombre

  • Bap-Homet: Ensamble de las tres primeras letras de San Juan Bautista (Baptiste) y de las últimas cinco de Mahoma (Mahomet). Quizás un intento de resaltar sincretismo religioso, o bien como muestra de la intromisión de las creencias musulmanas en la Orden del Temple. Una idea de John Charpentier.
  • Mahomet o muhammad: Deformación verbal de dicha palabra, que denota un ídolo de origen musulmán al que veneran los templarios en sus reuniones, sin llegar a razonar que los musulmanes no aceptan la idolatría. También puede ser la deformación de la palabra bohomerid, que significa mezquita.
  • Bahumid: Deformación de la pronunciación del término, cuya traducción puede entenderse como becerro. Solución planteada por Hammer-Purgstall.
  • Oubah-phoumet: que se traduce como «la boca del Padre», solución ofrecida por Jacques Breyer.
  • Maufé: Idea de Partner, ya que maufé suena muy similar a ‘bafomet’. Maufé es un demonio mencionado con frecuencia en el folclore de los países del norte de Europa.
  • Uba El Fumet: Expresión arábica que se traduce como «Boca del Padre», otra idea de Gerard de Séde.

¿Cómo es Baphomet?

Pero para saber más sobre Baphomet, ahora debemos centrarnos en sus características físicas.

Según testimonio conseguido por la vía de la tortura de Radulphe de Gisy, o Raoul de Gisy, quien había fungido como recaudador de la Orden para la sector de Champagne, la cabeza tenía formas de un pequeño demonio, resaltando todos llegaron a idolatrarla.

No obstante dos años más tarde, cuando se le solicitó una ratificación de su confesión, aseguró que únicamente lo había visto un par de veces, y quizás más que visto, supuesto, ya que el fetiche o ser estaba debajo de una tela, y en esas oportunidades nadie lo había adorado.

Mientras que otro testimonio, el de Taillefer de Gène, lo describe como «...una cabeza de hombre, casi roja...», aunque después agregó que no la había visto, y ante las insistentes interrogaciones esgrimió que estaba demasiado lejos del ídolo. En las confesiones del mes de abril de 1310, tanto Hugues de Buris como Pons Guillard de la ciudad de Lignac, describen la cabeza del escurridizo ídolo como humana, y que estaría ubicada sobre un altar o sobre un banco, según la versión de los declarantes.

Hugo de Pairaud la describe de forma similar, aunque agrega que «...tenía cuatro pies, dos pies delante y otros dos pies detrás». Aunque más exacto es Boucher, al describirle como una cabeza de algún integrante de la orden, con una especie de cofia, aunque con una larga barba canosa.

Lista de descripciones

A continuación un compendio de las apariencias que se asignan a la cabeza, en testimonios registrados en el juicio de los templarios

Estas descripciones han ido configurando con los siglos una especie de sello de Baphomet:

  • La testa estaría guardada en una bolsa, baúl o vitrina.
  • La luz del lugar no es la mejor, debido a una chimenea, o quizás a la pica flama de una vela.
  • Baphomet sería una representación ficticia producto de la imaginación. Y tendría la forma de un demonio.
  • En otras ocasiones se describe como un gato azabache, que puede estar de pie o patas arriba, con la cola erguida. Aunque pueden haber felinos de diferentes colores. Pero sin importar el color, se desvanecía inmediatamente culminado el ritual de adoración.
  • Versiones distintas señalan que Baphomet se trataría de un becerro montado en un altar.
  • Pero igualmente podría ser la imagen de un macho cabrío.
  • También existe testimonio que lo delata como un cochino de bronce.
  • Estaría hecho de hueso y piel, adornado con madera, oro y plata. Lo horrible es que pudiera ser piel humana momificada. La madera sería policromada.
  • Podría tener varias caras Baphomet. Algunos la describen con una sola, pero otros hablan de dos, tres o incluso cuatro rostros. Y todas estas caras podían ser de un color diferente. Pero en el caso de contar con dos rostros, lo que significaría dualidad, uno de ellos sería la parte positiva, mientras el otro la negativa.
  • Estaría puesta sobre un pedestal, o bien en una base de cuatro apoyos.
  • Cuando es ligeramente humanoide este Baphomet, suele tener mucho cabello, con larga barba. Tanto el cabello como barba son encrespados y oscuros, o bien lacios y blanco, aunque la barba también podría ser rojiza.

Una apariencia engañosa

  • Aunque en su apariencia ligeramente humana, también puede ser dorada y con expresión angelical, similar a la de una Virgen, o tal quizás a la de un viejecito con corona.
  • Es simplemente una testa, de madera o de madera cubierta de oro y plata. Pero también las hay de madera pintada de blanco y negro, o bien completamente blanca. En oportunidades sería descrita con dos cuernos la testa de Baphomet.
  • Hay un testimonio que ofrece una extraña suposición: se trataría de la cabeza momificada del fundador de la Orden, Hugues de Payens.
  • Sus ojos, si es que eran realmente lo eran, resplandecían ante la falta de luz, aunque quizás se trataba de gemas encastradas en su cara.
  • Suele aparecer sobre la cabeza de Baphomet una pequeña luz difusa, como una nube.
  • El fetiche se untado el sebo de hijos bastardos de los miembros de la orden para aumentar su poder demoníaco.
  • Jean de Taillefer declara que Baphomet es una figura humana que estaba colocada sobre el altar de la capilla de su recepción.
  • Se trataría de un tallado en piedra con figura diabólica, sobre la encomienda de Berbezières, en la comarca de Charente. Éste señalaría el lugar en el que se hallaría oculto el supuesto tesoro de la Orden.
  • Raymond Ruby aseguró que el escurridizo ídolo era una figura humana (Baphomet), pintada a manera de fresco en una de las paredes.
  • En su declaración, Jean de Tour asegura que la pudo ver, y era una figura pintada sobre una pieza de madera.

Búsqueda infructuosa

En el transcurso del juicio se solicitó a los guardianes de los bienes el Temple, que presentaran a la Comisión cualquier figura que hubieran hallado. No obstante lo único que lograron presentar fue una estatuilla en forma de busto femenino, dorada y hueca.

La misma tenía el cráneo envuelto en tela. Además contaba con una etiqueta para designarla en la que se leía: «Caput L V III m», lo que se traduce como «Cabeza 58 m». Aunque sólo una declaración podría aproximarse a tal descripción del elusivo Baphomet.

Por su parte, el reconocido historiador galo, Michel Lamy, se apoya en la "Crónica de San Dionisio", donde se hace mención a algo hallado en el Temple de la capital francesa.

La crónica del santo revela que se trataría de un vetusto fragmento de piel, al parecer disecado, con la apariencia de un pedazo brillante de tela, y que tenía en sus cuencas rubíes «centelleantes como la luz del Paraíso».

No obstante de los relatos de los inquisidores -que se desprendían de las confesiones forzadas a los templarios procesados-, sobre el origen islámico del ídolo de marras, ninguna de las descripciones aportadas en las infames torturas, coincidía con tipologías asiáticos que pudieran relacionarse con un fetiche moro.

El enigmático Fulcanelli resume la descripción señalando que el elusivo bafometo (Baphomet) sería la “imagen sintética” en la que los integrantes de la Orden habían reunido todos los aspectos esenciales de la “Alta Ciencia y de la Tradición”, pero sin llegar a explayarse la permisible apariencia o utilización ulterior del ídolo.

Paradigma esotérico

Aunque luego, aprovechando su crítica sobre los relieves de la ‘Mansión de la Salamandra’ de Lissieux, el mismo escritor anónimo pero identificado con el seudónimo de Fulcanelli, refiere en un parágrafo de su publicación, el significado alquímico del “verdadero Bafomet”.

De esta manera el escritor nos pone en presencia de los que muchos consideran el “Baphomet símbolo” o simbólico.

Se trataría de un símbolo cabal de las prácticas ocultas de la orden y un modelo esotérico.

Más adelante agrega que estaría conformado por un triángulo invertido con dos lados de igual longitud, lo que se entiende como el símbolo del agua. Dentro de dicho triángulo estaría ubicado otro, pero con el vértice hacia arriba, simbolizando el fuego implícito en el agua.

Mientras que en la base del triángulo inverso se basaría un signo parecido a la letra “H”, aunque con un amplio eje central donde se ubica un triángulo que el escritor de la alquimia define como el emblema del espíritu universal, es decir, «el espíritu creador, Dios».

Pero ahora la descripción es abundante: En el interior del gran triángulo y a los lados del triángulo interior más chico, se encontraría una esfera solar y una Luna en fase creciente. Y ya para culminar su exposición, añade que está adosada a la base del triángulo interior, una cruz que remata una nueva circunferencia que ultimaría el símbolo del elemento sulfuroso –que define como principio activo- hermanado al Mercurio de los alquimistas.

Este último elemento sería un agente pasivo y desintegrador de la totalidad de los metales. Mientras que en la cúspide del triángulo invertido, se ubican unas líneas horizontales que marcarían el símbolo de la radiación de la materia.

Baphomet va tomando forma

Como puedes darte cuenta, mientras más avanzamos más forma va tomando la extraña criatura llamada Baphomet. Pero observando su carácter elusivo y su capacidad para la mentira y la infamia, no es difícil comprender esa aura diabólica con la que se le asocia. Por su lado el historiador galo Michelet, expone que el ídolo en cuestión se trataría de una figura de orden escultural de un arcano. Lamentablemente el historiador no aporta pista alguna sobre sus características físicas, aunque destaca que puede presentar diferentes formas muy similares entre sí.

Para rematar sugiere que pudiera ser un pentáculo que junte los cuatro animales de los evangelistas, sustentando entre estos el tabernáculo «del Dios del Apocalipsis». Sin embargo conviene decir que los textos alternativos generalmente describen al bafomet (Baphomet) como una suerte de demonio andrógino y de color oscuro, con sus cuernos y barba. Las declaraciones obtenidas mediante las torturas -aunque alguna coincida- casi nada tienen que ver.

Las mismas podrían haber sido el resultado del esnobismo ocultista de la época, más que por una real información. Debemos entender que por aquellos tiempos era fácil hallar en insignias y amuletos la imagen del macho cabrío. Esto podría ser un ser con cabeza de cabra y barba, aunque también solía tener alas y estar adornado con símbolos mágicos. Igualmente se representaba con brazos en los que sostiene bien un cayado o bien un cetro.

Aunque lo que más lo caracteriza son sus piernas de carnero que se afirman sobre una esfera que se presume simboliza el mundo. En medio de aquel sugestionante clima, se creía que las brujas acudían a los aquelarres presididos por el mismísimo Satanás, montadas de estos animales.

Las consecuencias de la moda

Quizás fue resultado de ese esnobismo, aunque es recurrente que algunos autores asocien a Baphomet con un demonio que aparece en algunos templos de la capital gala. Como también con un diablejo que corona un capitel de la catedral de Chartres.

Aunque se repite la figura en capiteles de la iglesia de Eunate, Navarra, entre muchas otras.

Ya por último debemos referirnos a la escritora Barbara Frale. Ella señala en su obra «Los templarios y la Sábana Santa», que muy posiblemente la cabeza con barba que presuntamente idolatraban por los Templarios, podría tratarse de la cabeza disecada, o incluso incorrupta, de Hugo de Payns.

Recordemos que él era el creador de la poderosa Orden caída en desgracia, muy vinculado con Baphomet Según la escritora, los Templarios idolatraban a su fundador en determinadas ceremonias nocturnas, como si se tratara de un santo, a pesar de que Payns jamás fue canonizado.

De tal manera que esta circunstancia pudiera haber impulsado al Papa a sancionarlos para que redujeran el culto a un misticismo mucho más sobrio y privado. Y es que seguro para la Iglesia, Hugo de Payns no era más una servidor que había elegido el camino religioso como muchos otros clérigos anónimos.

Como puedes ver, se trata de una historia nada monótona ésta de Baphomet.

Funciones del ídolo

Las funciones que se le arrojan al ídolo vinculado a los templarios, son tan variopintas como sus descripciones, o la misma fuente de su nombre. Y aquí te mostramos algunas de tales funciones o utilidades:

  1. Jean de Cassanhas confesó al inquisidor, que su iniciador en la Orden le habría expresado que la criatura era un amigo de Dios; que habla con Él cuando así lo deseaba. «Dadle las gracias de que os haya conducido a esta Orden tal como deseabais», le enfatizó su superior en aquel entonces, según el relato de Cassanhas.
  2. Espantaba tanto que obligaba a los neófitos a postrarse y a orarle, algunas veces en árabe y otras en latín.
  3. Se colocaban varias cuerdas blancos sobre la figura, para luego ceñirla a la cintura del recién iniciado. Dichas cuerdas eran blancas o de colores claros, pudiendo llevar nudos o no. Y eran de la dimensión acorde para la cintura, aunque unas colgaban un poco.

Fetiche parlante

  1. La figura bafomética habla, incluso cuando se trata de un gato, o se mantiene en un majestuoso silencio. Si habla, nadie recuerda lo que dijo. Parece que se dedicaba a profetizar.
  2. Es una cabeza que tiene la capacidad de hablar, pudiendo responder a cualquier cuestión que se le plantease.
  3. Aportaba riquezas y salud a quienes lo idolatraban, según algunas de las palabras incriminatorias de la inquisición y de los oficiales de monarca galo.
  4. Hacía florecer los árboles y crecer las plantas, lo que indicaría que se usaría en encomiendas específicamente agrícolas, pero tampoco se daba ese caso.
  5. Poder oscuro, satánico y negro a sus controladores, según figura en la acusación de la Inquisición contra los templarios.
  6. Se la adora como al Salvador de la humanidad y como al Salvador del Temple: “Adorad esta cabeza, pues es vuestro Dios, es vuestro Mahoma”.
  • Se trata de una imagen que pretende que el neófito quede “muerto”, produciendo en él un renacimiento, una entrada en una nueva vida donde predomina otra visión espiritual de cada uno y de su entorno.

Otras versiones

Fernando Arroyo ofrece otra versión algo más sincrética, al afirmar que el bafomet (Baphomet) de los templarios podría tratarse de un simbolismo de la dualidad de Dios. Agregando que es «La comprensión dualista del Universo... El Bautismo de Fuego (alquímico) hacia la Iniciación».

Arroyo remata su idea asociándola con una ceremonia bautismal de carácter sincrético y de orden integrador que utilizaría emblemas celtibéricos y de orígenes indoeuropeos, en lugar de hebrea.

Sin embargo, al final de su opúsculo, parece más inclinado por el afán de trascendencia de la Orden, bien sea mediante la utilización de determinados ritos y simbología o no, que por el nombrado símbolo bafomet (Baphomet).

En esto coincide el historiador galo Michelet Michelet, quien basa su argumentación aludiendo a San Buenaventura, cuando éste asegura que en la estatuilla de marras se debían buscar tres sentidos. Uno era alegórico, mientras que los otros eran el moralista y el anagógico. Pero lamentablemente no llegó a registrar una descripción más exacta de la imagen, y de su utilidad.

La iniciación

Sin embargo Carlos Raitzin va algo más allá, y describe un rito de iniciación al que nombra como el «Antiguo Ritual de Iniciación de un Caballero Templario Elegido».

Aunque no explica el encuadre actual de la mencionada ceremonia, si se logra apreciar similitudes con un rito dedicado para las concesiones de un elevado grado de la logia masónica «Ordo Militiae Crucis Templi». Una agrupación fundada por el Barón von Hundt y que guardaba la «Estricta Observancia Templaria».

También deja claro que el baphomet –como salía llamarlo, configurando ya el nombre Baphomet-, estaba conformado por un cuerpo con dos rostros aterradores. En su descripción, Baphomet tendría cabellos en forma de serpientes, manteniendo sus dos bocas entreabiertas, mientras observaba al mundo con miradas de codicia en ambos rostros.

Según esta versión, una de las caras llevaba sobre si frente una corona de rey, mientras sostenía un cetro en una de sus manos. En cambio el otro rostro, con expresión más amenazadora, vestía una tiara pontificia y en su mano llevaba un crucifijo, aunque trémulamente. La tensión generada por los pesos aportaba el espeluznante rictus y todo se apoyaba en dos pilones, a su vez afincados sobre dos pies de los que brotaba tinta roja, o quizás sangre. Lo cual simbolizaba que la muerte de muchas personas jamás iba a frenar al monstruo.

En los ritos de iniciación también podía emplearse, aunque no muy regularmente, a un templario debidamente disfrazado. El objeto de la ceremonia, según una fábula transmitida al novato por quien encabezaba el rito, era evidenciar el influjo malévolo de la macabra dualidad. El novicio estaba obligado a eliminar al monstruo, pisoteando luego su corona. Con ello ingresaba a un pabellón donde proseguía el ritual de recepción.

¿Por qué estaba presente Baphomet en las reuniones de los templarios?

La duda es algo normal en los seres humanos, y lo es mucho más si se trata de temas misteriosos. Y nada más misterioso y que despierte más inquietudes que el ocultismo. De allí que no extrañaría que el atento lector esté en este punto preguntándose la razón que hacía a Baphomet estar siempre presente en las reuniones o capítulos secretos de los templarios.

De tal manera que de seguidas te ofrecemos una lista de conjeturas hechas por diversos conocedores del tema. Aunque son se hacen referencias bibliográficas, deben bastar para despejar algunas dudas sobre la particular presencia de Baphomet en dichos ritos. Veamos:

  • Porque se trata de un emblema de iniciación.
  • Baphomet también puede ser un símbolo satánico.
  • Es un emblema más dentro de un rito de iniciación.
  • Se trata de una representación del perjuro al que hay que combatir.
  • Por ser una figura a la que se le suplica fortuna y fertilidad.
  • Es una estatuilla a la que se le solicita buena suerte.
  • Se trata de la cabeza disecada de San Juan Bautista.
  • Baphomet es la cabeza embalsamada de Hugues de Payens, el fundador de la orden.
  • Una representación de Mahoma.
  • Es una figura que representa al Dios único de cristianos y musulmanes.
  • Se trata de una figura para prácticas demoníacas.
  • Una representación para la adoración del Diablo.
  • Es una testa que personifica a Jesucristo.
  • Baphomet es igualmente un abraxas.
  • Es una representación de un cabrito, sirviente del Demonio.
  • Se trata de una idea de lo que sería un templario preso por los sarracenos.
  • Por último valga agregar estas ideas: es una pintura, modelo, superstición, parlanchín, y un largo etc.

El Bafomet en la Regla del Temple

La regla que regía a los integrantes de la poderosa orden, no menciona en ninguno de sus párrafos nada que se parezca a un fetiche, no como imagen, ni como pintura o como escultura. Menos aún que se utilizara en los ritos de iniciación. Lo cual se corresponde con el hecho de que nunca explica cómo debe ser ese ritual para el recibimiento de un nuevo integrante.

Contrariamente algo llama la atención de cualquier observador curioso. Esto tiene que ver con los llamados Retrais, que vendrían a ser sus estatutos y posteriores a la mencionada Regla. Allí, en el artículo 231 de la sección de «Penitencias», habla de una “octava cosa” que era señalada como la herejía, pudiendo culparse de ella a cualquiera que actuara contrariamente a la Ley de Dios.

En los mismos Retrais, pero en el segmento dedicado a la vida monacal, son detalladas las faltas que originaban la pérdida del hábito, además de la expulsión de la orden y convento. El renglón 422 precisa que “La séptima (cosa)” se daba cuando se descubría que uno de los miembros era hereje. Y sobre lo cual enfatizaba para no dejar dudas, que tal miembro era aquel que no creía en los artículos de fe en los que la Iglesia creía y le ordenaba creer.

Pero existe un agregado en los tales “Retrais” que presenta tipos de situaciones o hechos mal concebidos. La idea era no dejar posibilidad de duda respecto al descubrimiento de las trasgresiones y sus correspondientes castigos.

Los castigos

Así que en los artículos 571 y 572 se detallan las situaciones que acarrean los más severos castigos.  A saber estos castigos eran la pérdida del hábito y de la casa.

Pero veamos a qué se referían estos dos artículos:

Primero, cuando se trataba de un hombre “de mala fe”; pero también se castigaba la no creencia en la fe de Jesucristo; hacer cualquier cosa que vaya en contra “la ley de Nuestro Señor”.

Pero además, en este último ejemplo, se detalla el caso de tres miembros de la poderosa orden que en el Château Pèlerin. A ellos se les juzgó por la práctica de sodomía, y se explican cuáles fueron las penas impuestas.

El segmento del articulado de los Retrais, que se extienden desde del 657 al 686 son uniformes. Esto se debe a que abordan un tema común, como lo es la afiliación en a la Orden de los nuevos miembros. En tal sentido que sea usual juntarlos en la descripción de los textos, bajo la etiqueta de «Acogida en la Orden».

No obstante en ningunos de estos artículos se hace referencia a algún acto que pudiera calificarse aunque sea de “poco ortodoxo”.

 

Oración del Baphomet

Pero algunos escritores del tema hablan de la existencia de una segunda regla. Ésta es llamada la «Regla Secreta» o también la «Regla del Maestre Roncelin».

La misma sale a la luz pública al ser traducida por Metzdorff, de un pergamino hallado en los Archivos del Vaticano a mitad del siglo XIX. Y la controversia no se hizo esperar.

La cuestión es que ante la acusación de que la base de dicha Regla no dispone de la antigüedad necesaria, y que además el estilo del lenguaje empleado tampoco se ciñe al característico del que se supone su tiempo, si se sabe que sin copias obligadas para la conservación del vetusto manuscrito.

En esa segunda Regla, compuesta por veinte artículos, se pueden apreciar tres de ellos que aluden al bafomet o Baphomet. El artículo 16 se refiere a la oración del Baphomet o «baphomet oracion» (como algunos prefieren hoy día llamarla), como la tercera oración de una serie empleada en el ritual de admisión.

En dicha oración se recita la introducción al Corán y se aclara que sólo existe un Dios. Mientras que el siguiente artículo (17) explica que la siguiente parte del ritual radica en extraer a Baphomet de su altar. En ese momento se declaman alabanzas en lengua árabe, se besa la estatuilla y se acaricia con los cinturones del hábito.

Por su parte el artículo 18 especifica cómo se guía al novato aspirante al archivo oculto, donde se le dan a conocer los escritos esotéricos. Y se aclara que estos textos no deben ser vistos por los demás miembros de la Orden (se supone que los que no estaban iniciados).

Elementos distintivos de Baphomet

En esta parte del post enumeramos los posibles significados de los elementos distintivos de Baphomet. Aunque deberían ser los 'baphomets', por tratarse de emblemas con identidad propia, provenientes de diversas tradiciones místicas.

Antes primero hay que destacar que se ha hecho imposible hallar el término «baphomet» como entrada en los variados diccionarios dedicados a la simbología disponibles en el mercado. Esto pareciera indicar que nuestro elusivo “personaje”, no reúne las suficientes condiciones para ser considerarlo de tal manera.

No obstante sí existe cierta avenencia en la estimación que merecen determinados emblemas vinculados al baphomet, según conocedores de la simbología. Pero siempre que se considere que el baphomet era una cabeza humanoide con mínimas diferencias.

Veamos algunos de esos elementos:

La barba

Este es un símbolo de masculinidad, Pero también de longevidad, valentía y conocimiento.

En cuanto a la última característica, se puede decir que las figuras vinculadas a la religión y la sabiduría, generalmente son representadas con barbas.

La cabeza

El famoso libro cabalístico Zohar, relaciona la testa del Baphomet con la luz de los astros. Mientras que los artistas del Medioevo solían identificarla con la mente y la espiritualidad. Por otro lado se cataloga testa del Baphomet como emblema del planeta Tierra o el Mundo. Así como cumbre del cuerpo humano, quizás por la configuración geométrica que muestra.

De estar vinculada con algún número, como es el caso de un ser de tres cabezas, el emblema toma tantos elementos a personificar como unidades existan. Pero igualmente hace suya la simbología de dicho número. Ya para finalizar, el mitólogo e iconógrafo Cirlot, hace mención a la simbología de la testa de un extraño y monstruoso ser, similar a Baphomet. La vincula o relaciona con el «Principio», o elemento transformador. Definiéndolo más claramente como parte negativa y «disolvente de la divinidad».

Pero la cabeza también personifica el ardor del principio activo y la autoridad. En el sentido del esencia manifestada con relación al cuerpo. Lo que es también una analogía con el Universo por su característico aspecto esferoidal mencionado por Platón. En suma, sería la representación del 1, del astro rey y de la divinidad. Incluso ciertos santos están acompañados de una cabeza parecida, tal como San Laureano, San Fermín o San Nicasio.

Generalmente la sostienen en su regazo y a menudo de utilidad para la misión espiritual del santo inmolado. Pero además de simbolizar el martirio y la continuidad, tiene un matiz vinculado a Baphomet, y no es otro que edificar un sitial de meditación, hacia la que está dirigida la oración o pensamiento del devoto.

El cordón

En este segmento se separa intencionalmente el cordón de la cuerda. Esto porque de tal manera aparece en algunos textos. Pero además porque se trata de un cordón anudado lo que se aprieta al cuerpo de los aspirantes al acto de iniciación de los templarios. No obstante ciertos testimonios dan cuenta de una cuerda anudada. Y frente a dicha doble posibilidad, se abordan ambos individualmente.

Así pues, el cordón parece asido a la cintura de los franciscanos. En línea con los dogmas orientales, Atienza plantea el simbolismo de la elevación personal, una conexión entre la persona y lo sacro. Aunque igual es símbolo de dominio sobre las fuerzas del Universo.

La cuerda

En este punto importa refrescar, la utilidad elemental de la figura de Baphomet. Esto de acuerdo a los testimonios desprendidos de los tormentos aplicados en el proceso a los miembros de la poderosa orden. Y allí se dice que la figura se utilizaba atada a la cintura, con un cordón con nudos.

Esto representaba parte del acto que cierra de la ceremonia de iniciación de la orden. De esta manera se entiende la cuerda como simbolismo de elevación. Pero también como del medio y de la intencionalidad de escalar posiciones.

Si la cuerda se encuentra anudada, representaría un lazo o vínculo con determinado grupo o idea. Pudiendo representar igualmente las virtudes ocultas y cabalísticas. Mientras que en tal forma, para el Corán simboliza la elevación al cielo. Pero si cuenta con nudos, entonces se utiliza en la decoración de templos de los masones, a modo de emblema del lazo que une a los miembros de la secta.

El cráneo

Esta parte del cuerpo representa la sede del pensamiento. No en balde es equivalente de la bóveda celeste, hasta por su forma. Así que se entiende como analogía entre el microcosmos de los ser humanos y el macrocosmos de la Totalidad.

Es también el foco de la espiritualidad, el cielo del cuerpo de la persona, e incluso sede del poder de la totalidad y el gnosticismo. No obstante se entiende por otro lado como símbolo de la descomposición alquímica. Lo que simboliza la perfección del espíritu.

En oportunidades el cráneo es representado, o simplemente acompañado, por dos huesos de tibias cruzados, configurando el símbolo característico de San Andrés. Se sabe que para los masones es el ciclo de la iniciación, vista la muerte como introducción imprescindible para un desarrollo superior. Todo muy parecido, aunque no exactamente igual, al caso de la cabeza, que ya detallamos líneas arriba.

Una breve conclusión

No obstante todo lo anterior, puede darse por cierta una hipótesis de inicio a razón de los datos disponibles hoy en día. Por supuesto en la variopinta y extensa bibliografía disponible sobre la poderosa Orden del Temple.

Y tal hipótesis es que los bafomets sólo han existido en la mente febril de celadores e inquisidores cercanos a Felipe el Hermoso. No obstante siendo una imagen sujeta de veneración y estimuladora de rituales profanos, o bien de ceremonias de iniciación poco ortodoxas. Aunque eso no signifique que no haya un determinado simbolismo en vinculación con los templarios y, de tal manera, afín con las cabezas tan cuestionadas.

En fin, Baphomet ha sabido burlar las trampas del tiempo e incluso el temible juicio de la Iglesia inquisidora de la Edad Media. De tal manera que su elusiva figura pervive y se muestra ahora aterradoramente entre la penumbra de las mentes de millones de personas. Especialmente entre los lectores de Historias y leyendas, como parece ser vuestro caso.

Así, fiel a su sigilosa condición, ha ido ganado terreno hasta en los sitios más inverosímiles. Y es que ya no sólo debe buscarse su cornuda testa característica en los ritos ocultistas, sino que puede apreciarse sin mayor esfuerzo en cualquier parte. Esto viene a cuento porque extrañamente ahora parece ser parte del paisaje cotidiano.

Lo que les fue imposible hallar a los inquisidores, ahora se ve en muchas partes. Quizás no buscaron bien, pudiera decir alguien. O quizás sólo existió una vez cerrado el juicio abierto por aquel ambicioso rey galo. Como sea la impronta de Baphomet es más que evidente, como ya hemos dicho, y por tal razón finalizamos estas líneas con información sobre el particular.

Repercusiones de Baphomet

Independientemente de si existió o no, o si aún existe Baphomet, hay algo indiscutible. Y eso es la repercusión y ascendencia que este elusivo personaje o deidad, ha ejercido tanto en la historia, como en el ocultismo y hasta en la moda.

En el ocultismo

Aquí conviene precisar un punto de inflexión que se da en el año 1854. Esto tiene que ver con la publicación del libro Dogma y ritual de la alta magia, trabajo del famoso ocultista galo Eliphas Lévi.

En este libro la figura de Baphomet ha sido descomunalmente deformada. Desde ese momento ha sido imposible no relacionarlo con el macho cabrío de las brujas. Así como también se le vincula con el mismísimo Diablo y otros demonios de menor jerarquía.

En anti-masonería y teorías de la conspiración

Ahora debemos hablar de Serge Abad-Gallardo, un masón iniciado y luego separado de una logia francesa. Específicamente de una dedicada a la obediencia masónica de la Orden Mixta Internacional «El Derecho Humano».

Y este personaje que citamos no es cualquier opinador, pues llegó a alcanzar el nada despreciable 18 grado de dicha secta.

Es él mismo el que se refiere a quién representaba el 29° grado masónico, puesto o sitial perteneciente a los altos grados de la secta, de quienes dependía la definición del aspirante para tal grado, un acto que debía materializarse frente a una imagen de Baphomet y junto a un crucifijo que el aspirante debe pisar.

Este apóstata de la masonería interpreta el ritual, como que se trata de la exaltación humana. Una aspiración sujeta al rechazo del Dios de la fe cristiana. Mientras que Cyril Dougados, un iniciado resignado, también de la masonería gala aunque de una logía diferente, que no citamos por lo larguísimo de sus nombres.

Es el caso que esta persona, que una vez hubo coronado el 32º grado de la secta nos revela algo importante. Y es que asegura que en más elevados grados, el ojo de la providencia es sustituido por la figura de Baphomet. Por su parte el ensayista hispánico Bárcena Pérez escribió y así reveló el ritual de la secta. En su obra como era de esperarse se hace referencia a Baphomet.

El Baphomet de los masones también está descrito en la llamada «broma de Taxil».

https://www.youtube.com/watch?v=p7H51-gcRKs

Esperamos no haberte asustado con estas historias de Baphomet, y si por el contrario te ha gustado, no dejes de leer esta otra: La leyenda de la mujer sin corazón.

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